Yucatán: Cueva de la virgen en Izamal, una de las edificaciones más altas del país

La cueva de la virgen en Izamal es una de las construcciones más altas del país; sus orígenes se remontan a las épocas prehispánicas
jueves, 7 de diciembre de 2023 · 10:42

La enigmática cueva de la Virgen tiene sus orígenes de predilección desde las épocas prehispánicas, lo cual se transformó con la conquista espiritual y la convirtió en el centro de la piedad mariana, lo que ha contribuido de forma paulatina a la fijación de ese lugar como punto de encuentro de lo divino.

Los estudios arqueológicos han señalado la importancia que este sitio tuvo en la época prehispánica con las peregrinaciones y adoración a la deidad Itzamná, señor de las letras, la medicina y el conocimiento, siendo posteriormente constituido como santuario mariano por excelencia de la Península, con la dedicación de entronización del culto a María en su título de la Pura Concepción, a la que de nuevo dio la oportunidad de fijar la sacralidad de la ciudad, porque desde esas primeras décadas de dominación española comenzaron de nuevo las procesiones para honrar a la Virgen de Izamal.

La cueva se encuentra en el costado Oriente de la gran pirámide maya Kinich Kak Moo, que se ubica al Norte de la plaza principal de la ciudad. Una de las edificaciones prehispánicas más altas del país.

De acuerdo con la leyenda, este sitio es un gran pasadizo del centro de la pirámide, donde se ubica una isleta y ahí se encuentra la imagen de la Virgen de Izamal, custodiada por dos enormes serpientes. Se dice que, en abril de 1829, un feroz incendio consumió el interior del santuario, pero que la milagrosa imagen se fue a resguardar bajo la pirámide.

Ante tal pérdida, los devotos izamaleños, el párroco y las autoridades religiosas se organizaron para traer al santuario que estaba en reconstrucción otra efigie de la Concepción que se encontraba en Mérida, que siendo de igual origen que la primera, había sido traída por el mismo Fray Diego de Landa y tallada por Fray Juan de Aguirre. Con la entronización de una nueva imagen en el santuario, comenzó entonces un rumor que ha permanecido en el correr de los siglos, que dice que cada 8 de diciembre por la mañana se realiza un cambio entre las figuras: la que está en el cerro regresa a la iglesia para ser venerada por espacio de todo un año, mientras que la otra se refugia. Se trata de un cambio que se hace todos los años consecutivamente.

Según pobladores, por el viejo camino por donde cruza la Virgen desprende un perfume de flores, que deja de percibirse en la mañana del 8 de diciembre.

Sobre este tema han escrito leyendas en el siglo pasado los izamaleños Ramiro Briceño López y Víctor R. Rosado Aranda, este último señala que un niño de escasa edad que no pasaba de los 10 años por curiosidad se metió a esta cueva y caminó por tres días, que para él fueron solamente unos momentos, hasta que se encontró a la Virgen.

A este sitio también se le conoce como la entrada a la pirámide y ha sido punto de encuentro entre feligreses. En años anteriores, la parroquia de Izamal ha realizado ceremonias en la entrada de la cueva rememorando esta mística leyenda. Y al pie de la cueva también se ha colocado a la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Izamal.

Las leyendas señalan que los indígenas mayas eran propagadores fieles de estas antiguas creencias del milagroso traslado de la imagen sagrada al interior de la cueva. Sincretismo evidente en la religiosidad del pueblo. Sobre esto, el historiador Antonio Rubial García menciona: “Esta semilla mariana fue sembrada en una tierra que veneraba, como la del Mediterráneo, a numerosas deidades femeninas y que recibió a la diosa de los conquistadores con gran beneplácito. Los indígenas, necesitados de elementos fáciles de asimilar para reconstruir su mundo espiritual y sustituirlo por el que había sido destruido, encontraron en la figura de María la piedra angular”.

Las cuevas prehispánicas tuvieron notables funciones en cuanto al culto a lo divino, a la fertilidad, a la Luna y al agua, en estrecha relación con la cosmovisión Mesoamérica, pero también a lo largo del tiempo fueron sacralizadas en siglos de peregrinaciones. 

En la actualidad, algunos devotos llevan flores y veladoras a la entrada de la cueva, como especial veneración a la Virgen que cruza esa entrada para su resguardo anual. El culto y religiosidad continúa sobre estos espacios prehispánicos, herencia cultural y patrimonial de la gran Ciudad Amarilla.

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NM