Maestra no llegó a dar clases en Santa Elena; murió tras caer en el baño de su casa

Gran consternación causó entre el gremio magisterial del Sur del estado, el lamentable accidente doméstico, en que la maestra Saida Marbella Puch Dzul perdiera la vida, hoy por la mañana al estar preparándose para dirigirse a impartir su cátedra a la escuela primaria "José María Morelos y Pavón" del vecino municipio de Santa Elena.

Lugar donde le esperaban como todos los días sus amados alumnos, quienes se quedaron aguardando vanamente la llegada de la maestra, sumiéndose los niños en la tristeza al saberse al cabo de un rato, que su adorada maestra Saida, ya no regresaría más al aula y escuela donde con mucho amor y compromiso laboró estos últimos tiempos.

Ya que esta dolorosa noticia corrió como reguero de pólvora, causando tristeza y dolor entre sus numerosos conocidos, dada su destacada trayectoria tanto como maestra, devota religiosa y sobre todo como ser humano; detalles que hacen destacar sobre todo sus compañeros de estudio en la Normal de Ticul, que tuvieron la fortuna de convivir con ella y conocerla al cursar la generación 1996-2000 de Licenciatura en Educación Primaria, quienes la tienen en el mejor de los conceptos y lamentan su irremediable partida.

A la destacada y muy abnegada maestra le sobreviven su padre y dos hermanos menores, uno de ellos igualmente profesor de educación primaria y quien labora en la primaria estatal de Chapab. A quienes el Sindicato de Maestros a través de la coordinación de la región 8 del SNTE Sección 33 que encabeza el Maestro Leandro Magaña Dorantes, les envían el más sincero en estos momentos de zozobra por lo acontecido.

Al respecto se supo que la maestra Saida Marbella, habría fallecido en el interior del baño de su hogar, probablemente al resbalarse y caer de espalda, golpeándose la nuca contra el piso, lo cual le provocó una supuesta fractura craneal, que le habría provocado la muerte, situación de la que se percató su señor padre, luego de forzar la puerta del baño, al escuchar que una compañera de trabajo, tocaba reiteradamente el claxon de su auto, ante la extraña tardanza de Saida, para dirigirse a su centro de trabajo. 

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CC