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Quintana Roo

En Cozumel habitan 460 mil personas, los cuales generan una carga descomunal al agua potable y al sistema de drenaje

Los cenotes de Cozumel son como heridas abiertas expuestas a virus y bacterias porque la mayor parte se ubica en zonas públicas no vigiladas y son usados como tiraderos; de uno de ellos se extrajeron dos toneladas de basura, desde jeringas hasta tanques de gas, pero también muebles, materiales de construcción, envases y envolturas de plástico, aseguró el Subdirector de Ecología del Ayuntamiento, Germán Yáñez Mendoza.

Estos residuos sólidos desprenden sustancias contaminantes que el agua arrastra hasta los dos acuíferos que proveen del agua dulce para uso humano a la isla, el destino de cruceros más importante del país, con más de dos millones de visitantes por año.

Pero no es la única “vía de infección”: el sistema de alcantarillado, con unos 30 años de antigüedad, ya está “gangrenado” y supura aguas pestilentes que acumula de los aguaceros diluviales del verano caribeño. Por Esto! atestiguó que, extraída con una bomba hidráulica, forma un chorro que rebasa los 1.60 metros; la altura promedio de un hombre en estas tierras mayas.

“Luego, el agua de la coladera ya no se va, y se sale de ahí. Se llega a meter a las casas”, explicó un obrero del Ayuntamiento, quien jala el agua que escurre de la máquina, en una calle cercana a la sede de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA) de Cozumel.

Ni siquiera el agua salada cauteriza estas venas abiertas, porque el agua de mar es, paradójicamente, un problema: está llegando a los depósitos de agua dulce: dos de los cuatro pozos de extracción ya presentan salinidad intolerable para el ser humano.

Lo peor es que, como en las otras islas turísticas del Caribe Mexicano, la gente no para de llegar atraída por la voraz “industria sin chimeneas”; y esto ha impulsado tal crecimiento de hoteles, que es más fácil que se construya un cuarto de hospedaje, a que “inmigre” una persona: en 15 años, la edificación de habitaciones promedia 132 unidades por día, contra 32 ciudadanos que se mudan a la isla.

Así, la cantidad de servicios -agua potable y drenaje, por ejemplo-  que demandan 460 mil personas al año -88 mil residentes permanentes y 372 mil 51 visitantes, promedio- es tan incalculable como el volumen de aguas negras que generan tantas personas al mismo tiempo, en un mismo lugar, y que con certeza irán a parar al mar.

Sistemas saturados

La saturación del sistema de alcantarillado -de unos 30 años de antigüedad- se origina con un precipitado aumento anual de visitantes y con la inmigración desproporcionada, atraída por el hambre desmedida de mano de obra de la industria turística.

Según el último Censo de Población y Vivienda (2020), en el municipio de Cozumel habían 88 mil 626 habitantes, pero un millón 871 mil 905 cuartos de hotel recibieron a 372 mil 512 visitantes; es decir, 4.2 veces más la cantidad de residentes, revela el Sistema Nacional de Información Estadística del Sector Turismo de México (Datatur), plataforma de estadísticas de la Secretaría de Turismo (Sectur).

Con esta presión, no hay servicios que aguanten; y el drenaje lo sabe, porque ha dado indicios de un colapso, que si ocurriera, le inyectaría un veneno mortal a los únicos dos acuíferos que proveen de agua dulce a la isla.

“El sistema de drenaje [de la isla] no tiene la capacidad de carga que en la actualidad la ciudad requiere. Entonces, es un problema mayúsculo, por la densidad poblacional y porque ya no tiene la capacidad de filtración y de colecta de sedimentos. Estos sistemas funcionan por sedimentos; digamos que van pasando de capa en capa hasta dejarla [agua] utilizable”, explicó a Por Esto!, Yáñez Mendoza.

Para él, una señal inequívoca que el agua residual se está filtrando es la proliferación de algas -como el sargazo- y vegetación invasiva, porque se nutren de los desechos orgánicos que éstas arrastran.

Asegura que hay árboles “asfixiados” por “hiedras invasoras”.

Para variar, como en otras islas caribeñas, las plantas de tratamiento no existen o son insuficientes; en Cozumel hay una, que requiere ser reubicada o ampliada, pero la inversión es altamente costosa; “son muchísimos millones de pesos para hacerla más eficiente con la capacidad que necesita la isla”, explicó el funcionario.

Además, la zona Sur de la isla está creciendo y no tiene una planta de tratamiento. “No sólo se trata de los asentamientos, aparte tienes toda la población flotante: los turistas, y aunque los hoteles tienen sus plantas de tratamiento, no hay garantía que estén al ciento por ciento”, apuntó Yáñez.

 Riesgo alto de contaminación del agua

Pero la filtración de aguas negras no es ni el único problema -advierte el responsable del medioambiente cozumeleño-, ni el más apremiante entre los que afectan la calidad del agua: primero está el tipo de suelo, que es kárstico (poroso), y filtra toda agua residual de las actividades humanas.

“En la zona continental de la Península de Yucatán también hay suelo kárstico, pero la diferencia es que Cozumel tiene agua salada alrededor, por lo que “el agua dulce es muy limitada”, detalló.

“El hecho de ser isla nos pone en una situación muy particular, porque estamos rodeados de mar; entonces, ¿qué tenemos? Agua salina que está entrando [al acuífero] por la filtración y genera un lente, lo que llamamos haloclina… Son sistemas alcalinos los que tenemos en Cozumel, integrados por cuevas o conductos freáticos que conducen agua dulce y agua salada (...)

La haloclina divide el agua dulce y salada: la primera llega de la filtración de la lluvia y la segunda, desde el mar.  “La salinidad del agua subterránea (…) es el factor que limita el aprovechamiento del acuífero, especialmente por el reducido espesor de agua dulce y por el riesgo de provocar el ascenso del agua salada subyacente, lo que impone una severa restricción a los abatimientos permisibles en los pozos y, por tanto, a sus caudales de extracción”, advierten los resultados de los estudios técnicos del acuífero de Cozumel.

En la zona costera de la isla, el ancho del manto acuífero de agua dulce es muy reducido, “por lo que existe el riesgo de provocar el ascenso del agua salada” y que “salinice el agua subterránea, hasta imposibilitar su utilización”, explica el estudio. Desalinizarla no es opción: “hasta la fecha, sólo el turismo de la zona puede pagarla”, subraya el estudio técnico, y agrega que en la costa de Quintana Roo, algunos hoteles explotan aguas salobres del subsuelo con plantas especiales; pero esto también es contraproducente, porque induce el trasvase de agua salada hacia el agua dulce. La red comienza involuntariamente a “pasar” la salada; hace unos meses, varios residentes denunciaron que el mineral dañó sus grifos.

Un estudio técnico al respecto cita que: “la operación de las captaciones provoca el ascenso de agua salobre contenida en esa zona de mezcla, pudiendo aumentar con ello la salinidad del agua subterránea hasta altas concentraciones que rebasan el límite máximo permisible para consumo humano”.

El pozo de CAPA se abastece del agua dulce, “pero ¿qué sucede cuando vienen las sequías, el calentamiento global, el cambio climático?, todo esto empieza hacer que el agua dulce pierda espacio [en el acuífero] y el agua salada llega”, establece el diagnóstico.

De acuerdo con el indicador de calidad del agua subterránea (2021), de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), cuatro de cinco pozos de agua en Cozumel están en semáforo amarillo y sólo uno pasó todos los indicadores en verde. Según sus mediciones, dos de los cuatro pozos presentan niveles ligeros de salinidad.

Mal desde la legislación

Hay otro “foco rojo”, según el Subdirector Municipal: para que los desarrollos turísticos puedan operar, deben cumplir con normas; por ejemplo, contar con la planta de tratamiento, pero, si ésta carece de una conexión al sistema de drenaje Municipal, puede descargarse a 90 metros de profundidad de la superficie, gracias a la Norma Oficial Mexicana (NOM) 001-ECOL-1996, que establece máximos permisibles de contaminantes en el agua residual, pero fue concebida para el Valle de México, que está a más de 2 mil metros sobre el nivel del mar; en Cozumel apenas si hay 13 metros de espesor de tierra en el subsuelo.

En el centro del país, si se “inyecta” agua residual a 90 metros de profundidad, las rocas subterráneas la filtran y llega relativamente limpia al subsuelo. “Pero se hizo una norma nacional y esto no funciona igual en todos lados”, lamenta el funcionario Municipal.

Así, advierte: “si yo hago esto en la Península de Yucatán, le estoy inyectando un agua con una densidad pesada, ¿y qué va a suceder? Va a llegar a más agua, subirá el nivel y al final de cuentas, se va a contaminar todo el manto freático”, advierte. Aunque aclara que la Norma Oficial Mexicana (NOM) ya se actualizó -el 11 de marzo de 2022, en la NOM-001-SEMARNAT-2021-,  “durante años se aplicó. Imagínate el problema, todo esto [agua residual inyectada] se va al mar, se va al arrecife. Y por ello se da el blanqueamiento del coral”.

Según los estudios técnicos, publicados en el Diario Oficial de la Federación (DOF), acerca del acuerdo para reconocer el acuífero isla de Cozumel, “el agua subterránea es la única fuente de abastecimiento para todos los usos en la isla […] y está destinada principalmente al abastecimiento público urbano”. En ese sentido, las oquedades “se localizan en la parte central de la isla, en donde el espesor de agua dulce es mayor”.

Se cuentan 486 sitios de captación subterráneos, de las cuales, 264 son de uso público urbano; 59, de servicios; 21, de industria, 130, agrícola; dos, para empleo doméstico; y 9 para abrevadero. De lo que se extrae ahora, el 62.5 por ciento se destina al uso público urbano; 24.1 por ciento a servicios; 13.3 por ciento al sector industrial, y sólo el 0.1 por ciento se destina para uso agrícola, doméstico y abrevadero.

Planeación urbana inadecuada

Por si todo esto fuera poco, la contaminación ya está llegando por otra vía: la red de cenotes -que tiene efectos devastadores, como el blanqueamiento del coral y la muerte de erizos de mar-, porque está conectada al manto  freático. Muchas dolinas se encuentran en áreas urbanas, como en la Unidad Deportiva Bicentenario o en terrenos baldíos, y están desprotegidos físicamente, pues son depósitos de muebles, materiales de construcción, envases y envolturas de comestibles.

El funcionario recuerda que hace medio siglo buceó en un cenote resguardado por la Subdirección, en la avenida 65, donde encontró “bolsas de jeringas de un hospital y tanques de gas. Sacamos dos toneladas de residuos… te estoy hablando de hace 25, 30 años”, aseveró.

Además, por la mala planeación urbana, otros cenotes están dentro de las casas. El titular de la Subdirección de Ecología recuerda el desplome de una vivienda construida sobre una cueva; con ayuda de mapas de la ciudad y otro de cenotes, obtenido con tecnología Lidar, se detectó una “depresión”. Finalmente taparon el cenote y la dueña de la casa tuvo que construir a un costado, recordó Yáñez Mendoza.

Afirmó que el reblandecimiento también es causa, en parte, de las aguas residuales: “las tuberías ya están muy viejas y muchas están rotas en Cozumel”, por lo que las aguan negras “se están filtrando al suelo kárstico, al acuífero y al mar. Esto es un problema grande”.

La oficina Municipal contabiliza las dolinas urbanas, identificadas en diversos cuadrantes, y también han exhortado a los ciudadanos a reportar cuerpos de agua en sus casas. Hasta ahora ya llevan “34 cenotes en la mancha urbana, que de alguna manera ya están alterados”. El experto añadió que están en la fase de mapa urbano para “saber cuáles son, dónde están” y llevar un “monitoreo del agua”.

El reto de Cozumel

Un estudio técnico del acuífero de Cozumel señala que en la superficie hay fuentes de contaminación potenciales, por lo que el riesgo de deterioro de la calidad del agua subterránea es muy alto.

“La estrategia básica para la protección de las áreas de abastecimiento de agua potable debe controlar y reglamentar el uso del suelo alrededor de los pozos de abastecimiento”, con el propósito de evitar contaminar el agua subterránea.

Por otra parte, la Subdirección de Ecología sostiene una campaña para el cuidado del acuífero de la isla, no sólo por la supervivencia humana, sino de otras especies; la mayoría de los cozumeleños desconoce que “el único lugar del mundo donde hay estrellas de mar cavernícolas es en Cozumel”.

“Aquí hay estrellas de mar que viven únicamente en las cuevas”, como la Copidaster Cavernícola, o el remipedio un Xibalbanus cozumilensis, especie a la que se le atribuye el “origen de todos los crustáceos; éste es el tatatatarabuelo”, señaló el Subdirector; “éste viene del [periodo geológico] carbonífero; es un dinosaurio vivo, sin cambios en su organismo y es el único crustáceo venenoso en el planeta, y lo tenemos en Cozumel”.

El Acuerdo del Acuífero de Cozumel apunta que “con el objeto de controlar, regular o, en su caso, limitar el desarrollo de actividades potencialmente contaminantes que pongan en riesgo la calidad del agua subterránea, es necesario establecer áreas de protección a la contaminación y zonas de reserva para el abastecimiento de agua potable en la isla”.

El “banco de agua” deberá “satisfacer las demandas de la población estimada para el año 2050 en la isla de Cozumel, más la población flotante asociada al turismo que arriba […] considerando una dotación de 250 litros por habitante por día”, establece el estudio.

“El problema del agua es el gran reto de la humanidad”, aseguró Yáñez Mendoza, porque “representa que los acuíferos se mantengan saludables. La supervivencia del ser humano está en el agua”. Continuará…

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JG