Chicán: comunidad que dio origen a la Lengua de Señas Maya Yucateca

En la comisaría de Chicán, ubicada en el municipio de Tixméhuac, la mayoría de sus habitantes usa la Lengua de Señas Maya Yucateca.
miércoles, 23 de septiembre de 2020 · 09:57

En la comunidad de Chicán, en el municipio de Tixméhuac, las manos hablan y lo hacen en maya, a través de un lenguaje de señas creado varias generaciones atrás para que las personas sordas pudieran comunicarse entre sí y también con sus familiares. Hoy es la forma cotidiana en que los sordos interactúan entre ellos, con sus esposas, hijos, amigos y conocidos.

Situada a 100 kilómetros de Mérida, Chicán tiene poco más de 700 habitantes y la pobreza es la regla. Fue ahí donde se creó una Lengua de Señas Maya Yucateca hace generaciones. Nadie sabe con certeza cuándo y cómo fue pero quienes hoy la dominan lo hacen desde pequeños y la usan cotidianamente para comunicarse con sus papás, sus tíos o con los amigos.

En la comunidad es común encontrarse con sordos, cualquiera los identifica, forman parte el pueblo, sin distinciones. Se calcula que un 70 por ciento de las familias tienen hijos o algún pariente con sordera.

Al llegar al lugar cualquiera da referencia de ellos, pues interactúan sin distinción con toda la población, así como entre ellos, reuniéndose en alguna tiendita o en la pequeña plaza. Son comunes las visitas de investigadores o medios de comunicación.

Una de las hipótesis del alto número de pobladores sordos en Chicán lo atribuye a factores genéticos, por la endogamia, ya que el pueblo se fundó a partir de una familia que fue creciendo. Han sido comunes las uniones entre familiares, por lo que incluso muchos comparten el mismo apellido.

Los habitantes de Chicán identifican a 17 personas sordas en el poblado que usan la Lengua de Señas Maya Yucateca, pero una gran cantidad de gente la domina, incluso los que pueden oír. En la población hay sordos que se casaron con quienes no lo son por lo que sus hijos, aunque no tengan la discapacidad, aprendieron de manera natural este sistema de comunicación.

Santos Braulio Collí Collí tiene 59 años y es sordo. No recuerda exactamente cuándo aprendió a usar la Lengua de Señas, pero dice que desde pequeño empezó con ella porque convivía mucho con su tío Teodoro, uno de los ancianos del pueblo que falleció hace poco y que se presume fue uno de los “inventores” de esta forma de comunicación.

En la visita a Chicán, la joven Merli Isabel Collí Hau, quien tiene 18 años, ayuda como traductora, domina la comunicación con las manos, habla maya y español.  Es hija de Santos y por ello aprendió la Lengua de Señas Maya para poder comunicarse con él e incluso, ahora, luego de que ha trabajado con investigadores que han llegado al lugar a estudiar el tema, tiene la inquietud de estudiar Lingüística en la Universidad de Oriente de Valladolid. Ahora sólo espera que pase la pandemia.

Como otros sordos, Santos se casó con una mujer que no escucha perfectamente, se trata de Silvia del Socorro Hau Cuxim. Santos admite que sí le costó trabajo conquistarla porque él platicaba mucho con sus manos, pero ella no le entendía. Pero se esforzó, la iba a visitar diario y le llevaba flores. Al cabo de un tiempo ella aprendió a comunicarse en maya con las manos.

“Sí fue un poco difícil, porque no me entendía y yo no sabía cómo explicar. Sí tuve paciencia y ella también”, comentó.

Las razones por las que hay muchos pobladores sordos es algo que no ocupa ni preocupa a sus habitantes. Como don Santos, que dijo que no sabe porqué será, pero señala que “Dios así lo habrá querido”. No sale de su comunidad muy a menudo, trabaja en la milpa, corta leña, chapea y en general lleva a cabo trabajos relacionados con el campo.

En la familia de Geli Marisol Collí Collí, de 23 años, todos son sordos: sus dos padres y dos hijos. Ella tampoco recuerda cuándo empezó a usar la Lengua de Señas, pero lo hace desde pequeña. Señala que su vida transcurre normalmente y se lleva con sordos y con quienes no lo son, con todos platica a gusto.

Su mamá, Neidi Noemí Collí Tilán, tiene 49 años y dijo que ella también “sólo la aprendió”, y los que ya tienen edad son los primeros que empezaron a crear esta forma de comunicación. Ella tampoco sale a menudo, en realidad casi nunca lo ha hecho y trabaja como costurera y urdiendo hamacas.

Los que hablan la Lengua de Señas Maya Yucateca son monolingües y por su condición, en muchos casos no fueron a la escuela. Sólo hablan el maya a través de señas pero no hablan español.

Otro miembro de la familia, el padre, don José Abstinencio Collí Collí, quien tiene 69 años, dijo que él recuerda que desde pequeño empezó a usar las señas para comunicarse y dijo que su condición nunca le ha dado ningún problema, que en el pueblo se lleva bien con todos, que nadie lo trata mal y que es de lo más común que la gente sea así.

Don Bernardino Collí, de 55 años se dedica al campo. Es mudo también y se casó con la señora Angélica Chim Catzin, quien no es sorda, pero al pasar del tiempo tuvo que aprender la Lengua de Señas.

“Así conviviendo la aprendí y ya está, así sucede”, expuso.

Otro de los sordos del poblado es Ismael Collí Tilán, casado con una mujer que no es sorda y con quien tuvo 7 hijos, 4 hombres y 3 mujeres, ninguno de ellos con la discapacidad. Comentó que hace años había más personas que tenían esta condición y hablaban con las manos, pero algunos han fallecido y quedan pocos.

En Chicán casi todos saben la Lengua de Señas Maya Yucateca, porque tienen un padre o una madre, algún tío o conocido con sordera. La interacción a través de esta forma de comunicación es parte del día a día.

Algo que llama la atención es la forma como se nombra mediante esta lengua a cada persona. En realidad, cada uno tiene una forma de identificarse, aunque no sea una formación literal del nombre. Por ejemplo, en el caso de Merli la forma de decir su “nombre” es a través de unas señas que hacen referencia a que es “hija de Santos”.

Investigación

Uno de los investigadores que ha estudiado este fenómeno más de diez años en el poblado es Olivier Le Guen, quien escribió el libro “El habla de la mano: La Lengua de Señas Maya Yucateca y sus hablantes”.

En su trabajo, expone que muchas veces se asume que la lengua de señas es un sistema universal, pero en realidad hay otras lenguas de señas llamadas “emergentes” cuya importancia radica en que permiten entender cómo nace un lenguaje.

Plantea que lo interesante de las lenguas emergentes es que son muy recientes (entre una y tres generaciones) y son creadas por los usuarios sordos y sus familiares bilingües.

En segundo lugar son lenguas naturales como las lenguas habladas, pero tienen características especiales. Por ejemplo, en la lengua de señas hay más flexibilidad para usar la simultaneidad; esto es, que se pueden hacer dos señas al mismo tiempo utilizando ambas manos, cuando en una lengua hablada no es posible decir dos palabras al mismo tiempo.

En el caso de la Lengua de Señas Maya Yucateca, se puede definir como un lenguaje señado que se desarrolla en una comunidad de habla maya yucateca, es decir, que emerge de manera espontánea en comunidades mayas yucatecas donde nacen personas sordas.

Menciona que se considera a Chicán como un “pueblo familiar”, ya que fue fundado por miembros de una sola familia y la mayoría de los habitantes están relacionados por parentesco.

En el texto, la investigación señala que muchos miembros del pueblo cuentan con dos apellidos idénticos (Collí Collí), lo que indica que sus padres y madres están relacionados de cierta forma.

“Así, la sordera en Chicán, se inferiría, puede ser de origen genético: una consecuencia de esta situación de consanguinidad. Un dato adicional que apoya esta hipótesis es el hecho de que una pareja sorda tiene dos hijos también sordos”, señala en el texto.

Las lenguas de señas emergentes se encuentran en gran peligro de desaparición. Olivier Le Guen señala que, de acuerdo con el “Atlas de las lenguas del mundo en peligro” de la UNESCO (Atlas of the World’s Languages in Danger), la Lengua de Señas Maya Yucateca se encuentra en “peligro extremo”.

Lo anterior tiene que ver con las circunstancias de su emergencia: la presencia de individuos sordos; una vez que ya no nazcan niños sordos en la comunidad y los señantes fallezcan, la lengua indudablemente morirá.

Además porque, aunque los que no son sordos y son hablantes usan la lengua, sólo lo hacen para comunicarse con los sordos. El investigador explica que debido a que las lenguas de señas emergentes son nuevas, sufren grandes y rápidos cambios. Plantea que, en el caso de Chicán, existen cambios para expresar concordancia verbal, lo cual se nota entre la primera y la segunda generación de sordos.

Por David Rico