Humilde familia conformada por don Gualberto Xix Martín, de 78 años de edad, y doña María Elvia Briceño Bonilla, de 75, están a punto de perder su patrimonio que habitan desde hace más de 50 años.
Lo anterior, acusan que debido a la inconciencia e ingratitud de su hija Vianey Ivonne Xix Briceño, quien presuntamente, sin avisar a sus padres, empeñó los papeles de la vivienda a un prestamista.
Con rostro de impotencia, enojo y lágrimas en los ojos, los esposos compartieron la penosa situación que viven, pues señalan que por culpa de su hija están por perder la vivienda que ocupan en la calle 24 entre 17 y 19 del barrio de Guadalupe.
La señora María Briceño comentó que las escrituras de la casa fueron firmadas a favor de su hija en el 2006, cuando tuvo una discusión con su esposo y por el enojo accedió a la firma.
Agregó que al tener ya las escrituras endosadas la casa la convirtieron en una zapatería y otra parte de la vivienda se adaptó como tienda. Los esposos nunca se enteraron que su hija solicitó un préstamo a cambio de los papeles de la casa por 500 mil pesos.
Indicó que al ver el descuido de la casa y el terreno con acumulación de basura le dijeron a Vianey que la limpiara, fue entonces cuando se atrevió a comunicar que la casa ya no era de ella; la noticia les cayó a los esposos como balde de agua fría.
“Hace un mes, cuando le pedí (a la hija) que recogiera toda la basura que generaron unos trabajos en la zapatería, ella me dijo que no lo iba hacer porque ya no era su casa”.
Al saber esa noticia le comentó a sus otras hijas, quienes se pusieron en contacto con otros familiares para indagar la veracidad del caso y se llevaron la desagradable noticia de que Vianey empeñó los documentos de la casa.
Tras averiguar con varios licenciados, estos les dijeron que ya nada se puede hacer, pues el prestamista pidió un millón setecientos mil pesos por los intereses acumulados si desean recuperar la casa.
“Yo no tengo dinero y ahora mi hija nos desconoce cómo sus padres, ella anda contando que yo le estuve haciendo brujería.”
Entre lágrimas la señora recalcó que los papeles les fueron firmados para que ella se ocupara de cuidarlos, pero no valoró ese acto y defraudó a sus padres, de paso los dejó en la calle al perderse la casa por el préstamo realizado.
La preocupación de esta pareja es a dónde irán, si ese predio era su único patrimonio pero ahora pertenece al agiotista gracias a su hija.
Benito Cetina