Emmanuel Medina Pérez, el niño de 8 años experto en la construcción de cosos taurinos en Tizimín

Emmanuel Medina Pérez es un niño de 8 años que participa en la construcción del coso taurino de Tizimín y desde que tenía un año acompaña a su abuelo
jueves, 21 de diciembre de 2023 · 09:26

El coso artesanal, actualmente considerado Patrimonio Intangible de Yucatán, durante su edificación guarda varias historias y personajes, entre ellos la del niño amarrador que también participa en la construcción de este ícono de los festejos taurinos de la Feria de Reyes.

Se trata del pequeño Emmanuel Medina Pérez, de ocho años, quien desde el primer año de vida acompaña a su abuelo Pablo Jesús Zavala González, quien realiza el arte de la construcción de este coloso desde hace más de 50 años.

Zavala González expuso que el niño pedía acudir con él, lo llevó y le fascinó lo que hacía, recordando que se pasaba horas observando, hasta que tomó los bejucos y comenzó a imitarlo, por lo que él se preocupó desde ese momento en enseñarle este arte que el pequeño ha ido perfeccionando con el paso de los años, esperando con ansias que llegue cada Feria de Reyes para que realice estos trabajos.

Es tanta su pasión por la edificación del coso que se sabe de memoria todo lo que se utiliza para su armado. “Consta de ocho parales, dos maderas para escaleras, 16 a 18 puntales, seis balos, 10 palos de hunanche para la casita del tercer piso y uno en medio para el caballete, 20 giles, 45 a 50 celosías, 350 a 400 palmas de huano para recubrirlo incluyendo el techo, tres maderas donde se impactan los toros en el primer nivel, seis a ocho varengas por piso siendo un total de 12 a 14, y dos barandas de tres metros”, recordó orgulloso.

“Es importante conservar este coso artesanal porque es muy bonito, porque aquí se hacen las corridas y las charlotadas de los festejos patronales, porque es lo más emblemático de esta tierra donde se conjugan las tradiciones y costumbres que distinguen a esta feria de numerosas otras, ya que estas plazas se construyen en el país y a nivel internacional de fierro o con otros materiales, pero aquí se hacen a base de madera, huano y sin el uso de clavos, solamente con los amarres tradicionales, en ocho y en cruz”, recalcó con el brillo en los ojos el pequeño Emmanuel.

Mencionó que no solo ayuda a su abuelo en el armado, si no además acude al corte de maderas que se requieren para la construcción. “El primer día que acudí a una parcela cercana a la cabecera, estaba empezando a caminar y con el ruido de la motosierra se alborotaron unas abejas que me picotearon, pero no me desanimaron”, apuntó con una sonrisa en los labios.

Incluso, señala que su familia tiró su ombligo en el coso, para ahuyentar sus miedos y desde ese entonces continúa desarrollando este arte.

“Lo que más me inspira es que mi abuelo, quien siempre está al pendiente de mí y me supervisa, me prometió que me dejará como herencia su palco, eso hace que me esfuerce más para conservar este arte como legado familiar”, subrayó.

Expuso que es fácil, que lo importante es tener paciencia, ejercer cada vuelta del bejuco con seguridad y firmeza para tesarlo correctamente y concluir como cuál un tejido para que este quede firme y sujete las maderas para que no quede holgado y resista el peso de las personas.

Estaba acompañado por su primo Néstor Damián Medina Baas, de seis años, quien también se inicia en el aprendizaje de los amarres motivado por él y externando que también será un gran amarrador, lo cual resulta muy significativo, pues así van surgiendo las nuevas generaciones que serán los responsables y garantizarán que este coloso reviva año con año como parte de la identidad de los tizimileños en su feria anual.

Síguenos en Google News y recibe la mejor información 

NM