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Empresario explica que es necesario dotar a los productores de maquinaria con tecnología mejorada para que estos logren desfibrar las pencas en menor tiempo

El cultivo del henequén está condenado a desaparecer, en menos de 20 años, si no somos capaces de integrar a los productores y a las futuras generaciones, al primer proceso de su industrialización, dijo el productor Rafael Mena Abud.

“El henequén se va a acabar cuando mueran los pocos productores (alrededor de 700) que todavía existen, la mayor parte casi de la misma edad -entre los 60 a 70 años-, por ser una actividad muy ardua y difícil, y las utilidades que esta rama productiva genera son muy pequeñas, especialmente para el productor, pero no para los industriales que se llevan la mejor parte”, precisó Mena Abud.

El empresario explicó que es necesario dotar a los productores de maquinaria con tecnología mejorada para que estos logren desfibrar las pencas en menor tiempo y hacer que aumente el rendimiento de sus parcelas en comparación con el sistema que se utiliza en la actualidad, con mayor margen de mermas.

Como ejemplo dijo que la semana pasada envió 16 mil hojas a una desfibradora normal que dieron 342 kilos o sea 21.6 kilos de fibra por millar de hojas.

Ese mismo volumen de hojas al desfibrarlas, en una planta que tiene en su rancho, no sólo elimina las mermas, sino que rinde entre cinco o más kilos, por cada millar de hojas, la diferencia es que cada hoja es tratada, una por una, mientras que las pencas que se desfibran en una maquinaria antigua, varias se caen o dañan, durante el proceso.

Variedades

Explicó que existen muchas variedades de henequén y gracias al sistema de cruza, ha logrado crear una planta que produce casi el doble de hojas, comparada con una tradicional, en tan sólo cuatro años y aun cuando la planta sólo produce hojas en un lapso de siete años, sus hojas de 1.60 a 1.70 metros de largo, son más gruesas y en cada corte pueden obtenerse de 30 a 40 hojas.

Mientras que una planta tradicional, que tiene un promedio de vida de 15 años, comienza a producir a los cinco años de ser plantada, con hojas más pequeñas máximo de 1.20 metros de largo y en cada corte sólo se obtiene de ocho a diez hojas.

Enseñanzas de su padre

Mena Abud reveló que fue su padre quien le enseñó gran parte de lo que sabe sobre la siembra e industrialización del llamado “Oro verde”. Recordó que desde pequeño ayudaba a su papá en las labores del campo y en uno de los fines de semana, cuando  regresaba de Motul, donde estudiaba la primaria, al preguntarle a su mamá dónde estaba su papá, la respuesta fue que estaba pintando el henequén (proceso que se acostumbra antes del (mateo) o primer corte de hojas, cuando éstas alcanzan una medida de 1.20 metros de largo, método que permite obtener entre 30 a 35 kilos de fibra, por cada millar de hojas, lo que no sucede, si las hojas son de menor tamaño, lo que además propicia que el cogollo de la planta comience a cerrarse y obviamente la planta produce menos hojas, además de acortarse el promedio de vida productiva).

Retomando su anécdota, el entrevistado dijo que ese día, después de haber pintado las plantas que había en más de dos hectáreas de hileras de henequén, se percató que sólo faltaban dos hileras para concluir su labor y al ver que su cubeta no tenía pintura, ni había agua, para preparar más, pensó que su papá suspendería su labor y regresarían a la casa, pues iban a dar las 12 horas y el sol estaba brillando a gran intensidad, pero quedó sorprendido cuando su progenitor le preguntó si tenía ganas de orinar, cuando le dijo que si,  le pidió que lo hiciera en el cubo y con ese líquido preparó más pintura y lograron terminar la faena. Desde entonces comenzó a entender la importancia de ser responsable y fue cuando decidió estudiar todo lo relacionado con el cultivo del henequén.

Años más tarde, cuando estudiaba la carrera de Veterinaria, le sugirió a su padre comprar algunas cabezas de ganado, la respuesta de su papá fue: “No hijo, por mal pagado que este el henequén, éste siempre será más rentable que la ganadería”, y por eso nunca ha dejado de sembrar o cultivar el henequén.

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aarl