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Ninguna de las crisis ni los conflictos bélicos acaecidos en los últimos 80 años han puesto en crisis a la ONU como ahora Estados Unidos y Rusia

Ninguna de las crisis ni los conflictos bélicos acaecidos en los últimos 80 años pusieron en peligro el sistema político internacional, tampoco los preceptos sobre los cuales descansa la seguridad internacional, ni afectado la arquitectura de la diplomacia mundial, estructuras que han permitido a la humanidad avanzar hasta el punto donde se encuentra.

En sus recientes discursos, Joe Biden y Vladímir Putin han expuesto las posiciones más extremas asumidas por potenciales rivales desde la II Guerra Mundial. Rusia cree poder ganar la guerra e instalar un nuevo orden internacional; mientras Estados Unidos, secundados por la OTAN, poderosos aliados asiáticos y el respaldo político por unos 140 Estados, considera posible derrotar a Rusia, quebrar su economía y anularla como protagonista en los asuntos mundiales.

En 1945, tras arduas negociaciones realizadas en Teherán, Crimea, Potsdam y San Francisco, Roosevelt, Stalin y Churchill crearon el Consejo de Seguridad de la ONU, cuyos cinco miembros permanentes: Estados Unidos, Unión Soviética (ahora Rusia), China, Reino Unido y Francia, formaron el más influyente club político que la humanidad haya conocido.

El “Big Five” o los “Cinco Grandes”, fue dotado por la Carta de la ONU de las dos herramientas más poderosas de la diplomacia multilateral. Se trata de la capacidad de cada miembro para vetar cualquier acuerdo del órgano y del Capítulo VII de la Carta que les permite usar la fuerza armada para preservar la paz dondequiera que esta sea amenazada y por cualquiera que lo haga.

La Carta de la ONU, incluida la cláusula de unanimidad, necesaria para aplicar el Capítulo VII fue negociada de buena fe, en el entendido de que las cinco potencias, vencedoras en la II Guerra Mundial, miembros permanentes del Consejo de Seguridad, serían responsables por la paz en el mundo, no se enfrentarían entre sí.

Según estimados, el veto se ha aplicado en 260 ocasiones (el número exacto se desconoce debido a que muchas reuniones del Consejo de Seguridad han sido secretas). El país que más lo utilizó fue la Unión Soviética que lo hizo en 120 ocasiones, Estados Unidos en casi 100, el Reino Unido en 32 y Francia en 18.

La República Popular China ha acudido al procedimiento cinco veces y mientras ocupó el escaño, Taiwán lo empleó en 1955 para impedir el ingreso de Mongolia. El Capítulo VII ha amparado 63 “operaciones de mantenimiento de la paz”. En lo que constituye una grave deformación, el veto se convirtió en un escudo utilizado por las grandes potencias para evitar sanciones.

El veto impidió que la URSS fuera emplazada en la ONU por los sucesos de Hungría (1956), Checoslovaquia (1968) y Afganistán. Asimismo, protegió a Estados Unidos durante su intervención en Vietnam, la agresión a Cuba por Bahía de Cochinos y por las invasiones a República Dominicana, Granada y Panamá y otras aventuras análogas. Tampoco la ONU ha podido pronunciarse respecto a Chechenia o Tíbet.

En 40 oportunidades Estados Unidos ha invocado el veto para impedir que Israel sea condenado y en diez oportunidades lo hizo para evitar que fuera la Sudáfrica del apartheid. La primera operación de mantenimiento de la paz acordada por el Consejo de Seguridad, amparado en el Capítulo VII de la Carta, se realizó en 1948 para controlar la aplicación del Armisticio entre Israel y los países árabes.

Desde entonces, más de 110 mil militares y civiles de 120 países, han participado en tales operaciones. De ellos, 2 mil 400 han perdido la vida. Uno de los primeros en morir fue el conde Folke Bernadotte, primer mediador de Naciones Unidas en un conflicto armado, quien en el 1948 fue asesinado por una organización terrorista judía en Jerusalén cuando trabajaba para lograr avenencia entre árabes e israelíes.

La más importante intervención armada de la ONU se realizó durante la Guerra de Corea, que fue posible porque en el momento de la votación la Unión Soviética, que pudo haber vetado la resolución que condenaba a Corea del Norte, se ausentó. Una preocupante dimensión de la guerra, Ucrania es su capacidad para paralizar al Consejo de Seguridad de la ONU, impedido de tomar ninguna acción porque en el conflicto, en calidad de protagonistas, participan cuatro de los cinco miembros permanentes. No obstante, el mayor peligro consiste en que la estructura pueda ser cancelada de modo permanente.

Para excluir a Rusia y a China, cada vez más, Estados Unidos utiliza el G-7, en el cual están tres de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, además de Alemania, Canadá, Italia y Japón. De este modo, las dos superpotencias rivales quedan al margen de importantes decisiones, con la salvedad de que ellas no están obligadas a cumplir lo que en el foro occidental se acuerde. En cualquier caso, se trata de una ruptura que no conviene a ningún país y para la cual el mundo no está preparado.