No recuerdo cuándo vi a mi primer muerto: Don Miguel narra cómo es trabajar en una funeraria

Don Miguel Garrido narró a Por Esto! sus recuerdos de cómo inició en el ámbito funerario, y que fue su padre quien le enseñó lo que ahora aplica en Chetumal
martes, 2 de noviembre de 2021 · 11:51

“No me di cuenta en qué momento vi a mi primer muerto, no lo recuerdo, tenía 12 años. Cuando me iba con los empleados de mi papá a pasear, que era eso, ir a buscar un cuerpo”,  cuenta Miguel Garrido, mientras sus ojos se llenan de recuerdos de su infancia.

Desde que nació, Miguel Ángel Garrido estuvo ligado al negocio de la muerte, sus abuelos fueron los fundadores de la Funeraria Garrido en Mérida, su papá y su tío se hicieron cargo de ella y él y su hermana siguieron en el negocio.

“Yo siempre jugaba ahí, llegaba de la escuela, hacía tarea y me juntaba con mis amigos, todos íbamos a la casa de mis abuelos, tenía un patio grande y ahí estaba el taller, los vehículos, las oficinas y nosotros jugábamos, veíamos a la gente llegar, para mí siempre fue normal”, dijo.

“Una vez salí con los empleados en pleno huracán, el viento movía la carroza y se estacionaron en la puerta de la clínica Mérida, ahí los esperé con la puerta abierta, el aire me movía, pero aguanté a que llegaran con el cadáver”.

Para mí fue muy normal la muerte, de ello se platicaba y de ello vivíamos. Cuando cumplí 17 años, mi papá me preguntó, ¿Qué harás con tu vida?, ¿Vas a estudiar o qué quieres hacer?, Yo estaba muy consciente de lo que quería, y le dije a mi papá, trabajar aquí contigo en la funeraria.

“Un  día, a las 7 de la mañana ya estaba ahí, sentadito en la silla del jefe, con mi periódico y café, esperando a mi papá. Él me dijo: ¿Qué haces aquí? –Trabajando, le respondí. Mi padre sólo me miró y me dijo: El trabajo está atrás, ve al taller a barrer”, contó.

Esa lección marcó al ahora empresario: “Me enojé mucho, pero me di cuenta que no sabía nada del negocio. El mejor carpintero de mi papá hacía cinco ataúdes de primera en sólo un día; cuando yo comencé a hacerlo, con trabajo acabé uno. Lo vio mi viejo y dijo, ¡Veremos cómo lo vendemos!

Pasaron los meses y después de un año ya podía hacer ocho ataúdes de primera en un  día”, ya era mejor que su mejor carpintero.

Antes de estar en el mostrador de la funeraria, Miguel estuvo en todos los puestos, siempre le dijeron que ese era el rol más difícil. “Siempre le decía a mi viejo que se dejaba mangonear por los clientes y él me decía que tenía que ser más empático".

“Cuando estuve al frente era duro, hasta que mi papá me dijo: ¡Ponte en su lugar, a esa gente le duele todo, no sabes si perdió a su mamá, a su papá, a su hermano, a su esposa, esposo o a su hijo o a más seres queridos!, ahí entendí por qué es complicado estar al frente".

Asistir la muerte de su padre fue el servicio más difícil en los años de trabajo funerario de Miguel. “Vivo de esto, y a pesar de todo uno nunca está preparado para la muerte, mi papá estaba enfermo, me fui a despedir de él y a dar el servicio me costó mucho a pesar de que sabía lo que era”.

Actualmente su hija continua en el negocio, “se puede decir que sigue en esto, ella puso su crematorio en la ciudad de Campeche, solo que se dedica a cremar mascotas, mientras que mis otros dos hijos han hecho su vida en otras cosas”.

Desde hace 30 años Miguel Ángel Garrido se ha establecido en la ciudad de Chetumal, se encuentra al cargo de la funeraria Campos del Recuerdo.

Síguenos en Google News y recibe la mejor información.

CG