Menonitas de Bacalar parten a Perú por más tierras y leyes ambientales menos estrictas

Un grupo de menonitas que se estableció en Bacalar partió al país sudamericano en busca de  mejores tierras
viernes, 12 de marzo de 2021 · 14:39

Un primer grupo de la comunidad menonita establecida en Bacalar emigró a Perú ante el crecimiento de su población, que hasta el censo implementado por ellos mismos en diciembre del 2020, ascendía a mil 500 personas.

Los integrantes requieren más tierras para cultivar y se marchan a donde las encuentren, con leyes ambientales menos estrictas, para lo cual hace unos meses compraron mil hectáreas en América del Sur para el cultivo de arroz, señaló Johan Elías Wall, gobernador de la comunidad.

Afirmó que fueron cuatro grupos o familias las que se marcharon al Perú, mismas que tuvieron un retraso en su partida por la pandemia del COVID-19, luego les seguirán los que lo deseen.

“Desconozco si los que se fueron retornarán”, afirmó Elías Wall.

Son 16 campos los que tienen en Bacalar, con una extensión de mil 500 hectáreas, número que coincide la contabilización de mil 500 personas en el conteo del 2020, entre menores de edad, jóvenes y adultos.  Ante su crecimiento, necesitan tierras para las nuevas familias y las adquieren donde se las vendan.

Además se han extendido hacia localidades como Nueva Esperanza, Payo Obispo, San Fernando, El Bajío, Paraíso, en el municipio Bacalar, con otras mil 500 hectáreas donde viven mil personas aproximadamente.

Los menonitas llegaron desde hace 17 años al ejido Salamanca, en el municipio Bacalar, Quintana Roo, y pese a que se encuentra a menos de 15 kilómetros de la cabecera municipal, no usan aparatos tecnológicos ni cuentan con energía eléctrica.  Tienen su propia escuela en la que a los niños les enseñan a leer y escribir en alemán.

Los hombres del overol que trabajan de sol a sol llegaron a Quintana Roo en el año 2003. Son conocidos como productores de maíz, tomate, cilantro y papaya.

Disciplina en el trabajo desde la infancia

El grupo de menonitas del ejido Nuevo Salamanca, Bacalar, sigue una disciplina rígida en el trabajo, su modo de vida es reservado, alejados de las zonas pobladas y sólo tienen contacto con los mexicanos para comercializar sus productos agrícolas.

El campamento menonita se ubica a 15 o 20 kilómetros de la ciudad de Bacalar, por eso es común ver a los menonitas conduciendo carretas tiradas por caballos en caminos de sascab (tierra blanca) y no les preocupa si el gobierno los pavimenta o no, por lo que en éstos se levantan colosales polvaredas.

Los menonitas se identifican por sus overoles, camisas de manga larga y sus sombreros; las mujeres usan largos vestidos, siempre de colores oscuros, sus sombreros sólo los adornan con una cinta negra; las niñas utilizan vestidos de colores que ellos mismos confeccionan.

Las casas elaboradas de tabiques y láminas de zinc son alumbradas de noche con bombillas de petróleo, no utilizan equipos de audio y televisión, ni mucho menos el teléfono celular, a pesar de que la señal llega con fuerza al campamento menonita.

Tienen una tienda de raya, la cual es atendida por gente de ellos, y se asemeja a una postal de las películas del viejo Oeste, con carretas jaladas por caballos, camionetas y una estación de gas licuado de petróleo. Su comunicación oral y escrita es en alemán.

Se constató que los menonitas no hacen uso de la energía eléctrica y aunque por el espacio aéreo del ejido Salamanca pasa la señal del internet, no la ocupan.  La maquinaria la usan estrictamente para el trabajo, no es común observarlos manejando un vehículo, sino que son mexicanos los que lo se encargan de llevarlos a los mercados municipales en Chetumal para comercializar tomates, sandía, cilantro, galletas y quesos.

Hoy son tiempos de cultivo del sorgo y se observa totalmente espigado en varias parcelas; en breve empezarán a cortarlo para venderlo en el vecino estado de Yucatán o en Campeche.

Los jóvenes colaboran con la familia con pequeños trabajos, como el llevar elotes a sus hogares, conducir una carreta, sin importar la hora que sea, ni mucho menos si el sol se encuentra a su máxima capacidad. Aunque algunos posan para las fotos y otros no tanto.

En sus establos cuentan con equinos, los cuales los utilizan para tirar las carreteras; vacas para la ordeña de leche y con la cual producen queso casero que ellos mismos se encargan de vender en los comercios y calles de Bacalar y Chetumal.

Los niños menonitas no acuden a los colegios de educación del estado, sino que los adultos son los que se encargan de transmitirles el conocimiento.  Aunque algunos menores de edad, por estar en contacto directo con los habitantes de la capital del estado y Bacalar, hablan un poco de español.

MR