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El vaso y el agua.

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Por Rubén Martín

Hace 37 años, el 17 de noviembre de 1983, nació en la Selva Lacandona de Chiapas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) como una organización armada y un proyecto político sui géneris que ha tenido un gran impacto no sólo en la vida nacional, sino también en la izquierda mundial anticapitalista y antisistémica.

Nacieron en un paraje de las montañas del sureste mexicano como un grupo guerrillero de orientación marxista pero desde un inicio se fue convirtiendo en una organización nutrida de los saberes y formas de organización de lo pueblos y comunidades mayas que los albergaron y de esa fusión se consolidó un grupo guerrillero sui géneris, entre otras cosas porque no utilizaron las formas típicas de financiamiento de otras organizaciones (expropiaciones o secuestros de empresarios o políticos) sino que desde un comienzo se fue autofinanciando.

Durante 10 años el EZLN caminó y creció en las comunidades zapatistas en silencio, sin ninguna expresión pública nacional, hasta finales de 1993, cuando luego de detalladas consultas dentro de sus filas y de las bases de apoyo zapatistas decidieron declararle la guerra al Estado mexicano el 1 de enero de 1994, justo cuando los tecnócratas neoliberales que entonces gobernaban el país pretendían declarar el ingreso de México al primer mundo y a la modernidad capitalista.

El “Ya basta” zapatista, que costó la vida de varios integrantes del EZLN que se levantaron en armas, fue un llamado de atención de que en México seguía existiendo el despojo, la represión, la explotación y el desprecio en contra de los pueblos indígenas de México.

Desde entonces, el proyecto político de autonomía y autoemancipación que representa el EZLN se ha ido consolidando internamente con su democracia comunal organizada en Los Caracoles y los municipios autónomos zapatistas, a la vez que reverbera y resuena con gran impacto hacia fuera de Chiapas y el mundo.

En México el alzamiento de las comunidades mayas organizadas a través del EZLN tuvo un impacto significativo en el resto de pueblos originarios del país. El alzamiento del 1 de enero de 1994 fue el inicio de otro largo ciclo de luchas de pueblos originarios especialmente desde la conformación del Congreso Nacional Indígena (CNI) en 1996.

Al mismo tiempo, el zapatismo cambió las formas de hacer política de una izquierda independiente, especialmente entre juventudes urbanas y universitarias, dando sentido a una militancia anticapitalista.

Varios autores también han destacado el impacto que tuvo el EZLN en la izquierda mundial, especialmente en el impulso de un movimiento contra la globalización con la organización de los encuentros internacionales contra el neoliberalismo.

El neozapatismo también ha tenido impacto en tanto en el pensamiento crítico como las nociones de la teoría revolucionaria ortodoxa que postulaba una vanguardia (de clase o intelectual) que devenían dirigentes y dirigencias burocratizadas y eternas. Con sus formas de organización horizontal, comunitaria y asamblearia el EZLN ha supuesto otra forma de caminar hacia la autoemancipación.

Recientemente con los encuentros internacionales de mujeres, las zapatistas también han dado otra dimensión a la lucha antipatriarcal.

Buena parte de estos impactos y reverberaciones que ha tenido el EZLN en México y en el mundo se debe a su coherencia y congruencia política basada en los siete principios del mandar obedeciendo: 1) servir y no servirse; 2) representar y no suplantar; 3) construir y no destruir; 4) obedecer y no mandar; 5) proponer y no imponer; 6) convencer y no vencer; 7) bajar y no subir.

Estos aparentemente sencillos principios políticos suponen un trastocamiento de la política liberal profesional basada justo en lo contrario, el abuso y uso del poder para buscar beneficios personales.

En 37 años de caminar sin mentir, sin traicionar y sin claudicar, el EZLN ha sido ejemplo vivo de que otra política es posible para buscar el horizonte de otro mundo posible.