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Los vecinos de Celestún dudan del nuevo proyecto del empresario Meljem Charruf Navarrete, ya que no hay documentos oficiales para construir en áreas protegidas

El proyecto inmobiliario “Marela Life”, cuya propiedad atribuyen los “vigilantes celestunenses” al empresario Meljem Charruf Navarrete, está sobre arenas movedizas legales: se ubica casi sobre la calle 12, pero entre esta y cualquier edificación debe haber 200 metros como distancia mínima, como zona de amortiguamiento.

Según los “vigilantes celestuneses” -grupo de mujeres y hombres que hacen rondines motorizados para evitar las obras-, en la vasta zona desmontada, en la que se perdió mangle y se rebajó la duna costera, el proyecto “Marela Life” pretende “partir” el área en 700 lotes y una casa club. Sin embargo, “Lannier”, uno de los guardias, advierte que, hasta ahora, nadie les ha mostrado algún documento tramitado ante alguna autoridad federal; recordó que se trata de terrenos protegidos.

Los celestuneses culpan a la voracidad de los desarrolladores inmobiliarios de la deforestación del mangle y la destrucción de la duna costera, ambos barreras naturales del litoral, en el puerto que habitan.

“Lannier” asegura que el intento de los dueños de “Marela Life”, con maquinaria pesada que ingresó por la noche, mientras ellos dormían, para arrasar con ocho hectáreas de vegetación vital, como el botoncillo y fauna diversa, es el peor daño ecológico a la zona de amortiguamiento de la playa.

En un recorrido, POR ESTO! Constató la dimensión del daño: los “monstruos de acero” devoraron todo y dejaron amplias brechas como calles para dar forma a espacios para lotes; el mangle quedó “botado” a los costados, arrinconado en montones.  La devastación abarca cientos de metros cuadrados.

Todavía hay huellas de la maquinaria que arrasó con árboles cuyas raíces están levantadas y “amontonadas” a lo largo y ancho del trazo de las nuevas calles que pretenden dar paso a lotes para vender a precios millonarios.

“Lannier” y sus compañeros, resguardados en un cuarto en proceso de construcción, aseguraron que Charruf Navarrete y sus socios le “compraron” esa extensión en el 2021 a Marcos Gutiérrez Rodríguez, quien tenía la posesión desde hacía 25 años; sin embargo, por tratarse de un área protegida, los empresarios no habían desmontado nada.

Como es del dominio público, cualquier persona que pretenda levantar una casa a la orilla de la playa o en las cercanías, dentro de la zona de amortiguamiento, tiene que realizar ante la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) los trámites del Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA). En la información que entrega, el interesado debe justificar el tipo de obra, el objetivo, la dimensión exacta, el croquis del proyecto arquitectónico, la flora y fauna detectadas y cómo reparar o reponer el daño causado. “Lannier” explicó que en el caso de “Marela Life” desconoce el tipo de trámite que el grupo empresarial realizó para “devastar” el mangle y la duna costera.

Por ser terrenos nacionales, hay dudas sobre los permisos, porque la zona de amortiguamiento debe ser 200 metros después de la calle 12, pero el proyecto inmobiliario, venta de lotes y casa club, cuyos terrenos “limpiaron por completo”, está casi sobre la calle 12, muy cerca de la pequeña base de la Secretaría de la Defensa Nacional, rumbo a Xixim y El Palmar. Según esta versión, hasta donde se han enterado, el proyecto “Marela Life” incluye la venta de 700 lotes y la casa club. La persona que compre un lote tendría que realizar los trámites ante Semarnat para obtener la aprobación de la MIA por la obra que realizará en esa zona costera. Esto exhime de toda responsabilidad al grupo empresarial por alguna obra, salvo el área común.

Los cálculos de la “guardia comunitaria” es que podrían haber ocupado no sólo ocho hectáreas, sino más; por lo pronto, ellos recorren en motocicletas toda la zona devastada, ante el temor de que las obras continúen; impiden que ingrese algún topógrafo o ingeniero. Por ahora, nada se ha movido en ese espacio afectado.

Inicialmente, conocieron que el terreno que compraron los empresarios era de 180 metros de frente y 800 de fondo, pero no tienen la dimensión exacta; sospechan que, en realidad, el frente es casi nueve veces más: un kilómetro y medio. Pero la preocupación más importante que ellos tienen es el daño irreparable del mangle y la duna porque Celestún está dentro del área protegida por el Gobierno federal.

La “guardia comunitaria” vive bajo la zozobra de que policías retornen al área para intentar sacarlos, pues, como POR ESTO! Publicó hace unos días, los agentes montaron un operativo para “ahuyentar” a los supuestos invasores de esa zona de Celestún y ellos tuvieron que esconderse en otros predios y salir de la zona.

(Continuará…)

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LV 

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