Crimen organizado comercializa especies en peligro de extinción y maderas preciosas de Yucatán

El pepino de mar es la especie más capturada de forma ilegal en la Península de Yucatán, el cual se comercializa a altos precios en países asiáticos
sábado, 18 de junio de 2022 · 11:25

El crimen organizado mexicano está acaparando el mercado negro de especies en peligro de extinción y maderas preciosas, y está modificando las cadenas productivas de tal forma que, contra la voluntad de pescadores y talamontes de la Península de Yucatán, están llevando a personas externas para explotar los recursos de la zona y esconderlos incluso fuera del país.

Un informe del Instituto Brookings, centro de investigación política y social con sede en Washington, D.C. y fundado desde 1916, señala que grupos de narcotraficantes en el extremo del Golfo de México y la zona del Pacífico desplazaron a los intermediarios que se entendían con los pescadores o campesinos y ahora, los maleantes tratan directamente la mercancía para entregarla a la Mafia China de la que obtienen metanfetaminas o fentanilo como moneda de cambio.

El documento, firmado por la investigadora Vanda Felbab-Brown, señala que la pesca de especies como el pepino de mar “a menudo se ha llevado a cabo de una manera desastrosamente insostenible para alimentar la demanda masiva de especies particulares en China y entre la diáspora comunidades, incluso en los Estados Unidos, cuyos miembros también han estado involucrados en el tráfico de pepino de México a China a través de Estados Unidos.

“Promovida por el Gobierno mexicano a principios de la década del 2000, la pesca comercial de varias especies de pepino de mar despegó en Yucatán y el Banco de Campeche en altamar cuando los intermediarios chinos comenzaron a organizar la cosecha para sus propios mercados, donde el pepino de mar es un manjar caro y codiciado”, explica el informe.

La autora señala que se desencadenó una especie de “fiebre del oro” con la pesca de este producto. La gente, con tal de ganar dinero, ignoraba las cuotas o el conflicto que generaría con la disminución de la especie y comunidades pesqueras que dependían de ella. “La cosecha también desencadenó un conflicto violento entre comunidades pesqueras, el bandolerismo marítimo y la piratería entre grupos rivales de pescadores que buscaban robarse mutuamente las capturas cada vez más escasas, y dio lugar a grupos de autodefensa de las aldeas entre las poblaciones indígenas.

La pesca condujo al colapso de la especie ecológicamente vital, que filtra los desechos orgánicos de los océanos. La población de pepino en el banco de Campeche pasó de 20 mil toneladas en 2009 a mil 900 toneladas en 2013, y se reduce desde entonces”, agrega el texto.

El informe explica que los grupos de la droga, con tal de “hacerse parte de la bonanza” de la explotación ambiental, traen a pescadores foráneos para poder capturar las especies (principalmente el pepino de mar en la Península). “Cuando comenzó a escasear el producto y aumentaron los retenes por su ilegalidad, los grupos comenzaron a llevarse la mercancía al extranjero. “(…) cuando la cosecha de pepinos de mar en Yucatán comenzó a disminuir a medida que la población colapsaba debido a la sobreexplotación, grupos criminales que operan en Yucatán comenzaron a llevar a Costa Rica sus centros de acopio de mariscos capturados ilegalmente y en otras partes de América Latina”. 

Desfasados

Uno de los principales movimientos es el desfase de los comerciantes chinos o mexicanos que se entendían directamente con los pescadores o los talamontes de quienes obtienen maderas preciosas de la selva maya. El que el crimen organizado opere directamente la pesquería, representa que las comunidades pierdan un ingreso monetario y se tengan que arreglar con los criminales.

Se modifica por completo la cadena productiva y, aunque existen pruebas suficientes, el Gobierno chino se ha deslindado por el consumo de estos productos en su país sin responsabilizarse del daño al medio ambiente.

Los comerciantes chinos operaban en los pueblos pesqueros y otorgaban contratos a los pescadores locales que buscaban a los comerciantes. Los marinos de pepino de mar y cazadores furtivos de totoaba y abulón (en la zona de Baja California) vendían directamente a los recolectores. Los recolectores chinos organizaban el trasporte (de la mercancía) a centros de acopio y puertos (…) y luego el tráfico hacia China. Algunos productos (…) eran contrabandeados a los Estados Unidos, algunos colocados a los residentes de la comunidad china en Estados Unidos y otros enviados a China”, dice sobre la producción ilegal como se conocía.

La conexión entre comerciantes chinos y las comunidades pesqueras está rota en un esfuerzo “por monopolizar” la industria y obtener más beneficios. Diario POR ESTO! ha reportado que los delincuentes viajan por las comunidades del Estado de Campeche para reclutar leñadores y obtener las maderas preciosas como caoba, granadillo y jabín, y pagan entre 500 y mil pesos por día de trabajo. Sin embargo, aunque de forma interna los narcos logran moverse con facilidad y mueven la mercancía, es aparente que no han podido “abrirse camino en el tráfico y transporte fuera de México (…) Esa parte del comercio permanece bajo el control de los comerciantes chinos”.

El principal beneficio de los grupos narcotraficantes es la obtención de las bases para drogas que luego serán exportadas fuera del país. “El comercio de vida silvestre también facilita cada vez más las actividades de lavado de dinero de los grupos criminales mexicanos; los productos son utilizados por los criminales mexicanos como un mecanismo de transferencia de valor para los mercaderes chinos a cambio de químicos base para drogas como el fentanilo y las metanfetaminas, que son producidas en México a partir de estas sustancias”. Según la autora, para detener este escenario furtivo de pesca, caza y tala ilegal en México, se requiere de la vigilancia gubernamental y de una cooperación internacional real.

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CC