Mina de Oro en Dzidzantún; exhacienda salinera se desmorona en espera de ser rescatada

En las paredes en ruinas de esta exhacienda se esconde el pasado glorioso de la que fuera la salinera más grande de Yucatán
miércoles, 28 de junio de 2023 · 10:06

Considerada como la salinera más grande de Yucatán y uno de los principales centros de distribución de este producto marino a todo México e incluso al extranjero, la exhacienda Mina de Oro en Dzidzantún se desmorona con la vaga esperanza de ser rescatada.

En sus paredes en ruinas se esconde un pasado glorioso y el espacio que ahora ocupa la vegetación se veía abarrotado a principios del siglo pasado de productos como sal, carbón y henequén.

Mina de Oro es una exhacienda ubicada en la vereda de la remodelada carretera que conduce de Dzilam de Bravo al puerto de Santa Clara, y que pertenece al municipio de Dzidzantún.

Su importancia era tal que contaba con su propia aduana para controlar los envíos fuera del país, muelle para la carga del producto a las embarcaciones e, incluso, tenía conexión con un tranvía de tipo rural o truck hacia la Hacienda San Francisco, ubicada a pocos kilómetros de allí.

El rancho salinero fue parte importante para toda la localidad desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, pues los pobladores tanto hombres como mujeres, se trasladaban año con año a este lugar donde se ocupaban de la extracción y procesamiento de la materia prima.

El sitio era parte importante para toda la localidad, pues los pobladores, tanto hombres como mujeres, se trasladaban año con año a este lugar donde se ocupaban de la extracción y procesamiento del producto. De acuerdo con los registros históricos, tan sólo en 1937 se vendieron cerca de 3 mil toneladas de sal.

Catalino Canto Salas, de 87 años de edad, trabajó en la exhacienda en su adolescencia, cuando estaba en su apogeo la actividad. “Había cientos de trabajadores que extraían la sal junto conmigo. La paga por la tarea era de tres pesos diarios. Ya pasaron más de 50 años desde que trabajé ahí. Nos daban comida y era un muy buen lugar para laborar, pero cuando se fue para abajo me quité”.

Julián Estrada, habitante de Dzidzantún, recordó que la Comuna le otorgó a principios del siglo XX una concesión por 50 años a los Roche para que pudiera trabajar la explotación de sal en dicha hacienda, por lo que trajo a gente de otras partes del mundo, en especial del continente asiático, para trabajar en esta actividad que se dio por muchos años.

En ese entonces, comenzaron a surgir los apellidos asiáticos como Hau, Uh y Mom. Recordó que en la hacienda había tres turnos para trabajar, por la gran cantidad de materia que se sacaba y se mandaba.

El hombre comentó que la población se trasladaba de la Hacienda San Francisco Manzanilla, hoy colonia, mediante un truck jalado por un caballo en un camino de terracería que conducía al puerto. Pero la hacienda, además, tuvo una doble función, servir como punto de embarque del henequén al país y el extranjero.

“La producción del oro verde que se daba en esta zona era llevada hasta la costa en grandes cantidades para poder ser comercializada con los barcos que llegaban a cargar la sal que se extraía de las charcas y se almacenaba en las bodegas de la hacienda”, recalcó Julián Estrada.

De la hacienda salían productos del henequén como bolsas, tapetes y cuerdas con los que se ataban los barcos. “Mina de Oro fue un lugar de mucho trabajo por la actividad de extracción de sal y el arribo de henequén que se producía en el pueblo. Todo se llevaba para comercializarlo a los grandes barcos que llegaban”, apuntó.

Pero fueron la expropiación por parte del Gobierno a los campesinos, los repartos familiares y la caída del auge henequenero, que propiciaron que este lugar quedara en el abandono.

Catalino Canto señaló que los huracanes, como Gilberto, en 1988, dieron la puntilla al declive de la Mina de Oro, al dañar las charcas salineras con el ingreso de agua, además de que se acabó la concesión que le tenían cedido a los Roche para que pudiera trabajarse.

“Entraron los ciclones y le dieron un fuerte golpe a Mina de Oro, luego que se estaba acabando el tiempo de concesión y decidieron dejarlo, se abandonó como hasta la fecha”.

Ahora la hacienda se encuentra a la espera silenciosa de ser rescatada y volver a ver el movimiento de antaño, tal vez no como rancho salinero, pero sí como un importante centro turístico e inmobiliario para la hermosa costa yucateca.

Al concluir su actividad productiva quedó en el abandono el sitio. Pero al estar asentado sobre una laguna y una playa virgen, los visitantes ingresan para observar las antiguas edificaciones que están de pie y que poco a poco se han ido deteriorando con el paso del tiempo. Sus paredes esconden un pasado glorioso por la acumulación de sal, carbón y henequén que se producía.

Los residentes indicaron que es muy difícil que se pueda recuperar el lugar, ya que el abandono que ha tenido con los años la tiene en ruinas y sería una gran inversión la que se necesitaría para poder recuperarlo. Hoy en día, quienes transitan por esta parte de la costa se detienen para ingresar a ver el sitio, mirar la emblemática casa y el paisaje que lo rodea, siendo testigo de cientos de fotografías para quedarse en el recuerdo.

En venta

Mina de Oro está en venta con todo y sus tierras. Un sitio en Internet, que presume que en Yucatán sólo hubo dos haciendas en Yucatán pegadas al mar, la pone en venta en 66 millones 838 mil 495.65 pesos, alegando que incluye 2.5 kilómetros de playa.

Señala que el terreno cuenta con los permisos para uso comercial, ya sea turismo, acuicultura o un puerto deportivo. Detalla que su entorno de gran riqueza ecológica es perfecto para el ecoturismo, ya que cuenta con pájaros, aves acuáticas y abunda la fauna nativa; muchas especies migratorias pasan por Yucatán y los flamencos se pueden ver en la Ciénega en el otro lado de la carretera.

Incluso señala que un marcador en la propiedad identifica el lugar de enterramiento del pirata Jean Lafitte. Pero también se vende en lotes en otras páginas de Internet, que lo ofertan como una oportunidad única.

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