Virgen de la Natividad, la leyenda de la joven que el cielo tomó de un cenote de Yucatán

En Cuzamá circula la leyenda de una joven pura y casta que el cielo tomó por medio de un cenote de Yucatán, surgiendo la Virgen de la Natividad
viernes, 8 de septiembre de 2023 · 10:29

Como se sabe, hoy es el día principal de adoración a la Virgen de la Natividad, cuya efigie está ubicada en la iglesia de Santiago Apóstol en el centro del municipio de Cuzamá, siendo un distintivo cultural y religioso en la región.

En la fecha especial de esta santa vale la pena compartir una leyenda que circula en el pueblo como parte de la tradición oral, que justamente cuenta una historia sobre la festejada en la que se dice que su efigie en realidad es la imagen de una joven pura y casta que el cielo tomó por medio de un cenote.

Cabe mencionar que este relato es una muestra de la riqueza cultural y religiosa que existe en la localidad, pues el culto a la Natividad está fuertemente arraigado no sólo en el municipio, sino en todo Yucatán.

Si bien la antigua leyenda que aquí se presenta es contada principalmente por la vecina Estela Abad Ek, la vecina comentó: “En la comunidad existen muchas narraciones que dan muestra de la fuerte presencia de la santa en la memoria colectiva del pueblo”.

Cuenta la leyenda que una lugareña se embarazó, pero todo el proceso de gestación estaba lleno de expectación. La casa donde vivía el matrimonio se iluminaba por las noches y en la aurora del día que la mujer iba a dar a luz las flores silvestres poblaron los jardines y el monte, mientras que los pájaros se arremolinaron sobre la casa e incluso se repicaron las campanas de la iglesia. La recién nacida creció de forma agraciada, hasta que se convirtió en una hermosa jovencita.

Era tanta su belleza que nadie se atrevía a mirarla con mala intención para no mancillar su pureza. Se dice que ella era la hechura de promesas, virtudes brillantes, hermosura por fuera y bella del alma, como son las hijas del Mayab resplandeciente.

Un día comenzaron presagios en torno a la joven, pues una gran serpiente cascabel fue herida de muerte en la plaza y huyó hasta morir afuera de la casa de la doncella. Al cabo de tres días, como por arte de magia, la muchacha desapareció y los pobladores dijeron que fue como si en un arrebato el cielo se la hubiera llevado sin dejar huella, o como si la tierra se la hubiera tragado.

Sus afligidos padres conmovieron con su dolor a toda la comunidad que emprendió su búsqueda abarcando los pueblos vecinos. De Homún y Huhí llegaron noticias de no saber nada sobre ella, lo mismo dijeron los que fueron a Hocabá y Seyé.

Un anciano llegó a la casa de los progenitores y los exhortó a mantener la calma; además, les recordó los rumores en los que se vio envuelta su hija cuando aún no nacía. Reflexivos, los papás le dieron razón y decidieron esperar.

En el tercer día de la búsqueda, a las orillas del cenote cercano a la plaza principal del pueblo se encontraba el hipil blanco y las sandalias de la jovencita, lo que era prueba de que se había metido a bañar a la dolina, pero junto a las prendas estaba parada, como recién salida del agua, una imagen primorosa y muy parecida a la doncella, pero se trataba de la Virgen de la Natividad.

Se cuenta que pareció que el cielo tomó la pureza de la muchacha y regaló a cambio una imagen de María. El pueblo agradeció el amor y ternura que había despertado aquella mujer representada en la nueva imagen que les daría protección y auxilio.

Por eso los cuzameños sostienen que la Virgen de la Natividad es de este municipio, pues se viste con terno de mestiza y los de su pueblo la sienten como una nacida entre ellos, por lo que la premian con soguillas, pulsos, rosarios y filigrana. Todos los años la doncella sale en procesión a recorrer las calles de su pueblo y, como lo hacía cuando era niña, va disfrutando del aire y tirando flores a su paso, dejando su suave y delicado aroma en el ambiente.

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GC

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