Ellos son los elegidos para quedarse con los perros corgis de la Reina Isabel II

Mucho se especuló sobre el futuro de las mascotas de la Reina Isabel II, pero ahora han indicado que se quedarán con uno de los integrantes de la familia real
domingo, 11 de septiembre de 2022 · 17:45

El príncipe Andrés, hijo de Isabel II, y su exmujer Sarah Ferguson se quedarán con los perros corgis que dejó la reina a su muerte y que se habían convertido en una de sus señas de identidad.

Un portavoz de Andrés, duque de York, confirmó que serán ambos excónyuges, que conservan una muy buena relación pese a su separación, quienes se encarguen de los dos corgis, de nombres Muick y Sandy, según la prensa británica.

Durante el confinamiento por la pandemia de la covid, Andrés regaló a su madre un corgi, Muick, y un dorgi (híbrido entre corgi y perro salchicha) llamado Fergus, pero este último murió en mayo de 2021, poco después del deceso del marido de la reina, Felipe de Edimburgo.

Para reemplazarlo, las hijas de los duques de York, Beatriz y Eugenia, le regalaron a su abuela otro corgi, Sandy, por su 95 cumpleaños.

La monarca había llamado a Fergus como su tío, muerto en combate durante la Primera Guerra Mundial, y a Muick como uno de los lagos en su residencia veraniega de Balmoral, en Escocia, donde falleció el pasado jueves a los 96 años.

Los corgis de Isabel II, que se habían convertido en uno de sus distintivos universales, disfrutaban de una vida de comodidades con su antigua dueña: chefs de la realeza preparaban con esmero su menú, psicólogos caninos los atendían cuando surgían problemas entre ellos, y tenían su propio calcetín en Navidad donde recibían sus regalos.

Tras su muerte, muchos se preguntaban qué sucedería con los canes de Isabel, aunque la hipótesis más extendida entre los expertos en la casa de los Windsor era que el cuidado de los perros recaería en Andrés, de quien se dice que era su hijo favorito.

La pasión de la soberana por los corgis se remonta a la tierna edad de los siete años, cuando convenció a su padre que le comprase uno. Por aquel entonces, Jorge, duque de York, no era siquiera el heredero de la Corona y la familia vivía una vida tranquila y acomodada en una casa del centro de Londres.

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