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Opinión

La derrota de Ucrania y el establecimiento allí de un gobierno afín a Rusia son los únicos datos seguros en la aventura militar en progreso. Cuándo, cómo y a qué precio se conseguirán tales resultados son inciertos. No obstante, lo importante es: ¿qué sigue?

Naturalmente, el curso ulterior dependerá del modo cómo se llegue al umbral de una situación de salida. Obviamente, no será lo mismo si los líderes ucranianos son “dados de baja”, si son apresados como ya ocurre con algunos funcionarios locales o si, como es más probable, establecen un gobierno provisional en el extranjero que disfrutará de amplio reconocimiento y apoyo internacional.

Tal vez la resistencia de Kiev, paradójicamente inspirada por los paradigmas rusos y/o soviéticos, levantados en Moscú y Stalingrado durante la II Guerra Mundial vuelva a expresarse con la grandeza de sus referentes o se reedite la infausta memoria del París de 1940 cuando los nazis, sin combatir, entraron ondeando sus banderas, mientras los humillados parisinos abandonaban la icónica urbe en una de las diásporas más tristes que recuerda Europa.

Debido a que las decisiones estratégicas de Occidente han sido adoptadas, la OTAN, encabezada por Estados Unidos, no se enfrentará a Rusia en Ucrania ahora, tampoco lo hará cuando el actual gobierno no exista y las infraestructuras militares hayan sido arrasadas, sus fuerzas armadas carezcan de capacidad combativa, Rusia podrá actuar con las mismas ventajas que ha hasta ahora ha disfrutado, lo cual no significa que el “avispero” dejé de estar vigente.

Establecidas en territorio ucraniano, las fuerzas rusas que actuaron temiendo la aproximación de la OTAN a sus fronteras, se habrán aproximado a las de la OTAN, lo cual no es una paradoja sino un desenlace calculado. Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania, República Checa, Moldavia y Bulgaria estarán a su alcance y si bien, probablemente no sean atacadas, estarán bajo amenaza. Así la ecuación se habrá invertido.

Nadie conoce los planes del presidente Vladimir Putin y por lo que ha mostrado en su manejo de la operación contra Ucrania, lo que revela contiene sobre todo desinformación. Es difícil contar las veces que afirmó que Ucrania no sería invadida, que Bielorrusia no se involucraría y que todo se trataba de proteger a Donetsk y Lugansk.

En materia de estrategia política, concuerdo con el profesor y diplomático Juan Sánchez, que yo conozca, el más calificado de los especialistas cubanos en el tema de Ucrania y cuya amistad me honra, quien cree que Putin no está interesado en reconstruir la Unión Soviética porque nada lo une a aquel proyecto, pero sí, pudiera acariciar la idea de rehacer el espacio común ruso que un día estableció el Imperio zarista.

Con la triada eslava: Rusia, Bielorrusia y Ucrania al servicio de esa causa, se habrá dado un paso en la reconstrucción del espacio económico, político y militar ruso que otrora existió, tanto durante el Imperio como con la Unión Soviética y que pudiera tener derecho a existir, pero no del modo como se pretende rehacer. Luego les contaré sobre el particular.