Al día, 27 mujeres de Mérida huyen de la violencia que viven en casa

Violencia física, económica y psicológica, es lo que orilla a las administradoras del hogar a huir de sus parejas y buscar ayuda en el Instituto de la Mujer de Mérida
miércoles, 14 de septiembre de 2022 · 07:44

El Instituto de la Mujer de Mérida atiende mensualmente en sus tres sedes a aproximadamente 820 mujeres, la mayoría con sus hijos, que sufren violencia, a quienes les ofrece refugio y atención psicológica.

Esta cifra equivale a 27 por día, es decir, poco más de caso cada hora, lo que coinciden con los reportes que al 911 hacen las víctimas de maltrato familiar, datos que publicó ayer POR ESTO!. Ayer informamos que, en promedio, cada hora una mujer solicita ayuda a las autoridades yucatecas por ser violentada, según la estadística que, entre enero y julio, registró el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

En el caso del Instituto, a lo largo de 20 años que tiene el programa ha atendido a más de seis mil víctimas tan sólo en la capital y sus comisarías, principalmente por dos tipos de violencia: física y económica, aunque también hay casos de maltrato psicológico, emocional y sexual, informó la directora Fabiola García.

Como muchas de las afectadas son de escasos recursos, se les brinda alojamiento o resguardo mientras se resuelve su situación. También se les ofrecen talleres y asesoramiento psicológico, jurídicos y social

Se les proporcionan herramientas para “reducir” la ruta crítica para el acceso a la justicia, así como para generar espacios informativos y de reflexión, y promoción de los derechos de las mujeres a fin de favorecer la igualdad sustantiva; también se les ayuda a desarrollar capacidades para empoderamiento y autonomía económica.

La psicóloga Dafne Herrera Alpuche, por su parte, aseguró que ocho de cada 10 mujeres violentadas en Mérida no la perciben. “Aunque se ha incrementado el número de denuncias y cada vez son más las mujeres que están levantando la voz y diciendo ‘no’ al maltrato de sus parejas, jefes, familia e incluso amigos, el 80 por ciento de las mujeres que sufre violencia ni siquiera lo sabe, estamos hablando que existe la violencia económica, la psicológica, la emocional, la física, la sexual y ahora se ha agregado la vicaria, por lo que es importante que puedan identificarlas y denunciar si es la están viviendo”.

Comentó que una de las violencias más frecuentes es la económica; puede dividirse en dos tipos: cuando el hombre le impide a la mujer trabajar o asistir a la escuela, y la segunda es cuando no le da ningún sustento a la familia y mantiene a sus hijos y esposa con carencias.

La psicológica se caracteriza por causar miedo a través de la intimidación; en amenazarla con causarle daño físico a ella o sus hijos o con dañar sus mascotas y bienes; en forzarla a aislarse de sus amistades, de su familia, de la escuela o del trabajo.

“La violencia sexual conlleva obligar a una pareja a participar en un acto sexual sin su consentimiento”, señaló.

“La última de las violencias es la denominada vicaria, que es aquella que tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus seres queridos y especialmente de sus hijos, cada una de estas violencias tiene sus ramificaciones, pero en concreto hay que entender y aceptar que está sufriendo la mujer para buscar ayuda”, finalizó.

Desde insultos hasta abortos… tres historias

Las historias por violencia intrafamiliar son tan desgarradoras que parecen venir de un mundo irreal, pero son más comunes de lo que se cree; describen desde insultos hasta abortos causados por golpes.

“Me sobajaba, me golpeaba, me amenazaba con quitarme a los niños si lo denunciaba”, señaló con palabras entrecortas y lágrimas mojando su rostro, Melissa Z.U. “Me casé con él a los 16 años, era todavía una niña, él tenía 21, y a unos meses de vivir juntos comenzó a ponerse agresivo por todo; tuve a mi primer hijo y se quedó tranquilo unos meses, pero al quedar embarazada del segundo todo se volvió un infierno”.

“Primero me acusó de haberlo engañado y me golpeaba aun ‘cargada’ (embarazada), cuando nació se dedicó a beber a diario y hasta perdió el trabajo, y eso lo hizo más agresivo; me pegaba a mí y a los dos niños, y cuando yo lo amenazaba con llamar a la policía, me iba peor, me decía que se llevaría a mis hijos, por eso lo callé por mucho tiempo. Pero un día me pegó tan fuerte que me lesionó el cuello por un mes; fue cuando decidí hacer algo”, recuerda con rabia en la mirada.

Elizabeth G.S., con las manos y los nervios hechos nudo, relata: “mi marido me obligaba a tener relaciones sexuales, y cuando me negaba, me golpeaba. Después de cinco años, me di cuenta de que era violación”. Y es que, en su pueblo, “las mismas señoras te dicen que es tu marido, que tienes que responderle, que es tu ‘cruz’, y uno crece creyendo que una es su posesión, hasta el punto de aguantar insultos, golpes y sexo obligado… era muy doloroso y era malo conmigo”.

“Pero en una ocasión -agregó con el coraje en la mirada-, me lastimó al grado de que tuve dolor en mi parte íntima por tres días y hasta una infección; decidí buscar ayuda y vine a Mérida; yo pensaba que mi penitencia era el no poder tener hijos, hasta que entendí que no era así y que el ser agredida no era mi culpa”.

Rebeca N.D recordó el final trágico de su “historia de amor”: “Hace un año, regresé a la casa después de visitar a mi mamá, ya que llevaba a mis dos hijos a comer allá porque no me alcanzaba con lo que (mi esposo) me daba, pero me recibió con un puñetazo en la panza, tuve un dolor fuerte y, como a la media hora, sangré. Perdí a mi bebe y siempre pienso que si lo hubiera dejado, nada de eso hubiera pasado, por eso denuncien, porque si no, siempre seremos las víctimas”, insistió.

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JG