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Yucatán

Pobladores de Celestún acusan al empresario Melgen Charruf Navarrete de querer edificar el club 'Marela Life' dañando 8 hectáreas de mangle

La costa poniente de Yucatán, al parecer, se ha convertido en un botín para las inmobiliarias; primero fue Sisal, y ahora POR ESTO! Detectó la deforestación de ocho hectáreas de mangle ocurrida hace unos días al amparo de la noche, a la orilla de la playa de Celestún, donde, según pobladores, el empresario Melgen Charruf Navarrete pretende edificar un club de playa, que, de entrada, no es del agrado de los habitantes, quienes han organizado guardias civiles para vigilar la zona y evitarlo.

“Queremos que no regresen las maquinarias, van a acabar con todo”, explicaron a los periodistas, tras vencer la desconfianza, pues pensaron que los comunicadores “eran gente de la constructora”.

Montados sobre motocicletas, sin placas, unos 15 hombres, sin armas, patrullan zonas para defenderse de otros grupos organizados. “Estamos defendiendo nuestras tierras”, expresaron, cuando POR ESTO! Verificaba la expansión de desarrollos inmobiliarios por la zona Oriente de Celestún y se capturaban imágenes del daño al mangle.

“¿Quieren ver la verdadera deforestación? Los vamos a llevar para que vean lo que está pasando acá”, comentó uno de ellos para, de inmediato, guiar a los reporteros a través de un camino de arena hasta llegar frente a la extensión de dunas ya nivelada. En ese lugar, la afectación al mangle y la barrera natural de arena es grave. “Es de Melgen Charruf Navarrete”, dicen, sin temor a equivocarse. Ese nombre había de “reverberar” durante toda la charla con los celestuneses guardianes como responsable de daño, en el recorrido del reportero gráfico, en moto, para documentar la zona devastada.

La primera denuncia de quienes se dicen afectados fue que el desarrollador inmobiliario, con argucias legales, y gracias a sus influencias, logró inscribir el predio aun sin tener una división exacta, un requisito indispensable porque se trata de terrenos federales, que estaban en manos de los habitantes desde hace más de 30 años.

En diciembre de 2018, POR ESTO! Publicó una disputa de los hermanos Ismael y Jorge Charruf Navarrete por un rancho en el Oriente de Yucatán, valuado en 150 millones de pesos, contra Melgen. Incluso salió a relucir que los dos primeros contaban con guardias armados. Fue un escándalo.

Ahora es uno de los hermanos, Melgen Charruf a quien señalan de apropiarse de una extensión de playa en Celestún, que mandó desmontar durante la noche. POR ESTO! Observó que una maquinaria había aplanado la arena, que había depósitos en los alrededores de mangle y otro tipo de flora, con daño evidente de la duna, que es una barrera natural.

El proyecto de Charruf se denomina “Marela Life”; mide unos 800 metros, aunque podría llegar un kilómetro y medio. La versión de la “guardia civil”, es que a la zona ya le cambió de nombre, la presenta como “Playa Bonita”, aunque es “Caracoles”. De la noche a la mañana, Melgen hizo los trámites ante el Catastro y el Instituto de Seguridad Jurídica y Patrimonial de Yucatán (Insejupy) y sorprendió a los dueños anteriores, que son habitantes de Celestún, y que no tienen los documentos de propiedad o están vencidos.

Esta es solo una muestra de que Celestún también es un filón para desarrolladores voraces. El crecimiento poblacional es una prueba fehaciente: hace 10 años, era de 10 mil personas; hoy es de 13 mil. El 60 por ciento procede de pueblos pescadores de Campeche y el 40 por ciento son locales, nacidos en Celestún, y avecindados. Sin embargo, el aumento demográfico está vinculado con los proyectos inmobiliarios.

Así, la playa de Celestún se convierte en un botín de los empresarios que ven en ese puerto de pescadores y de turismo, un nuevo filón de oro para aprovechar. Lo mismo pasa con Sisal, denominado “Pueblo Mágico”, donde los Campos Agüero también intentaron sentar sus reales, apropiándose de grandes extensiones para proyectos inmobiliarios que finalmente, tras ser exhibidos, quedaron suspendidos por las autoridades federales.

En este contexto, la llamada “guardia civil”, que retuvo a los reporteros, busca a su manera detener la ocupación de los desarrolladores, porque, al parecer, han acudido a las autoridades para promover denuncias.

Las guardias funcionan de la siguiente manera: a lo largo de la carretera que conduce al hotel Ixim, tiene puestos de vigilancia; apenas observan que algún vehículo desconocido circula por la zona, lo interceptan y lo mantienen vigilado. Según ellos, la idea es evitar que más empresarios ocupen tierras que no les pertenecen o que los madruguen con maquinaria pesada para desmontar las extensiones de mangle.

Explicaron que los dueños de la tierra son entre 600 y 700, pero de un tiempo para acá, en el Catastro y en Insejupy han “aparecido” nombres de empresarios, quienes ahora limpian la zona sin importar el daño ecológico y sin respetar los derechos de antigüedad de los posesionarios. Citaron a Jorge Casares, Julián Carrillo, Francisco Ubeda, Alan Molina, Alejandro Cuevas Mena y Juan José Canul Pérez, estos dos últimos políticos conocidos: Cuevas Mena fue diputado local y actualmente es consejero nacional del Partido de la Revolución Democrática; Canul Pérez fue alcalde de Umán, diputado federal y titular de la Secretaría de Desarrollo Rural durante el gobierno de Rolando Zapata Bello. 

A bordo de sus motocicletas, condujeron hasta la calle 12, donde -acusaron- el alcalde José Asunción Ramírez, de filiación panista, de levantar un “hotel”; se observa una construcción de dos niveles, con unas dos decenas de cuartos. Según los afectados, tiene como socio a Héctor González, un funcionario del Ayuntamiento de Mérida.

Ellos alegan que están bien asesorados y saben que Celestún carece de un Programa de Desarrollo Urbano, por lo que el Alcalde o cualquier empresario puede usar sus influencias para acceder a terrenos de alto valor frente a las playas.

 

(Continuará…)

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LV