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Escrito por Gerardo Castro
Largo, tedioso, sin continuidad y control, en el que nuevamente las autoridades, como el alcalde Pablo Gutiérrez Lazarus, puso el ejemplo de andar sin cubrebocas, así transcurrió el segundo bando general del Carnaval Carmen 2022, que convirtió el Malecón Costero “Nelson Barrera Romellón” en la cantina más grande de la isla, al permitir la venta indiscriminada de bebidas alcohólicas.
Un derrotero de aproximadamente cuatro kilómetros termino siendo un viacrucis para los grupos participantes, quienes llegando arrastrando los pies al punto final que fue el Domo del Mar, aunado que ante la falta de logística por parte del personal se vio demasiado lento, y pausas en el trayecto.
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Lo que pretendía el alcalde sea una fiesta fue una muestra más de irresponsabilidad, cuyas consecuencias se verán en dos semanas con el repunte de casos positivos de COVID-19 y sus variantes, y ponerle la certeza en el pastel fue la ausencia de Gutiérrez Lazarus y sus recomendados, como la directora de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Samantha Bravo Muñoz y la secretaria de Seguridad Pública estatal, Marcela Muñoz Martínez, que un día antes se pavone sin cubrebocas durante todo el recorrido.
A esto se le suma que lo que debió un momento de sana convivencia familiar y de propagación del coronavirus, también convirtió el malecón Costero y el bulevar Playa Norte en la cantina más grande de la isla, ya que no hubo el control en la venta de bebidas alcohólicas.
Además, en este segundo día del bando general la respuesta en la venta de espacios en las gradas que rentó el Ayuntamiento exprofeso, no fue el esperado, porque se pudo observar muchos espacios vacíos, sobre todo del lado del palco de honor, ahí donde solamente los amigos del alcalde y quienes solaparon la realización del carnaval se lucieran.
Muchos ciudadanos que fueron a “gustar" el bando y olvidarse que no existe un plan de gobierno que permita generar fuentes de empleos y solo apoyando al comercio informal, el comercio hormiga, ese que no deja ganancia a las arcas municipales.
Al final, la austeridad con la que se realizó este intento de fiesta de la carne, que concluye el martes con la tradicional pintadera, solamente le siguen dando al viejo estilo romano al pueblo circo, pan y vino, aunque la cruda de golpe y porrazo el lunes regrese a la ciudadanía, al ciudadano común y corriente, a su triste realidad, mientras que la clase política se levanta el cuello.
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MG
