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Roxana, todos los días desde muy temprano zarpa a altamar junto con su esposo para tener el sustento diario para su familia

La necesidad orilló hace una década a Roxana Cabrera Gamboa a dejar los trabajos del hogar para tomar los cordeles y subirse a una lancha con dirección a altamar en búsqueda del sustento familiar. A sus 54 años, es la única mujer pescadora del puerto de Chabihau que zarpa todos los días con su actual pareja siguiendo el rastro de escamas en las aguas de este puerto.

Al ser madre de dos varones y una mujer,  así como abuela de cuatro nietos, decidió romper con los estereotipos del puerto y demostrar que esta actividad considerada sólo para los hombres también puede ser para ella, con lo que es vivo ejemplo de que cualquier oficio puede ser ejercido sin etiquetas.

La pescadora creció en el puerto de Dzilam viendo a su familia desempeñarse en el mar, ahí fue donde adquirió sus conocimientos de la pesca. La entrevistada recordó las aventuras y tragedias que ha vivido en altamar. En varias ocasiones han pasado fuertes vientos, marejadas, frentes fríos, incluso ha chocado con grandes animales estando en un alijo jalando los cordeles: “El mar es hermoso, pero no sabemos si vamos a volver o no. Como mujer pescadora he aprendido mucho sobre esta actividad dominada en el puerto por los hombres”, comentó.

Roxana dijo que su actual pareja, el señor Alberto Hernández -quien es conocido como el mejor pescador de róbalo del puerto-, fue quien la ayudó a mejorar sus técnicas y a  determinar los tiempos buenos y malos para ir a altamar: “Alberto es el mejor pescador aquí en el puerto, él me ayudó a perder mis miedos, todos los días salimos en búsqueda de escama aquí cerca a las 12 brazas”.

Por el hecho de ser mujer, la ribereña relata que ha sufrido discriminación y rechazo por parte de otras personas e incluso dependencias del Gobierno, pues en varias ocasiones intentó ingresar al padrón de pescadores y la rechazaban sin motivos conocidos; sin embargo, recientemente logró integrarse para recibir los apoyos otorgados a todo pescador durante la veda: “No porque seamos mujeres quiere decir que no tengamos los mismos derechos que los hombres, claro que los tenemos. Yo he roto con los estereotipos, yo gano mi propio dinero y eso me hace sentir orgullosa de ser mujer pescadora”.

A pesar de que en otros puertos del Estado surgen problemas entre los pescadores y las mujeres -conocidas como gavioteras- que a cambio de producto o dinero realizan actividades relacionadas al trabajo sexual, la mujer comentó que en este puerto tal situación  no se da al ser muy pequeño. Además, comentó que en el oficio de pescador los hombres respetan a las damas que acompañan a sus parejas ocasionalmente: “Es triste saber que en otros lados las mujeres tienen que dar su cuerpo por producto, aquí no sucede, es muy pequeño y tranquilo, eso se da en puertos grandes en donde hay grandes barcos que llegan con toneladas”, explicó la entrevistada.

Aunque sus actividades implican salir con su esposo horas antes del amanecer en su pequeño alijo, Cabrera Gamboa no suele descuidar su hogar, pues a pesar de que no estén con ella sus hijos y nietos, ella cuida de sus mascotas rescatadas de la situación de calle para que le hagan compañía en su  hogar: “Trabajo en el mar y aquí en mi casa, soy ama de casa también. Tampoco me descuido, siempre trato de mantenerme arreglada a pesar de que hago trabajo rudo y  me salen callos en las manos”.

En este período de pesca que se ha complicado por la escasez y el bajo precio que ha tenido la escama, la mujer no se ha rendido. Ella sale todos los días en búsqueda de especie playera para arreglarla y comercializar en su propia casa que está ubicada cerca del puente, logrando así tener ingresos y piezas para autoconsumo: “El pescado que traemos aquí lo vendemos, se saca filete. Ha sido muy dura la pesca porque no hay producto, pero eso no hace que me dé por vencida”.

Roxana se ha convertido en un ejemplo en el puerto, pues hasta ahora es la única que sale a la actividad los 365 días del año, buscando ventanas cuando las puertas se cierran en temporadas críticas y la situación aprieta: “No me arrepiento de nada, ya demostré que una mujer puede hacer y trabajar lo mismo que un hombre, sobre todo trabajo rudo como la pesca. Eso no quita el hecho de que soy mujer y mi familia está orgullosa”.

Ahora que se aproxima la temporada del pulpo, señala que está más que preparada para ir en búsqueda de esta especie, ya que es una de las que tanto se espera para poder levantarse económicamente: “Ya se acerca la época del pulpo, primeramente Dios ahí estaremos, pescando para traerlo aquí a la tierra para el consumo de la gente”.

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LV