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Un estudio del Laboratorio Nacional de Resiliencia Costera advirtió, desde 2017, que el área donde hoy se ubica el complejo inmobiliario lindaba con un área “significativamente impactada por desarrollo urbano no sustentable” y que su “salud ambiental” era regular

En el 2017, un año antes de que surgiera el desarrollo inmobiliario Paraíso Sisal, el Laboratorio Nacional de Resiliencia Costera (Lanresc) publicó un estudio en el que diagnosticaba la salud de la costa yucateca: la región donde está el otrora puerto más importante de Yucatán aparecía en el límite con “mala” y, a pesar de esto, el proyecto de Víctor y Daniel Campos Agüero fue amparado por las autoridades federales, entonces encabezadas por Hernán José Cárdenas López, delegado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

“En general, la costa de Yucatán recibió una calificación de B (regular). Sin embargo, la calidad del agua no es óptima en ninguna parte de la costa estatal. Además, la región dos está significativamente impactada por desarrollo urbano no sustentable”, advirtieron los especialistas en 2017.

La zona a la que se refieren va precisamente de Sisal hasta poco antes de Dzilám; de los siete indicadores que utilizaron para la evaluación, cinco están en “rojo”, una advertencia de lo que puede ocurrirle la costa Nororiente, donde -también señala la organización en una investigación más reciente, de 2021-, hay un “aumento de turistas y jubilados” y una creciente “demanda de espacios para turistas y segundas residencias”, como las que construye Inmobiliaria Paraíso Sisal.

En Sisal, dice la organización, “en los últimos años el turismo ha cobrado fuerza. Además, el crecimiento de los asentamientos humanos, el cambio de uso de suelo, la pérdida de barreras naturales y el incremento del nivel del mar, son algunas problemáticas que requieren la implementación de medidas de manejo y conservación de sus recursos naturales”.

Alertas coincidentes

Precisamente ayer publicamos las declaraciones del científico del área de Recursos del Mar del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Jorge Alfredo Herrera Silveira, quien advirtió que el complejo inmobiliario de los hermanos Daniel e Víctor Campos Agüero es “un ejemplo de lo que puede suceder en más de 350 kilómetros de litoral yucateco en unos años”, es decir, devastación y privatización.

 El mal ejemplo está corriendo por toda la costa y el propio investigador denunció cómo particulares prácticamente se adueñaron de una parte de la playa al construir un muelle como “propiedad privada”. Por esto, pidió establecer por ley que no se den más permisos de construcción sobre las áreas vulnerables de la costa sino hasta verificar cuál es la situación actual y, en su caso, recuperarlos.

POR ESTO! ha documentado a fondo cómo, para llegar a lo que hoy es Paraíso Sisal, Víctor y Daniel Campos Agüero se hicieron de los favores del Gobierno del Estado, encabezado entonces por Ivonne Ortega Pacheco, que prácticamente les entregó, mediante el decreto 293, publicado en 2010 en el Diario Oficial del Estado, una zona de lo que formaba parte de la Reserva Estatal de El Palmar, según lo estipulado por la administración de Patricio Patrón Laviada.

Desde entonces, el hoy Cártel de Sisal maquinó la venta en pedazos de una de las playas privilegiadas por su índice de conservación; sin embargo, no obtuvieron los permisos necesarios. Extrañamente, muchos años después, lograron el aval para instalar infraestructura de urbanización en un predio fraccionado en 416 los lotes, gracias a que la delegación de Yucatán de la Semarnat, a cargo de Cárdenas López, requirió -y consiguió- el cambio de uso de suelo de terreno forestal, para ampliar los caminos en la zona de la costa.

La dependencia federal hizo oficial la decisión de permitir la explotación de la otrora reserva natural un oficio del 26 de febrero de 2018, identificado como 724.4/UGA-00098/0000492, para dar paso a la “Urbanización, electrificación, ampliación de camino existente y apertura de un nuevo camino de acceso para un predio formado por los tablajes catastrales: 1896, 2888, 2889, 4802, 4803, 4804 y 5565 denominados Paraíso Sisal, ubicado en el Puerto de Sisal, Comisaría de Hunucmá, Yucatán”.

El documento resalta que el proyecto de urbanización, ampliación del camino costero, apertura de un nuevo sendero y la electrificación de los lotes “no incluye o involucra en sí la construcción de viviendas, sino que ésta correrá a cargo de cada comprador de lote realizar trámite correspondiente”, ya que este tipo de edificaciones pueden afectar las dunas de arena, así como perturbar la vegetación del terreno.

Por ello, las autoridades ambientales dieron “por cumplido este criterio” para su aprobación. Esto contradice las autorizaciones que dieron lugar a las edificaciones posteriores emprendidas por la inmobiliaria. Sin embargo, al margen de la ley, el promovente, al igual que la Inmobiliaria El Palmar de Sisal, presentaron nuevos proyectos para continuar con la construcción de su desarrollo en lo que antes era parte de la Reserva Ecológica El Palmar.

No solo eso, para dar viabilidad a la ampliación del camino con un total de 12 mil 930 metros cuadrados, así como la apertura de un nuevo sendero de cuatro mil 978 metros cuadrados, el oficio de la Semarnat requirió el cambio de uso de suelo, a pesar de que la misma autoridad ambiental reconocía que el proyecto estaba junto a una reserva ecológica.

Poco “saludable”

Un año antes de aquella autorización irregular, en la “Tarjeta de Reporte para la Costa Yucateca 2017”, el Lanresc publicó los resultados de un estudio elaborado con varios expertos en diversos talleres durante la temporada primavera-otoño de 2017 y años anteriores”, que contiene “indicadores de salud del medio ambiente”, que “permiten establecer una línea base ambiental para priorizar programas de monitoreo con el fin de apoyar estrategias de manejo y toma de decisiones”.

Con parámetros como condición de la playa, cobertura de pastos marinos, calidad del agua y condición del manglar, entre otros, la organización -una asociación entre instituciones de investigación de distintas regiones de México- determina que el estado de salud de toda la costa yucateca es “regular”, con clasificación B, y color amarillo. Sin embargo, resalta que la región 2 -de cuatro, en total- está significativamente impactada por desarrollo urbano no sustentable; tiene una calificación “mala” y está en color rojo; empieza precisamente en Sisal y termina unos kilómetros antes de Dzilam de Bravo.

Esta zona está reprobada en cinco de las siete mediciones: ancho de la playa -que cada vez es menor-; calidad del agua; pastos marinos; manglares y marea roja -es cada vez más frecuente-; sólo acierta en anidación de flamencos y de tortugas, aunque esta última es mediana.

Deterioro en la zona

Aunque puerto del municipio de Hunucmá se ubica en la escala “regular”, no está exenta del deterioro, pues la misma organización advierte que la calificación es “una mezcla de algunos indicadores que cumplen los parámetros de buena salud y otros que no lo hacen”.

Además, en una “Tarjeta de Reporte” más reciente, de 2021, la organización desgrana otros factores negativos en donde hoy los hermanos Víctor y Daniel Campos Agüero venden “la última playa virgen de Yucatán”; señalan, por ejemplo, que hay marginación, es decir, que sectores de la sociedad carecen “de las oportunidades para el desarrollo y de la capacidad para encontrarlas a partir de variables como: la educación, la salud, las condiciones de la vivienda y el ingreso a nivel municipal”, mientras el Cártel de Sisal se enriquece.

De los cinco grandes indicadores con los que califican el “Socioecosistema de Sisal” (SES): economía, manejo y gobernanza, recursos hidrológicos, biodiversidad, comunidad y cultura, y ecosistema y paisajes, Sisal está tronado en el primero y en “regular” en el resto.

En el listado de factores negativos -en los que, como hemos documentado ampliamente contribuyen obras como las de Paraíso Sisal- están también la modificación del litoral, el deterioro de la biodiversidad, aumento de desechos, contaminación de agua y suelos costeros, crecimiento de la zona urbana y conflictos sociales, entre otros.

De todo esto, las autoridades federales han hecho oídos sordos y permiten que desarrollos inmobiliarios como Paraíso Sisal, a cargo de Víctor y Daniel Campos Agüero, continúen.

Continuará…

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CC