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De abril a junio aumentó a 33.1 por ciento los conflictos vecinales en diversa colonias y fraccionamientos de Mérida, en comparación al primer trimestre del año, revelaron datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La investigación, revelada en la primera quincena de junio de 2021, señala que hubo un aumento drástico en los enfrentamientos vecinales en el primer semestre de este año.
Al comparar los pleitos registrados en los primeros tres meses de este año con los del segundo trimestre, los conflictos entre vecinos subieron 33.1 por ciento por motivos como: ruido con el martillo o del taladro; volumen alto de la música o fiestas; basura tirada o quemada por vecinos en su jardín, cochera o áreas comunes; falta de pago en cuotas vecinales; así como conflictos con los padres de los niños que viven en la zona; o daños a sus casas por rayones o golpes; y que les desinflen las llantas de su automóvil.
De acuerdo con la ENSU del mes pasado, de las 285 mil 106 personas de la capital del estado que admitieron haber tenido un conflicto directo en los últimos tres meses, 123 mil 464 ciudadanos reconocieron que se pelearon con sus vecinos, lo que representó un 14.3 del 33.1 por ciento.
En contraste, en marzo de 2021, los datos de la encuesta del Inegi mostraron que de los 212 mil 172 habitantes de Mérida que reconocieron haber tenido un conflicto directo con algún vecino, familiar o autoridad de gobierno en los tres primeros meses del año, 98 mil 315 personas tuvieron una pelea con residentes cercanos a su vivienda, significando el 12 del 25.9 por ciento del total.
Juntando las encuestas de ambos periodos, se muestra que en el segundo trimestre de 2021 descendió la tolerancia y capacidad de convivencia entre los vecinos de las diferentes colonias y unidades habitacionales de Mérida, por lo que la agresión e irritabilidad se tradujo en un mayor número de conflictos, los cuales también podrían estar vinculados al aislamiento y el cambio de rutinas que trajo la pandemia.
En ese tenor, la Encuesta de Acceso a la Salud y Estado de Derecho en el marco del COVID-19, presentada a finales del año pasado por World Justice Project (WJP), advirtió que, el 27 por ciento de las personas admitió que el encierro les produjo una enfermedad derivada del estrés.
Tras el confinamiento, una cuarta parte de la población confesó que tras nueve meses de mantener el aislamiento, se elevó su estrés, que a su vez, fue el causante de otros padecimientos como gastritis, migraña, depresión y ansiedad.
Al respecto, el director de la Clínica en Justicia Terapéutica del Estado de Yucatán (Cijutey), Paulino Dzib Aguilar, consideró que detrás de las peleas vecinales que se suscitaron en la capital yucateca, está un cúmulo de frustraciones que se expresan a través de la ira.
El entrevistado relacionó los pleitos vecinales registrados en los periodos anteriormente estudiados con los efectos derivados de la pandemia, como el encierro, la pérdida de empleo, el temor a morirse, así como el estrés postraumático, que aunado al cambio de temperatura, promueve que la gente se ponga iracunda.
“En Yucatán aumentó la violencia intrafamiliar. Acá se ve cómo la ira se fue para afuera y ahora empieza abrirse en el espacio público porque se están teniendo conflictos porque la gente está irritada”, mencionó el doctor en Problemas Sociales, quien además indicó que la gente ya se está posicionando en una condición para tener conflictos interpersonales.
En ese tenor, el experto agregó que el cambio de temperatura provoca alteraciones en el sistema metabólico, lo que aumenta el consumo de drogas, sobre todo las lícitas, como es el alcohol.
Para dar solución a este problema de salud, Dzib Aguilar señaló que se deben dar espacios de contención, pero antes de hacer eso, se debe saber cuál es la gravedad de esta condición de salud mental.
GH
