Seyé: Vendedor de cochinita señala a empresa Kaki de darle cerdos con clembuterol

El clembuterol en dos cerdos cocinados en cochinita sería la causa de la intoxicación de 500 personas, mismos que fueron vendidos por la empresa Kaki
martes, 14 de junio de 2022 · 08:56

Dos cerdos con clembuterol en la sangre fueron cocinados en cochinita pibil, uno de los guisos más apreciados en la gastronomía yucateca, que suele tener alta demanda los fines de semana, y esto generó masiva intoxicación: 500 personas, aproximadamente el 0.05% de la población de Seyé, de 10 mil 53 habitantes, que en cuestión de una hora y media se convirtió en un problema de salud pública.

Fue un día de locura en Seyé. El sistema médico de la pequeña población colapsó. Los dos médicos que habitualmente atienden a los enfermos hasta las 13:00 horas, vivieron momentos de sobresaltos, como el doctor Jaime Álvarez Pech, que no desayunó, ni almorzó, sólo cenó luego de las 22:00 horas cuando el número de pacientes empezó a disminuir.

Este doctor, con consultorio en la calle 35 entre 28 y 29, laboró más de 12 horas ininterrumpidas, las hojas de recetas se le acabaron. Atendió de 100 a 200 pacientes, perdió la cuenta, incluso hacía pasar a los pacientes de familia en familia, de cuatro o cinco para recetarles el mismo medicamento: Metoprolol.

Martín Zetina

Los síntomas eran semejantes en cada paciente: taquicardia, hiperventilación, dolor de cabeza, náuseas y temblores de cuerpo. “No tuve que averiguar más, cuando les pregunté a los enfermos qué habían consumido, y me dijeron que cochinita, ya sabía que estaban intoxicados por clembuterol”, dijo el médico, ahora ya más relajado.

De acuerdo con el doctor Álvarez Pech, el uso de clembuterol en los cerdos es práctica común porque permite aumentar la masa muscular o estimula al animal a incrementar su ingesta y engordar. Aunque este fármaco es usado en humanos para el tratamiento de enfermedades respiratorias por su efecto broncodilatador.

La alcaldesa Diana Isabel Dzul Leo casi cae en desesperación. No daba crédito a lo que veía y escuchaba. Desde las 8:00 horas la gente empezó a sentirse enferma, no sólo era una, sino familias enteras. Cuando supo de qué se trataba y el médico ya había hecho su diagnóstico y los medicamentos se agotaron, mandó a comprar a Mérida, Metoprolol.

Entonces, empezó a repartirlo en los consultorios, donde la gente hacía largas filas para pedir “auxilio” porque sentía que por la taquicardia podría ser víctima de un paro cardiaco en ese momento. Vehículos oficiales de traslado llevaron a pacientes al hospital del IMSS de Acanceh y otros al Agustín O´Horán de Mérida y clínicas privadas.

Martín Zetina

Todos compraron y consumieron  cochinita en el negocio de Beto Huchim, a las puertas del mercado principal. “Es la mejor cochinita que se vende en el pueblo, la de don Beto, y esto nunca había pasado, no había nada raro, hasta que la gente empezó a sentirse enferma”, dijo la alcaldesa sentada detrás de su escritorio, en el palacio municipal.

Don Beto y su familia también fueron víctimas de su propia cochinita. Cuatro de sus hijos se enfermaron y su esposa, Yanel González Chay,  tuvo que ser trasladada a la clínica Santa María, en Mérida. La desesperación llegó a nivel de pánico: largas filas en los consultorios, gente sufriendo en sus casas, otros en los bajos de palacio municipal, familias completas que no encontraban solución a su enfermedad.

Cuñados, tías y primas de don Beto Huchim también enfermos. Menos la alcaldesa, que este domingo no tuvo el antojo de comer cochinita, como solía hacerlo en otras ocasiones.

En la casa de Beto Huchim, de dos niveles, llegó personal de la Secretaría de Salud. Revisó el sitio donde “mataba” a los cerdos, revisó las calderas y halló a dos cerdos aún vivos en un reducido chiquero adjunto a donde preparaba la cochinita. 

Uno de los animales, según constató POR ESTO! estaba de pie y otro recostado, parecía enfermo, cubierto de moscas, aún podía respirar pero tenía dificultades para ponerse de pie. Una de las hijas de don Beto dijo que su padre compró los cerdos a la empresa Kaki, un emporio ubicado en la comisaría de Sac Chic, a siete kilómetros de Seyé, pero que no sabía que recién los habían vacunado o inyectado algo.

Al visitar esa comisaría, se observó que la empresa también cría aves, elabora alimentos para perros y hasta tiene un sector industrial que produce cartón para comercializar huevos. Tiene varias plantas de producción en ese poblado, pero su giro principal son las aves.

La alcaldesa fue informada a las 22:00 horas por la Secretaría de Salud (Dirección de Protección Contra Riesgos Sanitarios) que la causa de la intoxicación era clembuterol, aunque ella ya lo sabía por la información que le proporcionó el médico del poblado. De hecho, el personal de la Secretaría instaló tres módulos de atención médica en los bajos del palacio municipal alrededor de las ocho de la noche. Muy tarde, según el comentario de los pacientes, ya impacientes para esa hora.

Las hijas de Beto Huchim estaban asustadas y hasta “escondidas” en su casa, en cuya puerta había una patrulla con una mujer agente sentada en una silla vigilando que nadie rompa los sellos que puso la autoridad estatal. “Mi papá no tiene la culpa, él no cría, solo compra los animales para venderlos. Además, está enfermo, tiene diabetes, y también nosotras nos enfermamos, hasta mi mamá”, dijo una de las muchachas.

Roger González Noh y su familia reposaban en las hamacas de la casa, aún con dolor de cabeza. A uno de sus hijos aún le dolía mucho más la cabeza. Roger es familiar de don Beto, vive a unas casas en la calle 21 entre 36 y 38. Él y su mujer apenas estaban pasando el cuadro doloroso. El nivel de afectación estuvo relacionado con el número de tacos de cochinita que consumieron. Uno de los niños comió cuatro y era el que aún sentía dolores de cabeza. La señora mostró la receta y dijo que había consumido agua y suero, porque el clembuterol desaparece en 12 horas, aunque podía tener efectos mayores si había tenido un cuadro de COVID-19 recientemente.

Martín Zetina

González Noh confirmó que don Beto acudió a los consultorios para ofrecer dinero a los médicos para absorber los costos del tratamiento a todas las familias. Unos dicen que pagó hasta 700 pesos por cada paciente, pero el doctor Álvarez Pech no lo pudo confirmar.

En el mercado, el lugar que ocupa la familia Huchim estaba vacío. Sólo las moscas tapizaban el mostrador. No tenía sellos, pero nadie se acercaba, porque además de vender cochinita los fines de semana también tiene un puesto en el mercado donde vende carne de cerdo.

Por las calles de Seyé, personal de la Secretaría de Salud Estatal recorría casa por casa para detectar si había algún paciente sin tratamiento. Felipe Madera Pech y su esposa, Ilse Ambrosio Santa María, también tuvieron temblorina. El personal de salud sólo les recomendó seguir bebiendo agua y suero. Esta familia tiene tres hijos grandes, pero fueron dos nietos los que se enfermaron, uno de 14 y otro de 16. “A Chucho le dio temblorina y estuvo toda la noche a puro suero”, dijo la señora.

Más tarde, cuando POR ESTO! visitó el consultorio del médico Álvarez Pech, justo en ese momento don Beto Huchim salía de ese lugar. Evitó hablar, se veía cansado, débil, sus cuñados lo llevaba casi a rastras. Se le insistió que confirmara el lugar donde había comprado los cerdos.

Mandó a decir que “tengo que hablar primero con esa empresa para luego fijar mi postura”. Se refería a la empresa Kaki.

Hasta ayer nadie había presentado alguna denuncia penal por la intoxicación, ni el Ayuntamiento estaba buscando culpables. La alcaldesa dijo que serán las autoridades del sector salud las que se encargarán de indagar a partir de los resultados del laboratorio de los dos cerdos que aún estaban vivos en la casa del vendedor de cochinita, pues serían sacrificados para saber si también tenían clembuterol.

Además, esto permitiría seguir el hilo de la investigación para llegar, probablemente, hasta la empresa Kaki o algún proveedor menor. La alcaldesa comentó que no se sabe con exactitud, sólo que la familia Huchim ha mencionado a la empresa Kaki.

Kaki, emporio

De acuerdo con información pública, granjas Kaki produce un millón de gallinas comerciales y que su éxito se debe a la tecnología y por ponerle atención a los detalles de la producción de huevo.

Con su sede en Mérida, Kaki lleva produciendo huevo de plato desde el año 1973. Hasta el 2011 tenía 1 millón de ponedoras en producción y su mercado incluía toda la Península de Yucatán, y alcanza hasta el mercado de Tabasco y Chiapas a través de distribuidores.

El señor Alvar Esquivel Iglesias es el director general de esta empresa familiar, que actualmente cuenta con la participación de tres de sus hijos. En 1973 la familia comenzó una compañía de alimentos balanceados. A partir de ahí se incorporaron gallinas ponedoras paulatinamente. En los años 1990 cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, creó una integración avícola completa, con sus propias reproductoras ligeras, planta de incubación, crianza, producción, y comercialización de huevo, incluyendo su propio flete.

La sede comercial de la empresa es Mérida, pero es en Acanceh donde se encuentra su zona de producción. Y más recientemente, tiene un sector de producción de cerdos.

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JG