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Tras dar a conocer la situación que atraviesan paradores turísticos como el Museo del Meteoritoo la Pig Beach, otros atractivos también han comenzado a generar un aumento de visitantes como es el caso de la reserva natural El Corchito, que se posiciona como el sitio de mayor asistencia en esta temporada de vacaciones de Verano en Progreso.
Justo en el pasar de estos días de verano, han sido crecientes los flujos que corresponden al turismo, sobre todo nacional, pues de manera constante se avistan camiones de donde descienden decenas de visitantes, la mayoría en busca de su primera experiencia en El Corchito.
En los fines de semana, el personal externa que se forman incluso filas de espera por vía de los vacacionistas, quienes, a pesar de los minutos bajo el Sol que tienen que soportar, se aventuran a conocer los ojos de agua y convivir con los mapaches.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Fomento Turístico, en los primeros cinco meses del año en curso acudieron al sitio un total de 57 mil 883 personas, más de 10 mil que las que se tuvieron el año pasado, por lo que al final del verano los números serán superiores a diferencia del 2022 hasta en un 40 por ciento.
En los últimos tres años, el peor porcentaje fue durante el 2020 que se padeció en la pandemia por COVID-19, donde solamente acudieron de enero al final del verano, un total de 23 mil 946 personas. En ese mismo lapso, un año antes de la entrada de la contingencia, se registraron 112 mil 580 visitantes.
En el 2022, de enero a septiembre se tuvieron 83 mil 511 accesos a El Corchito. En el año 2021, la cifra fue de 57 mil 402, aunque se destaca que aún no había concluido la etapa de cuidados masivos y restricciones.
Esta misma dependencia indicó que durante el mes de mayo de 2023, la afluencia de visitantes a los paradores turísticos de las principales zonas arqueológicas y ecológicas del Estado ascendió a 206 mil 160 personas, lo que implica un decremento de 5 mil 263 visitantes respecto a las 211 mil 423 personas registradas durante el mismo mes del año anterior. Esta cifra representa una disminución de -13.9 por ciento respecto a los visitantes registrados en el mismo mes del 2019.
Al igual que paradores como el Museo del Meteorito, en este sitio se concentra principalmente público oriundo de otras partes del país. Un peldaño más abajo se encuentran los yucatecos del interior del Estado, que en estos días viajan hasta en unidades que permiten acudir al sitio hasta a 15 personas.
En cuanto a los progreseños, varios ciudadanos que crecieron con el antiguo El Corchito aseguran que ya no queda nada de lo que alguna vez fue el sitio cuando era manejado por una cooperativa de pescadores que le dieron mantenimiento, pero que en el año 2015 el Gobierno del Estado obtuvo los derechos tras una junta en la que se decidió otorgar el control total a la entonces administración del Gobierno Estatal, en esa época estaba a cargo de Rolando Zapata Bello.
A pesar de que parte del trato eran plazas para los fundadores, que en 1991 rescataron los ojos de agua y lo limpiaron, hoy en día apenas sobreviven algunos de ellos, pues en el año 2021 varios de ellos terminaron su relación con el lugar.
Como dicta la historia, la figura de lo que hoy en día representa El Corchito es José María Palomo Castillo (Q.E.P.D), quien abandonó el mundo terrenal en el mes de mayo del año pasado, luego de ser arrollado a escasos metros de su hogar, en la colonia Benito Juárez García.
En los años 50 este héroe social llegó a Progreso. Al paso de los años, con oficio de pescador y con el objetivo de recuperar aquel sitio donde pasó su niñez rodeado de sus mejores amigos, José María Palomo Castillo retornó a aquel punto para buscar los ojos de agua donde solía acudir, pues el sitio estaba cubierto de basura y diversos daños del huracán Gilberto.
El éxito fue rotundo luego de que se rehabilitara el lugar con apoyo de la ciudadanía del Oriente de la ciudad y el grupo de pescadores donde también resaltaron nombres como los de Henry Limbert Velásquez Castillo (hermano del finado), Arturo Uc Tinal y Jorge Casanova Dzul (QEPD).
Tras darse a conocer los paseos que otorgaban los hombres de mar a cambio de una propina, siendo poco a poco fue creciendo la fama del lugar, al grado de surgir una cooperativa con el mismo nombre, pues la afluencia para épocas de vacaciones y fines de semana provocaba filas kilométricas a las afueras de este inmueble, aún mayores a las que se tienen hoy en día.
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GC
