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Opinión

Las coaliciones eran: la del Pacto Histórico, de izquierda, en la que sin ninguna sorpresa resultó ganador Gustavo Petro, actual senador. La de derecha o Equipo Colombia, que eligió como su candidato a Federico Gutiérrez -Fico- exalcalde de Medellín. Y la de centro izquierda, o de La Esperanza, que eligió al ex gobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín, Sergio Fajardo. Ellos deberán competir con Rodolfo Hernández, independiente de derecha; Ingrid Betancur, exsecuestrada de las Farc; Luis Pérez, exalcalde de Medellín; John Milton Rodríguez, de Colombia justa libres y Enrique Gómez Martínez, del partido conservador.

En cuanto a los resultados de Senado, los partidos que despertaron mayor expectativa, el Pacto Histórico con Gustavo Petro fue el gran ganador con 20 curules: la bancada más grande en la Cámara alta; el Centro Democrático, de derecha extrema, del expresidente Uribe, fue el gran derrotado, disminuyó en 5 el número de sus senadores; y Centro Esperanza que sacó 14 curules. La de Uribe era una derrota cantada, hasta el punto de que su candidato apenas cerradas las urnas renunció y adhirió al Equipo Colombia. Su campaña fue la de alguien aparentemente abandonado por su partido -que es el del gobierno nacional- hasta hace poco pujante, haciendo en ocasiones un papel deslucido.

Los dos hijos del expresidente Uribe, hasta ese momento militantes entusiastas del Centro Democrático, renunciaron públicamente al partido una vez conocidos los resultados. El proceso judicial contra el expresidente Uribe por manipulación de testigos, los abucheos que debió soportar en sus apariciones públicas, los pronunciamientos judiciales por falsos positivos que él en su gobierno se negó a reconocer; sus ataques al proceso de paz; los esfuerzos del gobierno de Iván Duque por dinamitar el acuerdo con las Farc y sus malos resultados abatieron a quien al salir de la presidencia contaba con una aprobación del 85%.

Hoy no pasa del 30% en las mediciones más favorables. Una vez conocidos los resultados preliminares presentados por la Registraduría Nacional, varios senadores y militantes del Pacto Histórico se dieron a la tarea de revisar mesa por mesa los formularios que consignan los votos recibidos y encontraron aproximadamente 500.000 votos que les permitieron sumar 4 curules más. En ese recuento participaron notarios públicos y jueces de la República. Es decir, cuentan con respaldo legal. El expresidente Uribe que al conocerse los primeros datos que no mostraban el triunfo de la izquierda, no había manifestado inconformismo, una vez públicos los nuevos escaños conquistados por esta, lanzó el siguiente trino: “Estas elecciones dejan toda la desconfianza. E14 (formularios que consignan los votos en cada mesa) llenos de tachones, enmendaduras, firmas que no coinciden. A las inconsistencias se suma la abrumadora votación del petrismo en zonas de narcotráfico.

No se puede aceptar ese resultado”. Una declaración de guerra. No es leal que el expresidente haga ese señalamiento porque esas zonas de las que ahora reniega contribuyeron a su triunfo en dos oportunidades y le permitieron escoger sucesor (el primer periodo de Juan Manuel Santos) en el inmediatamente siguiente y luego en el actual presidente cuyo mal desempeño tanto ha contribuido a su debacle. Esos errores en los formularios son ciertos, pero por lo que se ha conocido hasta ahora perjudicaban principalmente al Pacto Histórico, hasta el punto de que el Registrador Nacional -uribistatuvo que reconocer que los votos no contabilizados le daban tres curules más a los de Petro.

Que alguien que ostentó la máxima distinción republicana durante ocho años -dos periodos presidenciales- se declare en rebeldía contra la institucionalidad democrática porque los resultados electorales no le fueron favorables es algo sumamente grave. Es la ruptura del orden constitucional.

El periodista Daniel Coronell, antiuribista declarado, ha dicho que los votos birlados en un comienzo no se debieron a fraude sino a un mal diseño de los formularios. Y en cambio el expresidente que influyó en la designación del registrador con un diseño que buscaba favorecerlo, declara abiertamente un fraude.

En los anteriores comicios presidenciales que se desarrollaron al final del gobierno de Juan Manuel Santos y le dieron el triunfo a Iván Duque el desarrollo fue pacífico y no hubo denuncias de fraude. Ya empiezan a darse los alinderamientos de cara a las presidenciales de mayo y los partidos de derecha y centro derecha se van sumando a Fico Gutiérrez.

Ante el peligro que representa el trino del expresidente en un país que apenas está tratando de salir del conflicto armado, con guerrillas, disidencias, grupos de narcotraficantes constituidos en bandas armadas, grupos que se hacen llamar Águilas negras lanzando amenazas armadas, asesinato de líderes sociales y de exguerrilleros, la única salida es la unión de la izquierda y la centro izquierda comandadas por Petro y Fajardo para conformar una fuerza democrática que reivindique el valor de la paz. Sólo falta que los dirigentes depongan sus egos, que recuerden que por ir divididos hace cuatro años ganó la derecha que niega el acuerdo de paz y que hay un país más grande que ellos que les demanda ese gesto de grandeza.