90 abuelitos sufren maltrato durante la cuarentena en Quintana Roo: Cavi

El Centro de Atención a Víctimas del DIF estatal indicó que se registraron 15 casos al mes; el abuso psicológico es uno de los más usados contra los abuelitos violentados en la entidad
martes, 6 de julio de 2021 · 07:44

Para don J. N., de 86 años, el 2020 fue un año muy difícil. Al morir su esposa a causa de COVID-19 en abril de ese año, se quedó sin alguien que lo apoyara a sobrellevar sus múltiples enfermedades.

Sus hijos decidieron que se fuera con uno de ellos, pero desde el inicio las cosas se complicaron: tenía que compartir la recámara con sus nietos, quienes no le dejaban dormir al ver televisión a altas horas de la noche y cuando les pedía que le ayudaran a moverse, éstos accedían de mala gana o simplemente fingían no escucharlo.

De acuerdo con las estadísticas del Centro de Atención a Víctimas (Cavi) del DIF estatal, las atenciones a personas de la tercera edad violentadas en el 2019 eran de aproximadamente cinco mensuales, lo que arrojaría un total de 60 durante ese año. Esta cifra se incrementó considerablemente en el último cuatrimestre del año pasado, al atender hasta 12 casos de este tipo, por lo que el último cuarto del 2020 cerró con 48 denuncias; mientras que en el primer semestre del año ya suman 15 situaciones de violencia contabilizadas por mes.

De acuerdo con Christian Dzul Guzmán, directora del Cavi, el tipo de violencia más frecuente es la psicológica. “Contrario a lo que se piensa, que son los golpes; no, es la psicológica la que va en aumento, en mayor índice contra adultos mayores que terminan siendo enviados al albergue de adultos mayores, porque ya no quiero cuidar a mis padres o abuelos”.

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Para la funcionaria, el confinamiento tiene una fuerte relación con el alza de casos. “Yo creo que el estar encerrados en confinamiento, los problemas, la situación, los espacios pequeños como las casas de interés social, todo ha sido una conjugación de detonantes”, expresó.

La situación de don J.N. se tornó cada día peor. Su familia le reclamaba que no ayudaba en nada, que no aportaba al gasto familiar, pero sí se le tenía que invertir en medicinas y que ya era se había convertido en una carga para todos, sin que su hijo interviniera.

El adulto mayor rogó para que lo regresaran a su casa, pero sus familiares ya la habían rentado, por lo que tuvo que quedarse en ese lugar. Todos los días lloraba de tristeza y hasta dejó de comer.

Este tipo de situaciones, explicó Dzul Guzmán, se debe a que las familias no están acostumbradas a convivir; “eso ha generado ciertos conflictos, roces entre padres, hijos, madres, hermanos, los niños, las familias ampliadas y, por supuesto, los adultos mayores”.

El contexto en el que estamos acostumbrados a vivir es otro de los factores agravantes, agregó, “ya que se vive en un mundo en donde ya no tenemos paciencia, si se desea algo se compra en línea y en 24 horas se tiene, o tolerancia, me gusta mi individualidad y no tolero que nadie invada mi espacio, toque mis cosas, nos hemos vuelto más egoístas; por ello ya no se tiene la voluntad de cuidar a personas de la tercera edad, por todo lo que implica el compromiso”.

La tarea de Cavi, abundó, es que una vez que se detecta un caso de abuso, se busca a la familia para dialogar. “Trabajamos la sensibilización y si eso no funciona viene la parte jurídica, porque no es sólo dejar a mi adulto mayor al abandono, también hay consecuencias legales, y la familia lo debe  saber”.

“Hay hijos e hijas que ya no quieren atender a sus padres o abuelos y se les hace más fácil decir ‘vamos a mandarlos al DIF, vamos a mandarlos a la casa hogar’, por esta falta de convivencia que se ha tenido como familia, por el contexto en el que vivimos”; aseguró y enfatizó que por ello un punto clave es trabajar la familia en sí, “no de manera dispersa, vamos a atender primero a los padres, o a las mujeres y luego a los hijos, no, yo creo que el común denominador es atender a la familia completa”.

Luego de un tiempo, el octogenario fue visitado por sus antiguos vecinos, quienes al encontrarlo en depresión, desatendido y sucio, decidieron llevarlo con ellos e interponer la denuncia ante el DIF.

J. N. logró ser albergado por la familia con la que convivió por más de 20 años como vecino y aunque lamenta ser un estorbo para sus hijos, dice sentirse afortunado de haber encontrado amigos verdaderos que no sólo le han dado un techo y un hogar, sino también lo han hecho sentir parte de una familia, por lo que disfruta convivir con ellos, aunque no deja de sentir nostalgia al ver desde la ventana su antigua casa, por la cual, con el apoyo de las instancias correspondientes, ha solicitado a los inquilinos el desalojo para poder pasar en ella sus últimos días.

CG