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Quintana Roo

Con el pico más alto registrado en toda la pandemia en Quintana Roo, los menores de edad no se salvan del contagio; relajamiento de medidas sanitarias, una de las causas del aumento de casos COVID

En la semana del 20 al 27 de junio, nueve menores de edad dieron positivo a COVID-19 en Quintana Roo, misma cantidad que se refleja en los decesos en este grupo poblacional desde que inició la pandemia, de acuerdo con el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna) y la Secretaría de Gobernación (Segob).

Con base en el último reporte actualizado, el 27 de junio de 2021, en la entidad, 392 niños fueron contagiados en lo que va de la pandemia en Quintana Roo; en esta misma fecha, pero del año pasado, se registraron 56 casos, lo que refleja un aumento de 600 por ciento en un año.

Al respecto, Thalía Arcos Escobar, especialista en Medicina Crítica Pediátrica, consideró que este repunte se debe al relajamiento de las medidas sanitarias, ya que al principio de la pandemia la población infante estaba resguardada en sus hogares y ahora, el contacto libre que tienen, es similar al que ocurría antes del confinamiento.

La cifra reportada por Sipinna podría tener una variación debido a que durante los primeros meses de la contingencia no se reportaron todos los casos y, además, muchos de los pacientes no presentan síntomas, aunque sí son un agente de contagio, agregó en entrevista para Por Esto!

La especialista refirió que el Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico (PIMS, por sus siglas en inglés) es una complicación asociada con el COVID-19, que se presenta de cuatro a seis semanas después de que el menor de edad tuvo contacto con una persona contagiada con el virus.

Si bien, en general no se presentan síntomas respiratorios, genera una galla orgánica múltiple que, incluso, deriva que el infante llegue a terapia intensiva.

“El cuadro clínico dura de cuatro a cinco días y habitualmente no deja complicación, pero puede haber síntomas leves o hasta graves”, detalló.

El tratamiento que se les asigna es similar al de los adultos, basado en esteroides, aunque en dosis diferentes, con base en su peso y talla.

Por otra parte, aunque no hay estudios suficientes para considerar a la población infante en la vacuna, Arcos Escobar consideró que no “estamos lejos de que sí se haga, ya que el niño es un agente de contagio importante debido a que los síntomas pasan desapercibidos a veces”.

A pregunta expresa, la especialista apuntó que el regreso a clases no sería “un beneficio a corto plazo”, pues es preferible esperar a que la mayor parte de la población adulta esté vacunada, ya que el que no se detecte que el estudiante es portador del virus, hace que se incremente el riesgo de contagio en sus hogares, especialmente hacia familiares que formen parte del grupo de personas vulnerables.

A nivel nacional, Quintana Roo tiene la octava tasa más alta de defunciones por COVID-19 en infantes, pues por cada mil que adquieren el virus, 22.9 fallecen.

Se coloca debajo de Baja California, Aguascalientes, Veracruz, Nayarit, Morelos y Chiapas, con tasas de 63.93, 37.44, 32.76, 29.41, 28.46 y 26.74, respectivamente.

Si bien, las nueve víctimas fatales son pocas comparadas con las 42 que reporta Baja California, la realidad es otra cuando se contrastan con entidades como Querétaro, que tiene un acumulado de mil 410 positivos, contra tres decesos en lo que va de la pandemia. Es decir, en un estado que duplica la cantidad de contagios en infantes, tiene 66 por ciento menos muertes que Quintana Roo.

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De acuerdo con el último reporte del Sipinna, Benito Juárez es el municipio con mayor número de defunciones, con cuatro; seguido de las tres que registró Solidaridad; una en José María Morelos y una más en Lázaro Cárdenas.

Del total, ocho de las víctimas fueron mujeres y un hombre, la mayoría presentó neumonía como padecimiento adicional y sólo en el caso del varón, se indica que también sufría asma.

Además, entre las víctimas mortales del COVID-19, se encuentra una niña de apenas un año de edad, así como una adolescente que era hablante de alguna lengua indígena.

CG

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