Conoce a don Rubén López, a sus 80 años sigue reparando zapatos en Hunucmá

A pesar de la pandemia por el COVID-19, Rubén López Canto afirma que no le ha faltado trabajo como zapatero en dicho municipio de Yucatán
domingo, 29 de agosto de 2021 · 14:52

A sus 80 años de edad, Rubén López Canto dice que se siente sano de la mente y de las manos, lo que le permite seguir con su trabajo de zapatero en su domicilio marcado con el No. 210 de la calle 33 entre 32 y 34 del Centro de esta ciudad.

Comentó que, con la modernidad y la industrialización del calzado y otras prendas de vestir, junto con sus hermanos Leonel y Luis Ángel López Canto se vieron en la necesidad de cambiar la técnica de trabajo, aclarando que los tres aprendieron desde niños el oficio de manera manual o artesanal, trabajando con herramientas como el martillo, cuchillos, ganzúas, hilo y pegamento, ya que no habían las máquinas industriales como ahora.

Explicó que, en los años cincuenta, las zapaterías de esta población alcanzaron prestigio por la buena calidad del calzado, al utilizar materiales originales como pieles y suelas que estaban permitidos; luego, en los años sesenta, en la ciudad de Mérida comenzaron a aparecer grandes zapaterías que comenzaron a contar con maquinarias industriales, lo que dio como consecuencia que las pequeñas zapaterías empezaran a desaparecer.

“Ante esta situación, mi hermano Luis Ángel, el segundo de nosotros, decidió aventurarse a la naciente ciudad de Cancún, que apenas comenzaba a fomentarse, y en pocos meses Leonel y yo también nos fuimos al vecino Estado, donde instalamos un taller para remendar zapatos, bolsas, lonas y demás”, explicó Rubén.

“Con las crisis económicas mucha gente descubrió que, en lugar de comprar zapatos nuevos y caros, les resultaba más barato repararlos para continuar usándolos un tiempo más, así que el taller comenzó a tener fama y mucha clientela, al grado que varios zapateros de Hunucmá llegaron a Cancún a trabajar con nosotros”, agregó.

“Nos iba muy bien económicamente, Luis Ángel pudo educar y pagar los estudios de sus hijos que se graduaron en carreras universitarias; Leonel no tuvo hijos, pero ayudó a una muchacha que trabajaba como cajera en el taller y que estudiaba para contadora, y yo crecí a mis cinco hijos. En fin, pudimos ayudar y salir a adelante”, narró el octogenario.

“Pero todo en la vida es transitorio y un día un motociclista atropelló a Luis Ángel, quien falleció y nos afectó mucho, sobre todo a Leonel, porque decía ‘yo traje a Luis y por mi culpa pasó esto’, se deprimió y comenzó a descuidar el taller”, contó Rubén.

“A los pocos años también Leonel falleció y el taller cerró, por lo que en mi caso decidí retornar a Hunucmá, donde hasta la fecha continúo con este trabajo que es la reparación de calzado, bolsas y toldos”.

“Con esta actividad, junto con mi hijo Francisco López Sosa, quien es el único que aprendió el oficio y me ayuda, vivimos en esta casita donde está el taller, gracias a esta actividad hemos pasado bien el año y medio de la pandemia de COVID-19; en lo que se refiere a lo económico, chamba no nos hace falta y, como tengo ya 80 años, no salgo de la casa para nada, por temor a los contagios de coronavirus, a pesar de que ya recibí la vacuna, pero con esta enfermedad no se juega. Así que es mejor cuidarse, es mi hijo el que sale a la compra de la comida y me acompaña todo el tiempo”, finalizó.

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JCL