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Enrique Martín Briceño*

Hace siete décadas un grupo de músicos, poetas y amigos de nuestra trova conformó la Sociedad Artística Ricardo Palmerín con el propósito principal de “propugnar por el prestigio y el engrandecimiento de la canción yucateca por todos los medios posibles”. Así, para “procurar que sean debidamente honrados por nuestro pueblo los ya fallecidos consagrados compositores y trovadores Guty Cárdenas y Ricardo Palmerín”, la primera tarea que se propusieron fue trasladar a Yucatán los restos mortales de aquellos dos artistas, lo cual no lograrían hasta 1958 y 1960, respectivamente. Para entonces, ya habían traído a Mérida los restos de Pepe Domínguez, fallecido en 1950 en La Habana, y promovido la erección, en el Cementerio General, del monumento cuyo relieve central –una mestiza que canta acompañándose de guitarra– se debe al escultor colombiano Rómulo Rozo, miembro de la agrupación y autor de letras de canciones (Reina de mi alma, Los clarineros).

Pero la iniciativa de Próspero Martínez Carrillo –primer presidente de la asociación–, Roberto Sarlat Corrales, Daniel Ayala, Ermilo Padrón López, Fausto R. Cámara y Manolo López Barbeito, entre otros, no se limitó a la creación de un mausoleo para recibir los restos de los principales compositores y poetas de nuestra canción. La pasión de los integrantes de la Palmerín se volcó también en la realización de homenajes musicales y el impulso a la creación de nuevas composiciones. Así fue como produjeron conciertos, promovieron grabaciones y organizaron el concurso de canciones Chan Cil, entre otras actividades. Fue tal la trascendencia de la labor de la Sociedad Palmerín en el terreno musical que quienes hemos estudiado la historia de la canción yucateca no vacilamos en afirmar que propició su reflorecimiento. Vean, si tienen duda, los títulos de cuatro de las canciones finalistas del Concurso de Canciones Chan Cil de 1958: Despierta paloma y Me lo dice el corazón, boleros de Coqui Navarro; La tarde, clave capricho de Pastor Cervera con versos de Humberto Lara y Lara, y Así te quiero, bolero de Pastor Cervera. Y algunos de los intérpretes que participaron en la final: los mismos Pastor y Coqui, Manolo López Barbeito, las Hermanas Espejo, el Conjunto Mérida, Los Trovadores del Mayab…

En el tercer cuarto del siglo XX, enfrentados a los embates de los géneros promovidos por la industria discográfica –el rock desde los años sesenta–, los miembros de la Sociedad Artística Palmerín y sus allegados siguieron creando canciones a partir del canon fijado en los años cuarenta, aunque unos cuantos fueron más allá. Algunos letristas se animaron a musicalizar sus versos (Chispas Padrón, sin saber tocar ningún instrumento, produjo las prodigiosas claves-boleros Miedo de amar y Cocotero), en tanto que algunos compositores (Coqui, Pastor, Acereto), con mayor o menor fortuna, crearon sus propias letras. Buscando insertarse en el mercado discográfico, Coqui y Acereto aceptaron influencias diversas, con lo que abrieron nuevos caminos a la canción popular yucateca. Por otra parte, la Sociedad Palmerín propició que algunas de sus integrantes ensayaran la composición, con lo que surgieron, en un ámbito hasta entonces dominado por hombres, nuestras primeras creadoras de canciones: Zoila Buenfil, Estela Puerto de Pompeyo, Judith Pérez Romero…

Hoy, la labor de la agrupación que encabeza desde 1998 el poeta, compositor, promotor y estudioso de nuestra canción Luis Pérez Sabido sigue siendo relevante. En veinte años, la nómina de compositores y poetas que reposan en el Monumento a los Creadores de la Canción ha crecido hasta llegar a 47, el más reciente nuestro admirado Coqui Navarro. Al monumento se han añadido dos secciones y apenas hace un par de meses fue dotado de iluminación por el Ayuntamiento de Mérida. Allí, dos miércoles al mes, Pérez Sabido ofrece una charla tan amena como erudita con ejemplos musicales en vivo del dueto de Ricardo Jiménez y Rodolfo Santos.

Y es que, fiel a sus objetivos principales de contribuir a preservar y difundir la canción de Yucatán, contando siempre con el apoyo de la Secretaría de la Cultura y las Artes, la Sociedad Palmerín ha continuado organizando conciertos, principalmente en aniversarios de figuras de nuestra trova o con motivo del traslado de los restos de algún creador al monumento. Y en su seno también se siguen creando canciones. Baste recordar las que compuso la gran Ligia Cámara con letras de poetas de la región o las que escucharemos hoy de la autoría de Maru Boeta, Benjamín Escudero y Francisco Escobedo con versos del presidente de la sociedad. Además, contamos con representantes en la Ciudad de México y Querétaro que se han sumado a nuestras tareas con gran entusiasmo.

Hoy, como ayer, conformamos la Sociedad Artística Ricardo Palmerín, músicos, letristas, investigadores, promotores y amigos de la canción de Yucatán. El magisterio de Ermilo Padrón López, alma de la sociedad hasta su muerte, nos guía, y el prestigio de los compositores y poetas que han sido parte de ella nos compromete. Es verdad que la salvaguarda de la canción yucateca, patrimonio cultural del estado, plantea retos que a veces se antojan insuperables, pero no tenemos duda de que nuestra principal fortaleza está en la universalidad de la obra de Chan Cil, Guty, Palmerín, Domínguez, Pastor… Por ello, en su cumpleaños setenta, deseamos a la Sociedad Artística Ricardo Palmerín que viva tantos años como las canciones que dan sentido a su labor. Muchas felicidades.

*Palabras leídas en el concierto realizado en celebración del aniversario 70 de la Sociedad Artística Ricardo Palmerín en el Teatro Peón Contreras el miércoles 30 de octubre pasado.

* Presidente adjunto de la Sociedad Artística Ricardo Palmerín.