Víctima de trata sexual cuenta su infierno sin final en Mérida

Por la gravedad de las acusaciones, la joven ha sido víctima de múltiple amenazas por sus victimarios
domingo, 31 de enero de 2021 · 07:24

Con apenas 22 años, Samy T.M. (originaria de Campeche) de los 12 a los 18, fue víctima de trata de personas, explotación y pornografía infantil… todo a manos de un familiar. Por ambos delitos tiene interpuestas las denuncias correspondientes, sin embargo, las carpetas de investigación no caminan; primero con el exfiscal Wilberth Cetina Arjona y ahora con su sucesor, Juan Manuel León León.

Por la gravedad de las acusaciones y señalamientos directos contra sus victimarios, la joven ha recibido múltiples amenazas y, en septiembre pasado, un grupo de sujetos ingresó a su casa y para golpearla, ocasionándole fracturas en las costillas. “Es un recado”, le dijeron sus agresores.

Samy teme por su vida, así como por la de su esposo e hija; a pesar de que a raíz de las agresiones y de haber interpuesto un amparo ante instancias federales, le otorgaron protección policial las 24 horas del día.

Durante una amplia entrevista en la sala de su casa, ubicada en el poniente de Mérida, la joven, hoy madre de una niña de tres años de edad, relató al periódico POR ESTO!, la cronología del ‘infierno’ en el que vivió durante seis años hasta el día en que decidió huir.

La muchacha de complexión frágil, recordó con la mirada perdida que su calvario inició cuando tenía 12 años de edad y su tía le ofreció a su madre que la dejará venir con ella a Mérida, ya que así podría darle mejores oportunidades de vida y no depender de su padre, quien siempre tenía problemas con la justicia; a esto se le sumaba los de su progenitora con el alcohol.

A mediados del 2009 llegó a la casa de su tía en la colonia Madero, ubicada en el Poniente de la Ciudad. Recordó que las primeras semanas todo iba bien, al punto de comprarle regalos; sin embargo, al pasar del tiempo le comenzó a decir que no tenía dinero, a pesar de que laboraba en un bar situado en la zona de Kanasín.

El ‘infierno’, como señala Samy, comenzó en octubre cuando llevó a la casa de su tía un hombre, amigo de ella, quien ella identifica como Bernardo, de unos 50 años de edad. Su familiar, identificada como Gloria, se lo presentó y le dijo que las llevaría de paseo para festejar su cumpleaños; se dirigieron al Centro donde le compraron ropa. Luego se fueron a comer por la tarde; su tía le dijo que le tenía que agradecer.

“Recuerdo que me llevaron a un motel en el Periférico Poniente. Mi tía se quedó en el coche, mientras abusaban de mí”, luego vi que le entregó dinero, aseguró la entrevistada. Desde ese día, dijo mientras su mirada se perdía en los recuerdos, que los encuentros con Bernardo eran dos o tres veces por semana. “Tuve seis abortos de él, uno de ellos ocurrió porque me golpeó feo”.

Aseguró que luego fueron otros hombres con quienes tenía encuentros, clientes de su tía, quien laboraba en el bar “La Herradura”.

“Mi primo me llevaba a los moteles y esperaba en el coche a que terminara el servicio. Hubo días donde daba más de 10 servicios”, indicó. Sus encuentros eran en paradores de Periférico como “Paraíso”, “Eros”, “Luna”, “Señorial”, “Maracay”, entre otros.

Indicó que nunca salía sola y cuando se comunicaba con su mamá, la obligaba a decir que estaba bien. Al cumplir los 16 años, Samy fue ingresada por su tía a una plataforma de Scort, es decir, los sitios digitales donde se ofrecen servicios sexuales a gran escala.

“Esa vida es horrible, los hombres te tratan como un objeto sexual. Yo tuve múltiples desgarres y así tenía que trabajar”, aseguró.

En una ocasión, poco antes de cumplir los 18 años, su primo no la pudo llevar a un servicio, por lo cual se trasladó a través de Uber; entabló una conversación con el conductor e intercambiaron teléfonos. Mensajeaba con él y al rebasar la mayoría de edad, tras un servicio, decidió escapar de ese mundo, por lo cual le llamó al conductor, le contó a lo que se dedicaba y el ‘infierno’ que sufría. Durante semanas se refugió en una posada, periodo en el que recibió múltiples amenazas para que regresara; sin embargo, estaba decida a escapar de ese ambiente.

El conductor de Uber la apoyó en su huida y luego entablaron una relación sentimental. Hoy es su esposo con quien ha procreado una hija. A pesar de los relatos y de las capturas de pantalla con los mensajes de los involucrados en delitos tipificados como graves en Yucatán, las carpetas de investigación siguen estáticas, no avanzan por la desidia de la autoridad.

Samy T.M. asegura que continuará en la lucha hasta obtener justicia, ahora de la mano de diversas agrupaciones defensoras de los derechos de las mujeres. En la próxima entrega abordaremos la batalla legal y las trabas a la que la joven se ha enfrentado para tratar de obtener justicia en el “Estado más seguro del país”.

SY