Valladolid: El desconocimiento de leyes que las protegen, un problema para las mujeres mayas

En varias ocasiones le ha tocado trabajar con mujeres que son víctimas de un acto de violencia, en el cual se es complicado darles a entender y comprender que lo que viven no está bien y que se debe dejar de permitir.
miércoles, 25 de noviembre de 2020 · 08:00

A celebrarse hoy el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Alejandra Mariely Angulo López, quien cuenta con la licenciatura en psicología y actualmente trabaja en el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), de José María Morelos, Quintana Roo, dijo que en la zona maya indígena, muchas de ellas aún desconocen que existen leyes que protegen y sancionan la violencia.

Agregó que en varias ocasiones le ha tocado trabajar con mujeres que son víctimas de un acto de violencia, en el cual se es complicado darles a entender y comprender que lo que viven no está bien y que se debe dejar de permitir.

“Muchas han logrado abrir los ojos, pero de igual manera han sido aún más mujeres que han cerrado los ojos por mantenerse calladas y no pedir ayuda. De igual manera he realizado acompañamientos en la Fiscalía, una vez que logré sensibilizar a mi paciente y logré que se dé cuenta de la realidad y gravedad en la que vive; que no solo su vida está en peligro, que desafortunadamente también la de los hijos”, declaró.

Violencia de género se ha normalizado culturalmente

Al respecto, el psicólogo César Emmanuel Vidal Aguilar, con una maestría en Psicoterapia Humanística, con 20 años de experiencia en la práctica privada como psicoterapeuta familiar y de pareja, sobre el tema comentó que la violencia contra la mujer puede atribuirse a múltiples factores, tales como a un ambiente lleno de violencia en la familia de origen, a la concepción estereotipada que se ha mantenido como un hecho cultural acerca de los roles de género, los cuales han puesto a la mujer en una posición de desigualdad en la sociedad y que en ese sentido se ha normalizado la dependencia económica, la violencia sexual y la inseguridad en general que muchas mujeres enfrentan todos los días.

Destacó “la racionalización de la violencia”, pues explicó que no se puede negar la existencia de personas malvadas en el mundo, no obstante, que la mayor parte de los problemas de violencia no se tiene por parte de ellos, sino de las personas que se consideran “buenas”, que justifican sus “malas acciones” para mantener intacta su convicción de que son “buenas personas”.

“Este fenómeno es un autoengaño que en psicología se le denomina disonancia cognitiva, que se define como una tensión o malestar producido por una desarmonía en su sistema de valores, por lo que los individuos se ven precisados urgentemente a conservar la consistencia interna de sus creencias y de las ideas que han interiorizado. Cotidianamente se utilizan frases como ‘lloras como niña’, ‘búscate un marido que te mantenga’, ‘la mujer debe darse a respetar’, ‘la tóxica te está mirando’, ‘etc.’…de la misma manera, se dan explicaciones prejuiciosas a circunstancias como ‘la falda del uniforme debe ir bajo la rodilla para no distraer a los muchachos de sus clases’ o considerar el abuso sexual en la relación de pareja como un derecho conyugal”, dijo.

Declaró que todas estas acciones son indicadores de que se está racionalizando la violencia, justificándola, incluso, como parte de las “buenas costumbres” o como “valores morales”.

Consideró que “admitir nuestros errores, estar abierto a que alguien refute nuestras ideas, nos lleva a ideas mejores que pueden salvarnos la vida. Permitirse a uno mismo salirse de la norma, cuestionar sus propias creencias para despertar la consciencia, son actitudes de responsabilidad personal que podrían facilitar un cambio del paradigma en este tema”.

Mencionó que, en la práctica terapéutica, durante 20 años, ha atendido numerosos casos de mujeres en situación de violencia. “Que en primera instancia no eran conscientes de estar siendo violentadas, debido la normalización de la violencia en la cultura. Tanto ha sido así que el maltrato físico y psicológico no proviene exclusivamente del género masculino, sino de la sociedad en general. E incluso de sí, para sí mismas, a causa de afecciones psicoemocionales producidas por la misma violencia recibida, tales como el síndrome de Estocolmo, la dependencia emocional, o las conductas autolesivas; también se incluyen reacciones involuntarias al estrés sufrido, como la depresión y la ansiedad, la bulimia y la anorexia, el cutting y la tendencia suicida, entre otras”.

Sugirió que para una recuperación psicológica efectiva, deben seguirse una serie de pasos y recomendaciones para que el proceso sea ético y profesional, “lo primero es salvaguardar la seguridad física de la mujer y de sus hijos; en segundo lugar, brindar un tratamiento emergente para el estrés postraumático, en caso de que lo haya; tercero, establecer un programa de asesoramiento psicológico para la actualización de sus conceptos de género, autoestima y de las relaciones socioafectivas; y  por último, llevar un proceso psicoterapéutico con base al modelo de tratamiento que se determine adecuado de acuerdo a las características de cada caso”.

También recomienda que dicho proceso sea conducido por un (a) profesional competente en el área, ya sea de manera privada o a través las instancias públicas que brindan un apoyo especializado en estos temas.

Dijo que, de acuerdo con la autora de Fuera de la jaula y Vagabundas, Fernanda García Lao, plantea que hay quien prefiere no ver esta situación y apunta “que pasa con estos hombres que se han quedado sin capacidad de palabra, de razón, insensibilizados, embrutecidos. Hombres medievales educados en familias ídem, que solo pueden reaccionar al fracaso sentimental haciendo uso de la violencia más carnicera. No son casos aislados. Contemplar pasivamente, es igual a ser cómplices”.

Por Ariel Sánchez