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El diferendo de Estados Unidos y China en torno a Taiwán es producto de la intromisión en una cuestión interna de China que ha sido absorbido e integrado al conflicto mayor

En 2022 estaba convencido de que la invasión a Ucrania no se realizaría. Me equivoqué. Ojalá no ocurra lo mismo respecto a Taiwán donde me parece improbable que haya una guerra. Entre otras cosas porque los habitantes de ambos lados del estrecho de Taiwán son chinos, piensan como tales y actúan como lo que son.

El conflicto entre China y Taiwán, no debe homologarse con el diferendo Estados Unidos-China. El primero es resultado de procesos políticos internos que en 1949 se saldaron con la proclamación de la República Popular China y la retirada de Chiang Kai-shek a la isla, dando lugar a una crisis que, durante 74 años, cinco gobernantes de la República Popular China y siete de Taiwán, han administrado con mínimos de violencia.

El diferendo de Estados Unidos y China en torno a Taiwán es producto de la intromisión de los estadounidenses en una cuestión interna de China que ha sido absorbido e integrado al conflicto mayor de naturaleza geopolítica entre las dos superpotencias que compiten en prácticamente todos los ámbitos económicos, políticos, científicos y militares mundiales.

En 1945, Estados Unidos concordó que la isla de Taiwán y otros territorios ocupados por Japón, fueran devueltos a China, de la cual entonces, ejercía como presidente Chiang Kai-shek que, por esa razón formaba parte del “Club de los Cinco Grandes”.

En 1949, con el inicio de la Guerra Fría, el contexto internacional había cambiado; mientras al interior de China se produjo el triunfo de la Revolución encabezada por Mao Zedong y el partido comunista que proclamaron la República Popular China que la administración de Harry Truman no reconoció.

Instalado en Taiwán, con el apoyo de los Estados Unidos, Chiang Kai-shek reclamó la representación del Estado chino lo cual, debido a la hegemonía de los Estados Unidos, fue asumido por la comunidad internacional permitiendo que Taiwán usurpara esa condición, conservara la membresía en la ONU y el asiento entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

La anomalía persistió hasta que, en julio de 1971, el asesor de seguridad nacional de Richard Nixon, Henry Kissinger, en secreto viajó a China y negoció con el primer ministro Zhou Enlai. Más tarde en 1972 el presidente Richard Nixon visitó China y se reunió con Mao Zedong. Finalmente, Estados Unidos reconoció a la República Popular China, estableció relaciones diplomáticas y adoptó el principio de “Una sola China”, lo cual conllevó a la ruptura diplomática con Taiwán que dejó la ONU y el Consejo de Seguridad.

Este proceso se conectó con el ascenso de Deng Xiaoping en 1978 y el inicio de las reformas que abrió una época de distensión algunos de cuyos aspectos, verbigracia el comercio y los contactos a alto nivel, siguen vigentes. De ese proceso de escala global, formó parte la mutación operada en la Unión Soviética a partir de 1985, las reformas en aquel país, el fi n de la Guerra Fría y el colapso de la URSS. Entonces el mundo cambió.

Identificar las relaciones y las diferencias entre China y Estados Unidos con eventos menores asociados con Taiwán es un reduccionismo que omite esencias que es preciso identificar para ubicar el fenómeno en una perspectiva estratégica de alcance global.

El provocador vuelo de un avión, el derribo de un globo extraviado, la visita de una parlamentaria ávida de publicidad o un exabrupto presidencial, incluso una guerra en Europa, no alteran el proverbial modo como China conduce sus asuntos asociados a sus intereses estratégicos, a eventos trascendentales y grandes períodos de tiempo. No obstante, las provocaciones militares entrañan grandes riesgos. Tengo más que contar. Ahora falta espacio.