José Rizos, 58 años de fabricar joyería en Seyé, Yucatán

Pese a la baja demanda de sus servicios, José Pech busca como llevar los alimentos para su familia
lunes, 6 de septiembre de 2021 · 15:45

José Rizos Pech, a sus 70 años de edad, de los cuales 58 ha dedicado a la fabricación y reparación de joyas, continúa trabajando en su pequeño taller de la colonia Canto, pese a que la demanda de sus servicios es cada vez más escasa y sus ingresos no son suficientes para comprar sus alimentos.

Originario de la comisaría de Xukú del municipio de Seyé, manifestó que debido a que no le gustaba la escuela su padrino de bautizo lo llevó a su taller y le enseñó lo básico para la elaboración de joyas cuando apenas tenía 12 años de edad, lamentablemente éste falleció a los tres o cuatro años de haberlo adoptado y entonces decide trasladarse a Mérida y pedir trabajo en el taller de su primo, por el rumbo de la 61 por 42, quien al verlo con los pantalones rotos y sin calzado, lo utiliza como mozo para barrer el taller, limpiar las herramientas y hacer diligencias.

Con el paso del tiempo y al percatarse de que sabía elaborar piezas de oro y plata le permitieron trabajar como reparador de alhajas, luego los encargos que le hacían, pero sin dejar de sufrir las burlas y ofensas de los empleados del taller que lo insultaban.

Cuando el taller cierra por la devaluación del peso en 1994 se establece en el mercado Lucas de Gálvez realizando únicamente reparaciones, de esa manera se fue dando a conocer.

Reveló que su compadre Marrufo le ofreció la posibilidad de fabricar alhajas, incluso le da oro para que trabaje por las noches y en las mañanas pueda atender su puesto en el mercado, reparando joyas. Ayuda que señaló cambio su vida, pues al ser dueño de su taller comenzó a enseñar a dos de sus cinco hijos como él fabricaba y vendía, sus ingresos fueron mejorando al grado de que llegó a patrocinar a un equipo de béisbol, luego comenzó a caer en las borracheras y parrandas gracias a que joyeros de Valladolid, Tekit y de otros municipios del interior del Estado, le hacían grandes pedidos.

“Al agudizarse la paridad del peso con el dólar, el costo del oro fue subiendo mientras que el mercado fue disminuyendo, lo que la situación se vino a pique. Por lo que tuve que cerrar mi taller del mercado y dedicarme sólo a la reparación de joyas”, dijo.

Rizos Pech dijo que la puntilla para muchos artesanos como él fue la llegada de la pandemia del COVID-19 que prácticamente paralizó la actividad durante casi ocho meses y hasta la fecha muchos no han logrado recuperar el mercado perdido.

Comentó que conoce joyeros que estaban en el mercado Lucas de Gálvez que están trabajando ahora como choferes del transporte urbano, comerciantes o de lo que sea, porque ya no es posible comprar oro para trabajar por su elevado precio que va de los 800 pesos el gramo o más, ya que una moneda de centenario que era lo que utilizaban para fundir y elaborar joyas, cuesta alrededor de 40 mil pesos y eso ha propiciado que el costo del producto se dispare al doble.

Mencionó que hasta los joyeros afiliados a la Cámara del ramo que llegaron a sumar más de 100, casi todos se dieron baja, porque cerraron sus establecimientos y buscaron otra forma de trabajar, incluso hasta de vigilantes y sus herramientas las tienen guardadas por la falta de trabajo y en espera de que el mercado mejore, lo cual ve muy difícil.

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JG