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Conrado Roche Reyes

Mike Bloomfield, quien nació en 1943 en la mejor ciudad del mundo si quieres ser un guitarrista de blues, ha sido el mejor intérprete blanco de este instrumento musical en la historia. Chicago era la tierra prometida de los blusistas. Desde muy jovencito comenzó a practicar con una guitarra, con la intención de tocar en alguno de los muchos bares y clubes de la ciudad, donde predominaban en la escena exclusivamente blusistas negros. Mas él persistía en su intento. Algún famoso lo escuchó en la calle en cierta ocasión.

Pero había unos cuantos problemas para que el muchacho, empeñado una y otra vez en imitar las progresiones dolientes de los guitarristas de blues, fuera admitido en un club: Bloomfield era blanco, hijo de judíos y su familia tenía mucho dinero. “¿Cómo puede sentir el blues alguien con tanta miel tostada y todos los dientes en la boca?” se preguntaban los negros de los clubes de Chicago al ver al adolescente.

Unos años más tarde, Bloomfield respondió a su manera a la paradoja que le echaron en cara tantas veces. “En este país los negros sufren por fuera. Los judíos sufrimos por dentro. El sufrimiento es el puntal del blues”.

Aunque la teoría conduce a terrenos raciales incómodos (¿pretendía privar a los negros de la capacidad intelectual del sufrimiento y reservarla para los judíos, y dejar a los primeros la mera posibilidad de responder al maltrato físico? Bloomfield dedicó sus años sobre la tierra, que fueron pocos –murió a los 37 años–, a demostrar al mundo que un blanco también puede sentir la profunda llaga del blues.

¿Guitarristas de blues de piel blanca?

Me atrevo a opinar que Eric Clapton obtendría la mayoría absoluta, siempre se le ha querido bien pese a su decadencia creativa. Próximo a cumplir cinco décadas, seguido de Jeff Beck y quizá Mick Taylor, Jimmie Page o Alvin Lee.

Los guitarristas blancos de Estados Unidos nunca pretendieron tocar como Robert Jonson –algo imposible-, sino llevar hacia el blues la sensibilidad de otras tradiciones.

Bloomfield recibió la bendición de nada menos que de B. B King, cuando éste declaró que “Bloomfield es el único guitarrista blanco con alma”.

Carlos Santana opinó también: “La primera vez que oí tocar a Michael me cambió la vida, literalmente. Me dije que quería hacer eso el resto de mi vida. Bob Dylan dijo de Bloomfield: “El mejor guitarrista que he escuchado”, y Eric Clapton: “Mike Bloomfield es música sobre dos piernas”.

Un genio de la guitarra que sólo había recibido de los músicos el reconocimiento que hoy tiene. El único guitarrista blanco aceptado como un igual, cuando apenas salía de la adolescencia, por los grandes del blues negro, de los que aprendió mañas y con quienes compartió antros, tugurios y tristeza en los lugares más calientes de Chicago. El no era esencial en su forma de tocar. No necesitaba distorsiones, feedback o efectos de pedaleras porque todo era capaz de hacer con los dedos.

Antes de grabar con las tres más grandiosas bandas de blues de la historia, grabó con el grupo “Buffalo Springfield”, como un adelanto de “The Paul Butterfield Blues Band”, ¡grandiosa! y “The Electric Flag” ¡fabulosa!, así como las inolvidables grabaciones con Al Kooper, llamada “Super Session” y “Live adventures”. Unico a quien Bob Dylan metió en su “Electrificación”, con quien grabó el asombro de “From His Head to His Heart to His Hands”.

Bloomfield fue hallado muerto dentro de su coche estacionado, víctima de una sobredosis de somníferos. Escuche usted a Michael Bloomfield y escuchará lo que es la música del alma.