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CIUDAD DE MEXICO, 28 de marzo (SUN).- Ese día, la norcoreana Ri Song Hui entró como la favorita para ganar el título olímpico en la categoría de hasta 57 kilos. Era conocido que los levantadores de pesas de ese país eran de los mejores del mundo y que Hui, quien enfrentaba sus primeros Juegos Olímpicos en Sidney 2000, tampoco desentonaba. Pero el título de favorita poco le valió cuando se enfrentó a una inspirada Soraya Jiménez.

La oriunda de Naucalpan se presentó a la competencia como la subcampeona panamericana. Estaba en forma, a salvo de lesiones y sin la presión de ser favorita. Pero una medalla no estaba presupuesta, ni imaginar que le pudiera arrebatar el título olímpico a la norcorena Hui.

Poco importó entonces, cuando Jiménez sacó fuerzas para levantar 222.5 kilos, casi cuatro veces lo que su cuerpo de apenas 58 kilos pesaba. Ese día la de Naucalpan hizo historia. Ese día Hui no pudo coronarse campeona olímpica. Ese día Soraya se convirtió en la primera mujer mexicana en consagrarse campeona olímpica, un título que ahora sólo comparte con la brillante María del Rosario Espinoza.

Pero la gloria antecedió a la tragedia.

Soraya, luego del oro, vino en picada. Lesiones, operaciones y secuelas que no la dejaron continuar con una carrera en el alto rendimiento. Luego, los escándalos. En 2002, entregó papeles apócrifos que supuestamente la avalaban como pasante de la UNAM y que le permitirían participar en el Campeonato Universitario de Levantamiento de Pesas.

Su plan se desbarató cuando fue descubierta que eran papeles apócrifos. Primero culpó a la Federación Mexicana de Levantamiento de Pesas, aunque luego reconocería su error.

No sería el único escándalo. Meses después, la Federación Internacional de Halterofilia le notificó a su homónimo mexicano que se había dopado. Jiménez fue suspendida seis meses y, aunque dos años más tarde peleó para calificar a los Juegos Olímpicos de Atenas, no lo consiguió.

Soraya se retiró cuando no pudo calificar a Atenas. Se refugió siendo analista deportiva e incluso entrenadora de halterofilia en años siguientes en la Universidad Autónoma del Estado de México. Su situación se encrudeció porque su estabilidad económica se vio diezmada.

A sus 32 años, Jiménez había soportado 14 operaciones en la pierna izquierda y tenía, de acuerdo a su ortopedista, la pierna de una octagenaria. Aunado a esto, la deportista de alto rendimiento sobrevivía únicamente con el pulmón izquierdo desde que en 2007 le extirparon el derecho, a causa de la influenza tipo B que contrajo en julio de ese año durante los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro.

Apenas un año después de haber sido analista para la cadena Televisa para los Juegos Olímpicos, falleció víctima de un infarto.

También fue un 28 de marzo, pero del 2013.