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Vecinos han soportado las bajas temperaturas, pero al ser de bajos recursos, ha muerto una abuelita a causa de hipotermia, además de sufrir por la invasión de alimañas como serpientes que ingresan a sus casas

Un centenar de familias ubicadas en la zona de terrenos de invasión en Progreso, aseguran estar pasando un invierno devastador tras soportar todas las noches temperaturas por debajo de los 15 grados.

En medio de un recorrido dentro de esta zona que carece de todos los servicios básicos necesarios para la supervivencia humana, los lugareños declararon que incluso han muerto tres personas de la tercera edad, desde la última quincena del mes de diciembre a la semana pasada, un par de ellos en conjunto con males que les aquejaban, terminaron por agraviarse ante el frío.

Mientras que un abuelito de más de 80 años de edad, relatan los entrevistados, falleció tras una picadura de una serpiente venenosa; asimismo, indicaron que animales rastreros, desde la llegada del invierno, han comenzado a perpetuar en los domicilios hechos con material improvisado como lonas, cartón y bolsas de nailon.

Para adentrarse en lo que se considera por la mayoría de la comunidad porteña como “tierra de nadie” se necesitó aprobación de uno de los delegados vecinales del lugar, mismo que por motivos de seguridad no quiso otorgar su identidad. También, “el tour” fue concedido por uno de los mismos lugareños, en este recorrido se trató del tricitaxista Pascual Soto Cáceres, quien, al igual que sus vecinos de Flamboyanes, arribó desde otro Estado, siendo que, en su caso, se asentó hace un año y medio en esta comisaría, luego de abandonar su natal Isla Aguada, Campeche, ubicada a pocos kilómetros de Ciudad del Carmen.

“Aquí sufrimos mucho, pero también nos cuidamos. Desde que llegué la misma gente te hace notar el ‘reglamento interno’ que debemos de seguir, la restricción más importante es no crear líos porque si no te expulsan; me comentaron que sin problemas podía ocupar un espacio en la zona de invasión, y así lo hice. Mucha gente comparte dos casas, otras definitivamente no tienen donde, y esas familias son las que están padeciendo esta época”, aseguró mientras manejaba rumbo al área indicada, sin descuidar el cubrebocas y una sudadera con capucha, la cual no permitía que el corresponsal en turno vea parte de su identidad.

Uno de los primeros sitios que el guía eligió fueron los domicilios de los lotes que se centran detrás del área del Instituto de Vivienda del Estado de Yucatán (IVEY), donde se menciona que no llegan los apoyos gubernamentales, pues es en esta ubicación donde menos regulación existe por parte de las autoridades.

“Tenemos niños que hasta lloran porque se congelan, les duelen los pies y las manos, aquí por las noches como no tenemos alumbrado todo es oscuridad y llantos de bebés, es normal, uno como adulto no lo aguanta, ahora imagínense los pequeños. No se soporta”, atestiguó Manuel Contreras Hernández.

El adulto mayor de 65 años, también rememora que existen dos maneras de soportar las temperaturas: por medio de un fogón que se prende con leña o por medio de paneles solares que otorgan energía eléctrica para obtener calefacción; sin embargo, estos oscilan un precio de 8 mil pesos, en el caso del más barato, por lo que tal artículo es accesible solo si se juntan varias familias a comprarlo, turnándose un día por semana para hacer uso de ello.

Un dato que llamó la atención, es que desde el mes de noviembre que obtuvo los votos en las elecciones de comisario Carlos Eduardo Noyola Sosa, este no ha realizado una sola visita a dicha zona, incluso varios residentes dicen desconocer quién es el funcionario, argumentó Contreras.

Luego de la breve entrevista, el dueño el tricitaxi decidió aparcar su vehículo y herramienta de trabajo, pues la superficie sin concreto obligó a que se emprenda una caminata, arribando a una hilera de casas donde desde niñas de ocho años hasta mujeres septuagenarias, realizan labores del hogar dentro de las casas improvisadas. Esto se aseguró que ocurre tras la partida de los padres de familia, quienes se dedican en su mayoría a tres actividades: la pesca ribereña, el comercio ambulante o la recolección de basura para vender por kilo.

“Vivimos al día aquí, yo soy pepenadora ¿de dónde vamos a sacar dinero para comprar algo que nos dé calor? En mi casa nos acostamos en hamacas, cubrimos el piso con periódico, acercamos lo más que podamos el fogón con riesgo a que se queme la casa, si no es así no podríamos tolerar el frío, aquí pega muchísimo más porque estamos rodeados de maleza y piedra, no se me olvida cuando tuve gripe, hasta pensé que me iba a matar la enfermedad, era intolerable”, argumentó Lourdes Custodio Alvarado.

Otra alternativa que aseguran les ha resultado a estos habitantes es el no dormir durante el horario nocturno para tener sus horas de descanso en el día, pues han sido víctimas la mayoría de los conjuntos vecinales del insomnio a causa de los frentes fríos.

“No se puede dormir. Es una pesadilla tratar de dormir, porque solo no se puede, es tanta la heladez que con nada se te quita, cinco cobijas utilizo y ni así se puede conciliar el sueño”, dijo Rebeca López Jiménez.

Dentro del grupo de mujeres que se acercó contar sus testimonios, resaltó la figura de María García Méndez, quien a sus escasos 17 años ya es madre de un pequeño y ahora se dedica a las labores domésticas mientras su esposo acude a ejercer la pesca.

Solamente en esta área, se relata que hay al menos 150 pequeños desde recién nacidos hasta los 17 años, de los cuales la gran mayoría ha optado por no acudir al colegio por falta de recursos, ya que las clases en línea son solo una entelequia de su situación cotidiana. 

Las muertes por la hipotermia han sido una constante, y el último caso correspondió a la esposa de José Luis Rodríguez, mejor conocido por el rumbo como Malpica, quien perdió a su esposa y quedó viudo, relegándose a la tristeza, negándose a dar alguna declaración, pues tras la afirmación de sus vecinas sobre la pérdida, el hombre no pudo esbozar ninguna palabra, guardando silencio y sin corresponder la mirada del corresponsal en turno. 

Asimismo, la drogadicción también ha jugado un papel en los frentes fríos, dentro de las últimas casas del tramo donde habita un hogar de seis integrantes, jóvenes que no pasan de los 25 años. Estos afirman que la “pasta”, es decir, una sustancia que aseguran es la base de la cocaína, les ayuda a escaparse de la realidad que les azota entre la pobreza extrema y el frío.

Antes de abandonar el área, seguidos entre el desconcierto de los vecinos y el asombro de varios pobladores que pocas veces dejan entrar medios de comunicación hasta la intimidad de sus zonas de residencia, piden a las autoridades ayuda, pues han asegurado sentirse dentro del olvido al tener sus hogares en un área no oficial, esto también ha sido la causa de que no cuenten con drenaje, alumbrado público, suministro de luz, entre otros beneficios.

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CC