Contaminación de granjas porcícolas daña suelo de la Península de Yucatán, alertan

Actividades agropecuarias como criadero de cerdos y monocultivos están ocasionando escasez de agua, aseguran investigadores
miércoles, 28 de julio de 2021 · 07:47

Contaminación del manto freático y escasez de agua, son algunos de los impactos que hoy sufre la Península de Yucatán, debido a la vulnerabilidad del suelo kárstico y por actividades agropecuarias como las granjas porcícolas y los monocultivos, además de los desarrollos turísticos e inmobiliarios.

Lo anterior fue señalado por la doctora Yameli Aguilar Duarte del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y Teresa Denegre-Vaught, del Consejo Ciudadano por el Agua de Yucatán, en la charla “La tragedia de la contaminación del Karts de Yucatán”, organizada por la Asamblea Social del Agua y el Observatorio del Agua.

En el caso de Yucatán, Denegre-Vaught, mencionó que hay afectaciones por las más de 400 granjas en el territorio, las cuales extraen grandes cantidades de agua y la regresan al suelo ya contaminada, pues los sistemas de tratamiento, por los desechos que generan los cerdos, son insuficientes. Esto dijo, también contamina y provoca la escasez de agua, sobre todo en los municipios donde están estas empresas.

“Se piensa a nivel global que en la Península de Yucatán tenemos una gran reserva de agua, pero en los últimos 40 años, debido a la política neoliberal ahora nos damos cuenta de la magnitud del problema y de los graves riesgos que enfrentamos, por ejemplo, por las granjas porcinas”, expuso.

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Dijo que se tiene el registro de, por lo menos, 410 granjas de cerdos asentadas en la entidad, en zonas protegidas y reservas, incluso, con múltiples irregularidades, con la falta de Manifiestos de Impacto Ambiental y los biodigestores que se usan no son suficientes para cuidar el agua.

Aguilar Duarte agregó que también hay una importante afectación por los desarrollos inmobiliarios que se han dado, como en el norte de Mérida, donde además es una zona que está a escasos metros del manto freático, lo que incluso genera una escasez y lucha por el agua en los municipios costeros. También es el mismo caso con los llamados lotes de inversión que deforestan.

En el caso de Campeche expuso que hay una gran afectación debido a la agricultura extensiva que se realiza para el establecimiento de monocultivos, ya que estos prácticamente acaban con la vegetación y el suelo se vuelve más vulnerable.

En el caso de Quintana Roo, comentó que la afectación es por la urbanización que se lleva a cabo ligada al turismo, pues los grandes desarrollos consumen agua las 24 horas toda la semana, generando que falte el vital líquido en varios poblados, y se convierta en un recurso mercantil.

“Tenemos en la Península de Yucatán afectaciones al manto freático, al agua, por actividades agropecuarias, por los desarrollos turísticos y por los desarrollos urbanos no planificados, que se conjuga con el tipo de suelo que tenemos”, dijo.

Explicó en la ponencia que el karst es un tipo de sistema que su principal característica es que está conformado por rocas que se disuelven, de tipo calizas que están formadas por carbonato de calcio y magnesio, que, al contacto con el agua acidificada o los ácidos orgánicos, se va disolviendo, dando pie a la formación de oquedades, fracturas, conductos internos, etcétera.

Expuso que la Península de Yucatán es la más grande plataforma kárstica, con la zona más extensa de suelo de rocas calizas, por lo que la región está llena de diferentes oquedades, como cenotes, aguadas, entre otras, y, en general, hay una complejidad geohidrológica subterránea, además de cuevas, grutas, entre otras.

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Denegre-Vaught declaró que la gente de las comunidades ya se está dando cuenta de la afectación al agua y a sus recursos por lo que planean luchar. Expuso que a diferencia de otras regiones del país no se habían enfrentado problemas de este tipo, pero ahora ya hay un movimiento social.

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Sin embargo, consideró que la academia es la que ha quedado a deber, porque son pocos los investigadores que en realidad mantienen una actitud crítica. “De qué sirve el conocimiento si no se pondrá en favor de la ciudadanía”, cuestionó.

JG