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Los lotes de vivienda en Mérida se han ido reduciendo cada vez más debido al descontrol urbano que tiene el Ayuntamiento, además que ahora es un lujo adquirir una casa

La capacidad adquisitiva del obrero y los ordenamientos urbanos del Ayuntamiento de Mérida han reducido los lotes de vivienda a una mínima expresión de siete metros de frente por 15 de fondo, es decir, 105 metros cuadrados, insuficientes para garantizar el bienestar de las familias.

En el pasado, en su mejor época, era de 12 metros de frente por 24 de fondo, esto es 288 metros cuadrados, según aseguraron directivos de la Federación de Trabajadores de Yucatán, filial de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Luis Briceño Contreras y José María Fernández Medina, líder estatal y secretario de organización, este último integrante del Consejo Consultivo del Infonavit, respectivamente.

La FTY sigue siendo “gestora” de vivienda para los obreros; sin embargo, las modificaciones legales que se han efectuado en los últimos 20 años redujeron su capacidad de intervención.

De hecho, de la mano de la FTY se realizaron más de 25 fraccionamientos populares en los últimos 50 años, entre ellos Ciudad Caucel, Fidel Velázquez, Nora Quintana, Pacabtún, Mayapán, por citar algunos, que le dan sentido popular a la capital yucateca.

Pero los tiempos han cambiado, incluso la capacidad económica del obrero y el tamaño de las casas. Las viviendas que se dotaron en la colonia Alemán, los lotes eran de 12 metros de frente y 24 de fondo, con la posibilidad de que algunas familias pudieran adquirir doble espacio y hacer predios más grandes y espaciosos.

Antes, del piso al techo había una medida de 2.20 a 2.40 metros, lo que le daba frescura a la casa y las familias podrían vivir con mayor comodidad. Además, los cuartos eran de 4 x 4 metros o poco más, pero ahora están en su mínima expresión de 3.20 a 3.12 metros, en algunos casos, y la altura es ridícula, pues hasta con las manos puedes tocar el “ventilador”, si es que te alcanza para uno.

Fernández Medina subrayó que actualmente el Gobierno del Estado ya no tiene tierras para vivienda, es decir, no tiene reserva territorial destinada para los obreros, pues todo quedó en manos de las cámaras y de los desarrolladores privados.

Los salarios actuales van de 6 mil a 12 mil pesos mensuales y las viviendas económicas de 550 mil a 650 mil pesos, resulta difícil para un trabajador acceder a ellas. Hasta hace poco, los gobiernos federales establecieron programas que permitían al trabajador obtener un pie de casa, a través de subsidios de la Comisión Nacional de Vivienda o mediante el Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo).

En la actualidad, las leyes admitidas por el Ayuntamiento de Mérida permiten a los desarrolladores lotes muy pequeños (algunos les llaman chiqui-lotes), de siete metros de frente por 15 metros de fondo, que no pueden garantizar el bienestar familiar.

El Plan de Desarrollo Urbano de Mérida no está considerando que las nuevas plantas que se asientan en la capital, que representan inversión y generación de empleos, requieren de vivienda cerca para sus empleados.

Es obvio que Mérida tampoco tiene Fundo Legal, así como el Gobierno no tiene reserva territorial para vivienda obrera.

Fernández Medina recordó que esta “caída” de la vivienda empezó desde el año 2000 durante el Gobierno de Vicente Fox y en Yucatán con Patricio Patrón Laviada, quien fue el último que permitió que la FTY impulsara dos proyectos en Ciudad Caucel: Balcones I y Balcones II.

Desde los años 70 a 90, la FTY realizaba sorteos para obreros y así se fundó la Fidel Velázquez, la Nora Quintana, los Vergeles y Juan Pablo II, Tixcacal Opichén y Las Águilas.

Durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto, se dotaron pie de casas de una recámara con la posibilidad de crecer a dos, lo que permitió al obrero tener la certeza de un patrimonio. De hecho, Fernández Medina recordó que se entregaron pie de casas en Tixcacal Opichén, donde los obreros pudieron construir más cuartos.

En la actualidad, los precios también han impactado en la construcción, aunado al elevado costo de los terrenos. Sin embargo, aún se puede hacer vivienda para el obrero, sobre todo cerca de su sitio laboral.

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LV