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El 22 de noviembre de 1865, la emperatriz María Carlota Amalia de Saxe-Coburgo-Gotha visitó Yucatán, en lo que fue un viaje con fondo político; pero también por sentirse atraída por las ciudades precolombinas mayas, señaló el historiador Ludwig Nolte Blanquet.
Según los relatos de la época, Carlota y sus damas de compañía fueron a caballo a Uxmal y tras su estancia en Yucatán la emperatriz visitó Campeche e Isla del Carmen; paradójicamente, con la visita de la emperatriz los yucatecos se sintieron más ligados al país, más mexicanos y pudieron darse a conocer, e incluso varias damas y chambelanes recibieron nombramientos honoríficos.
Después de que Carlota Amalia agradeció las muestras de afecto a su llegada por parte del pueblo carmelita, la comitiva se dirigió en doble hilera del muelle hacia el Centro y la Plazuela Marín, continuando por las calles Bustamante (hoy 29) y Santa Anna (hoy 22) hasta arribar a la esquina de la Plaza Principal, donde se encontraba el último arco del camino.
Posteriormente, la comitiva dobló con dirección a la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, donde bajo las costumbres religiosas fue recibida por el vicario José María Celaraín, quien fue auxiliado por Buenaventura Albert, párroco de la villa de Palizada.
Terminada la ceremonia religiosa, la esposa de Maximiliano, junto con su comitiva, fue conducida por la escalera del atrio del templo, desde donde se dirigió al Palacio de Gobierno, lugar donde le habían preparado sus habitaciones.
La “Perla Preciosa del Imperio”, así nombró a la Isla del Carmen el 6 de mayo de 1865 Tomás Marín, prefecto del Departamento de Marina del Golfo, en una misiva a los carmelitas por su partida a la Ciudad de México para hacerse cargo de la organización de la Armada Imperial, nos explica Luis Fernando Sotelo Regil en su obra “Campeche en la Historia”.
El viaje lo realizó Tomás Marín seis meses antes de que fuera nombrado ayudante honorario de la Emperatriz de México, Carlota Amalia, en gira por la Península de Yucatán a sus tres departamentos monárquicos: Mérida, Campeche y Carmen. Al llegar a nuestro puerto, la archiduquesa de Austria fue recibida por un cortejo de vicecónsules acreditados en nuestra aduana, como el de Francia, Inglaterra, Holanda y Alemania.
La comitiva paseó por la parroquia de la Virgen del Carmen y después de su recorrido por la parroquia principal, el cónsul de Bélgica, Pedro Requena, la invitó a hospedarse en su casa, una casona con decorado italiano ubicada en el barrio del Jesús; allí permaneció durante los tres días que duró su visita.
En la correspondencia con su esposo, el Emperador Maximiliano de Habsburgo, puede leerse su admiración por una ciudad que tiene apenas nueve años de titulación al ser tan limpia, así como por la belleza de su laguna, aunado a la sencillez de su gente.
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JG
