Uayalceh es otra víctima de Kekén, y la comisaría de Abalá ya presenta una importante contaminación en el agua que pone en riesgo grave de salud a sus habitantes, denunció Cuauhtémoc Jacobo Femat, integrante del Consejo Ciudadano por el Agua de Yucatán.
El problema es que los ejidatarios firmaron, hace 20 años, un convenio leonino, que dificulta proceder contra la empresa. Pactaron con Kekén la instalación una granja porcícola que les generaría empleos y ganancias a los habitantes del ejido.
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“Es tan grave lo que establece ese convenio de aparcería, qué palabras más, palabras menos, dice que la empresa no se compromete a que la granja sea un negocio rentable”, señaló Jacobo Femat.
Los campesinos conformaron una sociedad de producción en la que se comprometían a aportar el agua necesaria, a través de la perforación de pozos e incluso a solicitar créditos para construir las naves y los edificios para la engorda de cerdos; Kekén, por su parte, sólo se comprometía a comercializar los cerdos. Los pobladores también sufragaron los gastos de la tecnología para el tratamiento de las aguas residuales.
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“Y los ejidatarios seguimos pagando los créditos de una obra que le sirve a Kekén para sus actividades, que son las que contaminan el agua y el medio ambiente del pueblo”, dijo.
Recalcó que los ejidatarios debieron recibir asesoría de la Procuraduría Agraria, “que está obligada a participar cuando se firman este tipo de convenios, y en lugar de asesorarnos nos empujaron a firmar”.
Con el paso del tiempo, se han dado cuenta que no hay garantías de ganancias; pagan por algo en lo que la empresa está obligada a invertir, mientras Kekén solamente debe entregar los cerdos y proceder a la comercialización, y, por tanto, los costos mayores los absorben ellos.
Por medio de este convenio, apuntó, la empresa se lava las manos y sin ningún candado opera y contamina, porque puede argumentar que no es una tarea suya el tema ambiental, ya que los ejidatarios son los supuestos dueños.
El activista dijo que, de los 30 ejidatarios que iniciaron como socios, sólo quedan tres, y ni los que salieron de esa sociedad, ni los que permanecen, han visto beneficio alguno, y si deterioro del agua del poblado y del medio ambiente.
“Toda esa promesa con la que siempre se presenta Kekén, de generar empleo, generar desarrollo y beneficios, no existe y los habitantes de la población y sus familias lo hemos vivido todo este tiempo y seguimos en malas condiciones y cada vez peores, ya que el olor de los cerdos ha invadido la población en el vivero del programa sembrando vida están muriendo plantas por la contaminación del agua”, afirmó.
Sobre los efectos que se ven en la población, comentó: “En el centro de salud encontramos casos de enfermedades en niños, personas adultas, y no se ha prestado atención a eso, ni se le quiere prestar atención. Estamos hablando de una afectación a una población de poco más de cinco mil habitantes, y eso es gravísimo”, recalcó.
Para el activista es un tema en el que la corrupción parece evidente, porque para Kekén todo ha sido un regalo, y no hay al momento represalias legales ni judiciales al respecto.
“Aquí en Yucatán se les ha servido todo en charola de plata: territorio, mano de obra barata y probablemente bajo costo en la cuota de uso de agua, misma que contaminan”, apuntó.
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CC