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Conrado Roche Reyes

III y última

Después de platicarme las extrañas situaciones que pasaron explorando el cenote del ex convento de San Bernardino de Siena, pregunto al director de tan importante exploración subacuática Sergio Grosjean:

—Bueno, Sergio, pero pasando a cuestiones más terrenales, ¿qué hay de cierto en que los cenotes tienen corrientes y por eso mucha gente se ahoga?

—Definitivamente podemos afirmar que el aspecto de la fluctuación del agua existe, pero no es como mucha gente se imagina. Pero para entender de una manera cabal este punto y otros que seguramente querrás conocer, sería interesante abordar el tema desde tiempos pretéritos hasta aterrizar en el presente.

—Sabemos que el recurso más buscado por cualquier civilización a lo largo de la historia es precisamente el agua, y los mayas no fueron ajenos a este comportamiento, tal como nos señala la evidencia arqueológica, los mayas utilizaban los cenotes como la principal fuente de abastecimiento de agua, al menos en esta región peninsular.

—Posteriormente, y ubicándonos en el periodo colonial, los cenotes jugaron un papel relevante para lograr el total dominio de la población, pues el estricto control de estas fuentes acuíferas marcó la diferencia entre la vida y la muerte.

—En este momento, los cronistas comienzan ya a hacer referencia a estas formaciones naturales. Es el caso de fray Diego de Landa, quien en su trabajo Relación de las cosas de Yucatán, escrito en el siglo XVI, nos hace referencia a los cenotes, la que tiene ciertas similitudes a la creencia de que en la actualidad se tiene de los cenotes, y cito textualmente: ‘Que tenían tan furiosas corrientes al grado de que si un ganado cayera en sus aguas, éstas lo arrastrarían hasta el mar’.

—En el presente, y de manera similar al pasado, los cenotes siguen siendo para los campesinos lugares sagrados. De hecho, cuando se realiza la ceremonia del Cha Chaac, el agua que se utiliza o es de sereno o se obtiene de los cenotes, pues de acuerdo a ellos, es agua virgen, y mejor aún si proviene de un cenote cerrado, pues éste no ha sido tocado siquiera por la luz.

—De acuerdo con los estudios realizados por geólogos, la península de Yucatán está formada por una extensa placa de roca caliza llamada también kárstica, la cual está formada principalmente por carbonato de calcio. Las corrientes subterráneas contienen, aunque en baja proporción, ácidos carbónicos que corroen, aunque en baja proporción, ácidos carbónicos que son corroídos por los carbonatos de calcio de la roca, formando cenotes y cavernas que pueden colapsar cuando sus bóvedas se derrumban, tal y como ocurrió en el cenote Zací de Valladolid, en la primera mitad del siglo XX. Entonces se obstruye la circulación del agua y se detiene en gran medida el proceso de corrosión. Entonces, podemos afirmar categóricamente que los cenotes sí tienen corriente, y son una especie de ríos subterráneos que desembocan directamente al mar, tal y como mencionaba Landa hace más de cuatro siglos, pero no en la forma que lo planteaba. Existe corriente, pero ésta es completamente imperceptible. Tú puedes estar en el espejo de agua o a 50 metros de profundidad y jamás percibirás que existe algún tipo de movimiento. De hecho, y de acuerdo a los geólogos, si no administramos correctamente nuestras reservas acuíferas existe el peligro de que el agua de mar comience a ocupar el espacio que hasta ahora es agua dulce, y llegue el momento que estos ríos subterráneos sean agua de sal”.

Si es como tú me dices, y los cenotes tienen corrientes imperceptibles, ¿por qué se ahoga mucha gente?

—Por la sencilla razón de que la gente que se ahoga no sabe nadar o sufre congestión alcohólica, infartos, etc. Esto es sencillo. Cuando tú te bañas en un cenote, aparentemente puedes sentir como que algo te jala, algo similar a lo que sentirías en una piscina, sólo que en la piscina ves el fondo, y en el cenote, por lo general, ves un infinito negro, aunado a la predisposición derivada de la diversidad de mitos y leyendas que convergen a su alrededor.

—Lo que sucede, y a diferencia del agua de mar, es que esta no contiene sal, y lo que te ayuda a flotar es precisamente la sal. El mayor ejemplo para demostrar este efecto nos lo da el llamado mar Muerto. Este mar, aunque realmente es un lago situado al este de Israel, recibe un gran número de afluentes, muchos de ellos temporales, aunque el principal proviene del río Jordán. Este carece de desagüe y la evaporación de la región y el estiaje eliminan el exceso de agua. El coeficiente de evaporación en la región circundante es muy elevado y las precipitaciones anuales son muy escasas, siendo de esta manera que el agua del lago contiene aproximadamente un 25 % de sales, es decir, cinco o seis veces más que en las aguas de los océanos. Entonces, el elevado peso específico de las aguas determina una extraordinaria flotabilidad, aunque la misma elevada concentración de sal impide la existencia de vida”.

—Ok –le insisto–, pero dentro del mismo mito se afirma que la corriente te jala y te transporta por sus venas hasta depositarte en otro cenote. ¿Qué hay de cierto en que los cenotes se comunican entre sí?

—Efectivamente. Imagina que debajo de ti hay un río que se dirige hacia el norte, o sea, hacia el mar, y de repente tú decides hacer un pozo en el preciso lugar en donde pasa éste. Vas a tener agua fresca siempre, y más delante de ti alguien decide hacer lo mismo sobre la misma ruta, y posteriormente hay una formación natural, y así sucesivamente. Entonces, si están intercomunicados muchos de ellos, pero eso no quiere decir que un individuo pueda atravesar uno y otro. Hay casos que sí, pero hay muchos ejemplos más en que las condiciones geológicas no lo permiten”.

Por otro lado, te quiero decir, estimado Sergio, que en muchos de los pequeños poblados que he visitado existe una leyenda que dice que el Viernes Santo sube de nivel y absorbe todo lo que hay a su alrededor. ¿Qué hay de cierto en esto?

“Bueno, muchos de los mitos se derivan de la realidad, aunque esta con el paso del tiempo se descompone y se transforma, y en ocasiones es algo completamente diferente. La única explicación que puedo dar al respecto –pues nosotros también hemos escuchado esa historia–, se deriva de la siguiente anécdota: Hace algunos años, unos colegas buzos se hirieron en un cenote del Caribe con la finalidad de llevar a unos turistas. Por cuestiones de seguridad, el grupo se dividió en dos, y mientras uno se encontraba en la superficie, el segundo realizaba su buceo. Entonces, de un momento a otro, los que estaban en la superficie observaron cómo el nivel del agua del cenote subió aproximadamente dos metros. Todavía no salían del sobresalto, cuando el grupo que realizaba la inmersión salió a la superficie.

Al preguntarles si percibieron algún cambio brusco del nivel del agua, dijeron que no. Para el caso, en la noche se enteraron que hubo un terremoto en Centroamérica. Este fenómeno no ha sido investigado, porque las investigaciones en cenotes son muy pobres y no se ha aplicado tecnología para explicar estos fenómenos, aunado a que muy poca gente ha observado este tipo de eventos”.

—Ya para concluir esta interesante charla, me gustaría saber qué tipo de fauna se puede encontrar en el interior de un cenote y, además de ello, qué podemos observar en sus profundidades.

—En el presente, en los cenotes turísticos podemos encontrar peces que no son propios del mismo, tales como gupis, molis, peces espadas, etc. Y esto ocurre porque hay individuos que llevan estas especies y las depositan en él, causándole un gran daño al ecosistema natural del mismo. Pero en cenotes poco visitados, los llamados comúnmente bagres, peces ciegos, pequeños camaroncitos.

—Hace miles de años existían especies que por el nivel del agua y la topografía permitían su existencia. La ejemplificación idónea para este caso la podemos demostrar con el hallazgo de un espeleobuzo, quien encontró dientes fosilizados de un tiburón a 20 kilómetros de la costa.

—Estos ejemplares, para fortuna de la ciencia, fueron entregados a paleontólogos para los estudios correspondientes. Se determinó que pertenecían a una especie no identificada, por lo cual se le llamó “el sirenito yucateco”. Por desgracia, y a diferencia de este aventurero, existen individuos que bucean en cenotes y que desgraciadamente saquean toda la evidencia natural inmersa, borrando, de cierta manera, una parte de nuestra historia. Por lo tanto, recomiendo a cualquier buzo que realice este tipo de hallazgo, contacte a la Subdirección de Arqueología Subacuática para que realice el levantamiento correspondiente. Este tipo de reportes es sumamente importante, debido a que la herencia cultural sumergida nos ayuda a reconstruir el pasado, y yo le preguntaría a alguien que haya realizado este tipo de acción, de qué le sirve tener en su cuarto o vitrina si no sabe por qué estaba depositado donde lo obtuvo.

—El interesarse en estas cuestiones debe de ser con la intención de deleite y conocimiento, y en el caso de encontrarse con artefactos prehispánicos, coloniales o republicanos, incluso en las cuevas secas, haya que dejarlos donde se encuentren, ya que moverlos de su lugar puede causar graves problemas para interpretar un evento. De la misma manera, hay que cuidar íntegramente estas formaciones en beneficio de los nuestros y porque le han costado muchos años a la naturaleza. Son nuestro patrimonio.

—Gracias, Sergio, hoy conozco y respeto más esas misteriosas y atractivas formaciones que son parte intrínseca de nuestra identidad.