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Los espantos se han hecho presentes en las viviendas de las personas que habitan cerca del cementerio de Tizimín; aseguran que ocurren fenómenos extraños por las noches

En los panteones viven las ánimas que este Día de Muertos regresarán a sus casas para disfrutar del Hanal Pixán y a pesar de que es un lugar considerado como tenebroso, “en los 12 años que llevo trabajando en el cementerio no he visto algún fenómeno fuera de lo normal, solo he sido testigo de pleitos entre familiares por la disputa de herencias”, señaló un sepulturero.

Sin embargo, la situación no es la misma para personas que viven cerca del camposanto, donde los espantos en los hogares de las familias son continuos, pero alegan que se han acostumbrado a los ruidos extraños y fenómenos inexplicables que han observado sobre todo en este mes dedicado a los finados.

Los sepultureros del panteón antiguo El Recuerdo, José Luis Chimal y José Benito, señalaron que en el cementerio existe un ambiente de paz y tranquilidad.

“En la noche a veces hay ruidos ocasionados por iguanas y zarigüeyas que buscan grietas en las tumbas para meterse, o de enamorados que buscan un rincón para enamorarse”, comentaron.

José Benito reconoció que cuando empezó a trabajar en el camposanto, su familia no estaba de acuerdo debido a las creencias que giran en torno a este oficio, “pero actualmente se han acostumbrado y lo ven normal”.

Al hablar de la muerte, dijo que “la vida es bonita, hay que saber vivirla, pero a veces no aprendemos a hacerlo”, y que morir es algo natural que a todos les acontecerá en algún momento, “solo hay que estar preparados en el momento que el alma deja el cuerpo físico”.

Sobre su trabajo, comentó que lo más loable es que en el panteón“existe tranquilidad, hay una profunda paz, dicen muchos que asustan, pero no es cierto, hay una enorme serenidad”.

En el mismo panteón trabaja José Luis, quien al igual que José Benito lleva 12 años haciendo este oficio. Chimal señaló que cuando empezó a laborar en el cementerio su familia se oponía alegando que hay muchos microbios, incluso lo más difícil que vivió fue en la pandemia del coronavirus, pues había el temor de contagio, sin embargo, conforme el tiempo transcurrió se fue disipando dicho miedo.

Detalló que en el panteón hay un ambiente de tranquilidad, pues los muertos están descansando, “lo único que sucede durante los funerales son los pleitos entre los familiares de los difuntos que disputan propiedades como casas, terrenos e incluso dinero”.

Situación diametralmente opuesta para los vecinos que habitan frente al camposanto.

“Ya me acostumbré a las travesuras de los muertos y a vivir cerca del cementerio”, expresó doña Rosi al relatar varios sucesos paranormales que ocurren en su hogar.

“Hace más de 16 años que vivo en este lugar y desde esas fechas empezaron a ocurrir fenómenos extraños en el hogar, incluso recientemente mi esposo compró unas cámaras para tener evidencias de los que ocurre por las noches, pero curiosamente los aparatos se quemaron”.

Doña Rosi, como cariñosamente la conocen por el rumbo, relató que ven a un enorme gato negro caminar sobre el techo de láminas de zinc por las noches, incluso antes de que le pusieran las puertas a su pequeño local, el animal hacía sus necesidades fisiológicas en todo el corredor, por lo que optó cerrar la casa para que no entre el minino.

Además, dijo que han observado que por las noches un perro negro sale del sitio y se enfrenta a los demás lomitos del rumbo. “Las veces que lo he visto se asemeja a un viento, ya que atraviesa los barrotes de la entrada del panteón y hace que los otros canes aúllen y lloren”.

Agregó que en su casa han pasado cosas extrañas, como la presencia de alguien que se acuesta al lado de su marido mientras duerme, por lo que colocaron las cámaras que a los pocos días se quemaron, “y mi marido con todo y sofá fue arrastrado hasta la sala”.

Otro de los relatos que mencionó doña Rosi y que le platicaron alumnos del Instituto Tecnológico de Tizimín, es que cuando estos hacían un documental, en las grabaciones apareció una mujer vestida de blanco, de cabello largo, que se perdió en el tronco de un laurel ubicado a las puertas del camposanto.

Esta historia también fue corroborada por vecinos del lugar, quienes aseguran que la mujer siempre sale a vagar en las calles aledañas al cementerio y se desvanece en el mismo sitio donde se encuentra el frondoso árbol.

Sin embargo, esto pasa desapercibido para José Luis Chimal y José Benito, como si las ánimas en pena no quisieran entrar al camposanto a alterar las que viven el sueño eterno.

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NM