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Yucatán

La comisaría Flamboyanes, al Sur de Progreso se ha vuelto 'tierra de nadie' por los hechos violentos sucedidos en los últimos años

El reciente hallazgo de dos granadas, el suicidio de una joven de 16 años, el acuchillamiento de un abuelito por un joven y el vandalismo a parques recién construidos convierten a la comisaría progreseña de Flamboyanes en el “foco rojo” de la entidad más segura del país.

Ubicado a ocho kilómetros al Sur del puerto de Progreso, por la carreta que lo comunica con Mérida, la localidad tenía por nombre Campestre Flamboyanes, ya que se planeaba originalmente que fuese un fraccionamiento de tipo campestre y para distinguirlo de otros se hizo referencia al árbol; pero se ha convertido en tierra de nadie.

Ya que desde hace poco más de una década decenas de familias provenientes de diferentes municipios yucatecos y puntos del país, que huían de carencias económicas y pleitos con vecinos, se instalaron en zonas marginadas donde es común la carencia de servicios básicos, casas de cartón, calles no pavimentadas, a las que no entran ni los elementos de seguridad ni los repartidores, pues algunos han sido víctimas de asaltos; incluso, a uno lo mataron por unos cuantos pesos, en mayo de 2021.

Esto ha elevado los índices de inseguridad en la comisaría, incluso el año pasado se registraron dos homicidios y un feminicidio, que contrastan notablemente con la baja incidencia delictiva de Yucatán, el Estado con menor número de delitos de alto impacto en todo México.

Pero en Flamboyanes la historia es diferente, los hechos delictivos florecen de forma alarmante, en días recientes, como publicó POR ESTO!, aparecieron dos artefactos explosivos en el patio de un predio; se vandalizaron los juegos de un parque recién construido; se suicidó una adolescente de tan solo 16 años, la más joven en la Entidad en lo que va del año; y un abuelito de más de 60 años terminó en estado grave tras la agresión con arma blanca luego de una acalorada discusión con un familiar mucho más joven que él.

La “zona de invasores” o de delincuentes -como es denominada-, donde han asentado sus viviendas estos migrantes, se encuentra prácticamente a espaldas de las oficinas del comisario Carlos Eduardo Noyola Sosa. En esta zona se han presentado los asesinatos, asaltos y robos a casa habitación, y a pesar de que se han implementado múltiples estrategias, los lugareños reconocen que continúa la venta de psicotrópicos y alcohol clandestino, así como encubrimiento de algunos delincuentes de mayor nivel con el apoyo de la Policía Municipal.

Datos otorgados en su momento por Yamil Ali Dib Muñoz, titular de Catastro y la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat), revelan que en esa zona marginada hay dos áreas, la primera alberga aproximadamente 200 familias, alrededor de 580 personas, en terrenos del Instituto de Vivienda del Estado de Yucatán (IVEY), institución que se encarga de la administración.

La otra área mide 20 hectáreas que pertenecen al empresario fallecido, Manuel Rodríguez Peón, El Príncipe, donde se alojan otros 500 pobladores, de los cuales el 70 por ciento son migrantes de Estados como Chiapas, Tabasco, Veracruz, Ciudad de México, entre otros, y el otro 30 por ciento lo constituyen progreseños que se han establecido o han formado familias con los“foráneos”.

En estas zonas es común la carencia de servicios básicos como agua potable, energía eléctrica, calles pavimentadas, banquetas y hasta piso de concreto en las viviendas, incluso hay una zona conocida como “Cartolandia” por las viviendas construidas con ese material.

La región se caracteriza por la prácticamente nula seguridad, lo que genera que incluso hasta repartidores se nieguen, no solo a entregar pedidos, sino a pasar por el lugar, pues algunos han sido víctima de asaltos, incluso a uno le quitaron la vida por unos cuantos pesos en mayo de 2021.

Este “foco rojo” en una de las Entidades más seguras del país enfrenta problemas con vandalismo, asaltos con arma blanca, disputas vecinales y muertes autoinfligidas. En 2021 se registraron dos casos de homicidios, uno de ellos feminicidio, y en 2022 ya ocurrieron tres, lo que coloca a la comisaría en el ojo del huracán a causa de la violencia y el abandono de las autoridades.

Los dos primeros homicidios del año pasado se perpetraron el 15 de enero, cuando María Canul López y su pareja sentimental, Even Cruz, (a) Mala Vida, fueron asesinados por la expareja de la mujer Sergio O., un exmilitar; el tercer homicidio fue el 27 de enero, cuando Manuel Ortiz López (a) Chicken, de 31 años de edad, perdió la vida al ser atacado con un arma blanca por J. E. M. O., de 19 años de edad, cuando se desplazaba en su bicicleta.

El último problema se registró el pasado 7 de noviembre, cuando Patricia Z.M. y Dayana G.R., fueron víctimas de un atentado, por disputas una inquilina le prendió fuego a su casa de cartón.

La principal causa de que Flamboyanes sea considerada una de las zonas con más delincuencia del Estado, ganándole el primer puesto a Kanasín, es el vandalismo, pues se dan al menos tres riñas a la semana causadas por adicciones, confrontaciones sentimentales e incluso invasiones entre los mismos pobladores; sin embargo, el robo a casa habitación y los asaltos a mano armada han tomado fuerza en los últimos años.

Derivado de dichos acontecimientos, la Policía Municipal de Progreso, con apoyo del Estado, estableció retenes en la entrada y puntos claves de Flamboyanes, pero solo durante tres semanas; después regresaron los criminales. El comisario de la comunidad, Carlos Noyola Sosa, calificó de insuficientes las rondas de vigilancia de la Policía Municipal.

Noyola Sosa reconoció que a raíz de los retenes la delincuencia en la comisaría ha descendido, pero se quejó de que no cuentan con una base policiaca o una caseta para que la policía tenga comunicación con la ciudadanía en caso de suscitarse algún percance.

Desgraciadamente, se volvió a suscitar otro asesinato, por lo que buscó la manera de entregarle la petición al gobernador Mauricio Vila Dosal, y desde fin de año Flamboyanes forma parte del programa Construyendo Paz y gracias a eso ya se está habilitando una caseta para la vigilancia permanente”, abundó.

El funcionario aseguró que la violencia se desató por la llegada de invasores. “Hemos hablado con ellos para decirles que, si quieren vivir aquí tienen que portarse bien, y si no se calman tendrán que irse y hasta eso nos ha funcionado, pues los conflictos han disminuido muchísimo en un lapso de seis meses”, además han implementado policías vecinales y grupos en redes sociales para generar más confianza entre los ciudadanos.

Pero los vecinos señalan que, aunque la delincuencia ha bajado en los últimos meses y la vigilancia es “un poco más continua”, el miedo no los deja vivir en paz.

“Todavía estamos temerosos de los homicidios y los asaltos; aún se ven personas borrachas en la calle y se puede pensar cualquier cosa, pero debo admitir que ya bajó demasiado la delincuencia, no solo por el comisario, sino por la disposición de todos nosotros, aun así, las jovencitas, los niños y cualquier persona no está segura en este lugar, nos quedamos, ya que no tenemos a dónde ir”, señaló María Dzul Puc.

Ejemplificó con los pescadores que viven en la zona, “que cuando tienen dinero se la pasan bebiendo y gastando a lo loco, pero al momento que se les gasta empiezan a ver a quién fregar, se meten a las casas de los vecinos a ver qué roban; se le ha dicho a los policías que dan los supuestos rondines, pero no hacen nada”.

“Mi esposo y yo trabajamos y queremos lo mejor para nuestro hijo, y cuando recién me pasé a vivir por aquí había personas que tocaban en la madrugada a mi casa preguntando si vendía droga, eso fue varias veces; aquí en la zona todos sabemos quiénes venden droga y hasta los policías lo saben porque se los hemos dicho, pero no hacen nada, porque se dice que son peces grandes y no se quieren meter en problemas, se rumora que hasta sus mordidas les dan para que no digan nada. De nada sirve que pongan vigilancia en la entrada de Flamboyanes, si aquí está la mata de la delincuencia, la caseta de seguridad no ha sido terminada y eso también influye mucho”, señaló a su vez J.Q.T., vecina que omitió su nombre por cuestiones de seguridad.

Enfermedades

La carencia de servicios básicos, como energía eléctrica y agua potable, han potenciado diversos problemas de salud, como las enfermedades de la piel (acarosis o sarna humana) por falta de higiene y al vivir en una zona terrosa; enfermedades gastrointestinales por el mal lavado y preparación de los alimentos.

El agua se abastece a través de una pipa, pero ninguna casa cuenta con tinaco, por lo que terminan llenando entre dos y tres recipientes (cubetas, ollas o trastes) para sus necesidades, como bañarse, lavarse las manos, lavar los alimentos, la ropa y el aseo de la vivienda.

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AA