Retiran partes de la presunta narcoavioneta que aterrizó en Chilam Balam

Las partes de la aeronave que aterrizó en Chilam Balam fueron levantadas para el peritaje y trasladadas a la Vicefiscalía de Escárcega.
martes, 24 de noviembre de 2020 · 15:17

La avioneta tipo Cessna color blanco sin matrícula, que aterrizó a 10 kilómetros de la localidad de Chilam Balam y fue incinerada casi en su totalidad, la cual presuntamente transportaba droga, fue retirada del tramo carretero Chilam Balam-Laguna Grande por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en un operativo conjunto con personal de la Secretaría de Marina-Armada de México, Guardia Nacional (GN) y de la Fiscalía General de la República (FGR).

Los restos de la aeronave fueron subidos durante la tarde en un tractocamión con la ayuda de una grúa, bajo un fuerte dispositivo de seguridad, en el que participaron elementos de la Sedena, se recogieron todas las partes para los peritajes correspondientes, por lo que fueron traslados a la Vicefiscalía Regional de Escárcega.

Tras concretarse el retiro de las partes de la aeronave que prácticamente fue consumida tras el incendio causado por sus tripulantes, el operativo y filtros que mantenían en la región fue levantado por elementos de la Sedena, Semar, GN y FGR.

Hasta el momento las autoridades federales desconocen el paradero del cargamento de droga que presuntamente se transportaba en la aeronave, así como el destino final que tuvo la carga y sus tripulantes que prácticamente desaparecieron de la región.

Sobre lo ocurrido, muchos de los pobladores de la comunidad de Chilam Balam aseguran que en este mismo año, en la primera semana del mes de julio, se registró el primer aterrizaje de una avioneta tipo jet de cinco plazas que descendió en un camino de terracería en la parte norte de la localidad, la cual también fue incinerada luego de que descargaron la droga que fue transportada en lujosas camionetas todo terreno, en esa ocasión, también los traficantes y sus tripulantes se dieron a la fuga sin dejar rastro alguno.

Por José Valencia