Fieles católicos en Mérida agradecen poder volver a las iglesias

Feligreses católicos manifestaron la importancia que significa para ellos la reapertura de las iglesias en Mérida, que permanecieron cerradas por la contingencia del COVID-19.
lunes, 28 de septiembre de 2020 · 08:56

Feligreses católicos manifestaron ayer que ha sido importante que las iglesias estén funcionando de nueva cuenta luego de varios meses que estuvieron cerradas, porque acudir a estos lugares ayuda a fortalecer su fe, su esperanza, para hacer frente a la situación de emergencia que ha traído consigo la pandemia del COVID-19.

La señora Elvira Castillo Flores hizo fila ayer por un lapso de 15 minutos, era primera en llegar a la parroquia de Santiago, para poder entrar a la misa de las 10 de la mañana. Alrededor de las 9:30 las rejas se abrieron y junto con ella pudieron ingresar varias personas más y así hasta que dio la hora.

“Para mí es muy importante y supongo que así es para todos los católicos, poder acudir a las iglesias para reforzar la fe, porque la pandemia está causando estragos y no pasará pronto. Necesitamos fortaleza y no hay mejor lugar para encontrarla”, comentó.

En su caso, dijo que habitualmente acude a la Iglesia de San Cristóbal, pero ayer acudió a Santiago porque hay menos gente y la prefirió para no encontrar aglomeraciones.

“Vine acá porque me dijeron que en Santiago es menos difícil el acceso y veo que así es, porque soy la primera que llegó”, expuso.

Agregó que lleva muchos años acudiendo a misa los domingos y dejó de hacerlo el tiempo que estuvieron cerrados los templos por el COVID-19. Además, la primera semana que se decretó la reapertura no consideró prudente salir, pero ahora dijo que “ya es necesario porque los católicos lo necesitamos, sobre todo en estos tiempos difíciles que se requiere el aliviamiento espiritual”.

“Hace falta fortaleza y fe para que sintamos que no estamos solos en esta lucha”, comentó.

En este mismo sentido, la señora Ana María Euan dijo que “ya era necesario que haya misas”, pero dijo también que se debe tener mucho cuidado y hay que cumplir con las medidas de prevención para que la fe no tenga el riesgo de contagio.

“Afortunadamente veo que está todo muy tranquilo y que se está cumpliendo con las medidas que han decretado las autoridades, porque es también importante que nos sintamos seguros”, expuso.

Consideró también que, hoy más que nunca, es necesaria la fortaleza espiritual para hacer frente al panorama adverso de la pandemia.

Ana Silveria, quien vende cremitas de coco afuera de la iglesia de Santiago, dijo que como católica para ella es también importante que ya estén abiertas las parroquias, pero también como comerciante, porque ella saca su ingreso de la gente que adquiere su producto cuando salen de la misa.

“Yo ya venía a vender, de siempre, desde antes de la pandemia, pero por obvias razones lo dejé de hacer. Ahora regresé, pero la verdad que no ha levantado la cosa. Se hace la lucha y esperamos que pronto haya más gente”, comentó.

“Veo muy bien que ya puedan las personas ir a la iglesia, porque hace mucha falta. No hay como tener la ceremonia presencial porque te ayuda a estar más tranquila, a tener menos miedo y a creer que las cosas van a mejorar, pero hay que cuidarnos también y evitar contacto, mantener la distancia”, mencionó.

En su caso, dijo que la primera semana en Santiago no hubo casi nada de gente y ha ido mejorando la cosa, pero aseguró que no se han dado aglomeraciones, que todo ha marchado en orden.

Pedro Monforte Cámara, Sacristán de la Parroquia del Sagrario Metropolitano, consideró que mucha gente aun tiene miedo de salir y no acude a las misas, pero paulatinamente va mejorando la afluencia.

Dijo entre semana están acudiendo a misa un promedio de 8 o 9 personas y ayer domingo elevó un poco más a 40, más o menos, aunque la capacidad es de 100.

“En tres años que he estado acá nunca se había presentado una situación tan difícil, pero esperamos que quienes acudan acá puedan encontrar alivio y apoyo, porque la situación es sumamente complicada”, señaló.

 Por David Rico