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Como cada año pobladores de Pomuch acuden al cementerio para la tradicional limpieza de huesos de sus fieles difuntos

Pese a que la exhumación de restos humanos configura la comisión de un delito previsto en el Código Penal Nacional, en la Villa de Pomuch, Hecelchakán, los pobladores cada año realizan la limpieza de osamentas para recibir a los Fieles Difuntos previo al dos de noviembre, fecha en la que de acuerdo a las creencias mexicanas, los espíritus regresan al mundo terrenal a convivir con los vivos.

El poblado está ubicado a poco más de 63 kilómetros de la ciudad de San Francisco de Campeche; a la entrada de la comunidad está instalado el cementerio principal, donde todos los años ciudadanos convergen para la limpieza de osamentas de sus familiares.

En una actividad que consideran íntima, algunos llegan desde 15 días o una semana antes para alistar detalles del ritual, ese es el caso de Carlos Cach, quien acude al panteón principal para limpiar los restos de sus abuelos y su hija, y darles la bienvenida el dos de noviembre, fecha en que preparará sus platillos para recibirlos en su morada.

“Cada año vengo a la limpieza de huesos, pero trato de hacerlo más seguido; aquí tengo a mi hija que murió hace unos años por una enfermedad, esta es una forma en que la siento cerca, pues uno nunca sabe a quién tiene que visitar. Cuando vengo me alegro, porque cuando saco los huesos de la caja es como si la tuviera de nuevo conmigo”, contó.

Con la mirada fija en los huesos que limpiaba, con indicios de llanto por la nostalgia de no tener presente a su hija, don Carlos explicó que cada vez que la visita brotan los recuerdos de cuando era niña, cuando jugaba en casa, así como los primeros días que la llevaban a la escuela, por lo que consideró que esta actividad es una forma de mantener vivo su recuerdo.

Con suavidad y gentileza sacó la caja donde están los huesos de la difunta y con calma, en una plática breve la saludó, “¿cómo estás?, ya tiene rato que no te veo, tus huesos ya se van limpiando”, mientras reemplazó el paño que presentó indicios de polvo, así como de piel seca, por uno nuevo, blanco, bordado con flores y el nombre de la finada.

Explicó que a los muertos cada año se les tiene que cambiar el paño, al representar la vestimenta del difunto, también es necesario cambiarles las flores, e incluso retocar o pintar de nuevo la cripta donde están depositadas las osamentas, ya que esa es ahora la vivienda del muerto, por lo que de acuerdo con la creencia, esta representa el cariño y afecto de sus familiares.

Cuerpo determina si fue bueno o no

De acuerdo con las creencias de los antiguos, la forma en la que el cuerpo de una persona termina al llegar su muerte representa si fue buena o no, “a nosotros siempre nos dicen que si un día le pegas a tu madre se te pudre la mano, pero no siempre es así, cuando uno muere y la piel no se cae, es cuando sabemos quién hizo bien o mal, por eso hay huesos que continúan con la piel seca pegada”, relató.

Para que el cuerpo de una persona pueda ser removido del panteón tiene que pasar un tiempo mínimo de tres años para que al abrir el ataúd se determine si es viable o no, antes se debe solicitar un permiso al Ayuntamiento para proceder con la exhumación, así si las condiciones del cuerpo lo permiten, pueda ser trasladado al cementerio principal e incorporarse a las festividades del Día de Muertos.

Historia de la creencia

El licenciado en Historia y Cronista de la Ciudad, Aarón Pérez Durán, explicó que en Pomuch la limpieza de huesos tiene una antigüedad de al menos 150 años, situación que ya es considerada como una costumbre y tradición de la población, por lo que al ser más antigua que la aprobación de la ley en materia penal, tiene derecho a prevalecer cada año sin que haya sanción por parte de la autoridad.

“El caso de Pomuch es singular, ellos celebran a su manera la llegada de los difuntos, pero eso es debido a las creencias de los mayas antiguos; desde el punto de vista legal no puede sancionarse porque el uso y las costumbres imperan sobre el derecho positivo, entonces ahora con la perspectiva de la cosmovisión de los antepasados, la muerte no es el fin de la vida, es un paso más de la vida para reencarnar en otro ser vivo”, explicó.

La limpieza de huesos en Pomuch tiene una forma estructurada de realizarse, por lo que al ser removidos de la caja donde fueron depositados deben limpiarse de “abajo hacia arriba”, es decir, comenzar con los huesos de los pies, subir por las piernas, pelvis, tórax, cuello, hasta el cráneo con los restos de cabello peinados, si es que cuentan con él.

Contó que a diferencia de otras religiones identificadas en el Estado, en las creencias mayas, los habitantes no le temen a la muerte, por el contrario, consideran el deceso como una de las formas de expresión de la vida más importantes, ya que al fallecer el alma de la persona desciende al inframundo conocido como “Xibalbá”, donde sería juzgada la vida que llevó y saber si reencarnaría como persona, animal o en su caso, sería castigado por los dioses.

Pérez Durán aseguró que en la ideología maya la única garantía de que una persona murió es que haya sido olvidada, ya que mientras exista en el recuerdo, en la mente de los amigos y familiares siempre estará presente, independiente de si su alma abandonó su cuerpo terrenal.

De acuerdo con lo estipulado en el artículo 281 del Código Penal Federal, al que viole un túmulo, sepulcro, sepultura o féretro, así como al que profane un cadáver o restos humanos con actos de vilipendio, mutilación, brutalidad o necrofilia, le serán impuestos de uno a cinco años de prisión.

El licenciado en Derecho Hugo Espadas Marín expuso que si bien la actividad está permitida en la comunidad de Pomuch por usos y costumbres, estas deben realizarse en el ámbito de jurisdicción de la misma demarcación, es decir, que a pesar de que una persona nacida en Pomuch quiera realizar la actividad en otro Estado incurre en un delito previsto por la norma.

“Si bien es cierto que los usos y las costumbres prevalecen en ese caso, eso solo aplica en el mismo lugar donde es originario; si una persona quiere replicar esa actividad en un Estado distinto o incluso en Tenabo o Campeche capital, incurre en un delito porque la excepción sólo es para el pueblo, no para una persona”, advirtió.

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AA