Pan de muerto, más de 30 años de historia en Ticul

El origen del pan de muerto, cuando menos en la Perla del Sur, tiene sus inicios entre fines de la década de los 80s y principios de los 90s, misma época en que comienzan a popularizarse en el municipio, sobre todo en las escuelas los “Concursos de altares de Hanal Pixán”, cuando los encargados de decorar los diversos altares en un afán de hacerlos más vistosos, comienzan a introducir los “Panes de muerto”, que en esta ciudad al principio solo eran los mismos panes tradicionales, pero de un mayor tamaño.

Por lo que algunos más atrevidos, comenzaron a traer los primeros “auténticos” panes de muerto desde la capital del Estado, en un afán de hacerse triunfadores en los ya concursos de altares de Hanal Pixán, ya que en un inicio solamente eran exhibiciones, así este afán de usar los panes de muerto, que en realidad tiene su origen en la época prehispánica y de acuerdo con los historiadores su tradición formó parte de los sacrificios humanos de la época precolombina y a lo largo de los años evolucionó con la llegada de los españoles hasta llegar al pan de muerto que hora popularmente se conoce, se arraiga su uso en los actuales altares y hogares ticuleños.

Siendo que en Ticul, según comentarios del señor Miguel Pino Ojeda, propietario de la panadería “El buen samaritano, que a principios de los años 90s, se contrata por su padre Don Manuel Álvaro Pino “Bali”, a un repostero de la ciudad de Mérida, para que acudiera a una de sus panificadoras a elaborar el “Pan de muerto”, ante las numerosas solicitudes que se daban a este respecto, a partir de lo cual los descendientes de Don Bali, aprenden su elaboración, surgiendo así a través de ellos la elaboración de los primeros panes de este tipo en la comunidad, que en la actualidad se han popularizado.

Al respecto el ya veterano panadero Don Emiliano Bah, que actualmente labora en la panificadora “El Retorno”, del señor Carlos Puc, señala que actualmente muchos panaderos dominan ya la elaboración de los “Panes de muerto”, lo cual aprendieron de manera empírica, al observar como los que ya lo sabían los elaboraban, lo que ha dado pie a que cada panadería tenga su propio “toque” en cuanto a sabor de estos panes, ya que cada quien tiene su propia “receta”, esto en beneficio de los clientes, que tienen de donde escoger, según las preferencias de su paladar. 

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GV