A Grupo Porcícola Mexicano, operador de la marca Kekén, el revés de un juez de Distrito la paró en seco porque en las 3 mil 500 hectáreas que pretendía arrebatar al ejido de Celestún está la única fuente de agua dulce que abastece al puerto, cuya población ronda los 13 mil habitantes, reveló el alcalde José Asunción Ramírez Perera.
Ayer, POR ESTO!, en compañía de algunos de los comuneros que fueron engañados por la empresa para que cedieran sus derechos territoriales —fraude que no se consumó—, recorrió Sactún: un ojo de agua de 20 metros de diámetro por 100 metros de profundidad, que en su interior también tiene peces de diversa índole, y de donde los habitantes obtienen el agua para cubrir sus necesidades elementales.
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Kekén buscaba ampliar sus instalaciones de Kinchil, ubicada en el kilómetro 63.5 de la vía que conecta al puerto con la capital, y tiene una capacidad de producción anual de 90 mil toneladas, con un descomunal nivel de contaminación.
De acuerdo con Saúl Rodríguez, Héctor del Ángel Ávila y Maximino Cauich Solís, en los alrededores de la planta de cerdos hay cenotes y ojos de agua como la de Noc Polac, Santa Julia, Camayac y la aguada Balamhá.
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POR ESTO! publicó que Kekén, bajo engaño, y con el apoyo de líderes ejidales, intentó “arrebatar” 3 mil 500 hectáreas, adjuntas a Kinchil. El Tribunal Unitario Agrario (TUA) dictaminó a favor de los comuneros sobre una controversia tras un proceso que duró cuatro años (expediente 253/2020).
Los ejidatarios recordaron que en el 2019 fueron expulsados del ejido y les retiraron todos sus derechos por la entonces líder ejidal, Luz Alba Solís Cohuo, quien se coludió con Kekén para defraudar a los campesinos: los comuneros firmaron documentos en blanco para recibir 12 mil pesos cada uno, como un supuesto pago de la empresas de puercos por daños y perjuicios. Nunca supieron que había un “acuerdo de confidencialidad” para vender grandes extensiones de terrenos.
Ayer, durante el recorrido, Saúl, Héctor del Ángel y Maximino exhibieron el alto riesgo de daño ecológico si las aguas sucias de Kekén alcanzan Sactún, que tiene varios cenotes en los alrededores, no solo para la población fija, sino también la flotante, es decir, el turismo, pero también la pesca.
POR ESTO! recorrió los linderos del ejido con Kinchil, ubicado a un costado de la carretera a Chunchucmil, una de las vías que comunica el Sur de la entidad y que enlaza como Campeche. Se trata de una extensa área de tierras que tiene flora y fauna únicas en la región. Además, a lo largo de la vía, en cada 50 kilómetros, hay pasos de agua que se dirigen hacia Celestún, por debajo del mangle.
Se accede de la carretera principal a través de una vereda de 300 metros de distancia. El ojo de agua está rodeado de alambrado y es un lugar bello por naturaleza.
Saúl Rodríguez dijo que a Kekén parecen no importarle dañar la flora y la fauna, porque al verter sus desechos, aunque sea bajo ciertos procesos, de todos modos llega al manto freático y al mar. “La ambición de producir más y exportar sus productos a costa del daño a la población es increíble”.
Frente al espejo de agua, los ejidatarios señalaron que no permitirán que una empresa cause una crisis acuífera y grave daño ecológico, sobre todo prive del agua a la población de Celestún.
De acuerdo con Sergio Oceransky Losana, asesor del grupo ejidal, ante las irregularidades detectadas en el proceso, el camino que van a seguir será la contrademanda contra Kekén, tal como ayer dimos a conocer. Sin embargo, los ejidatarios expusieron que el proceso podría ser de larga duración porque a la empresa le quedan opciones de amparo hasta llegar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Saúl recordó que Kekén se asentó en Kinchil durante el gobierno de Ivonne Ortega Pacheco y fue autorizado por el titular de la entonces Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma), Eduardo Batllori Sampedro, quien, se creía, por su formación científica protegería el medio ambiente, pero que, en realidad, impulsó a la empresa que también afectó la zona de Anillos de Cenotes del centro de la entidad. En Homún, los habitantes lograron cerrar la planta y también hay una lucha pendiente en Izamal y otra más en Mérida.
El alcalde de Celestún, José Asunción Ramírez Perera, tajantemente afirmó: “No permitiré que Kekén entre a Celestún”. Dijo que buscará un acercamiento con los ejidatarios del municipio para conocer de cerca el problema, pero de entrada la presencia de una empresa contaminante alejaría el turismo, una de las actividades principales del municipio.
Los ejidatarios, además de visitar Sactún, recorrieron el cenote que funcionó hace más de 30 años como la principal fuente de abastecimiento de agua dulce, pero que fue cerrada cuando la población empezó a crecer y el agua se volvió salobre.
Al final de la visita, los comuneros fueron tajantes: ¡La población de Celestún no quiere a Kekén! Y rechaza el daño que estaría haciendo al medio ambiente de la zona.
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GC