Apellidos mayas, motivo de discriminación y desventaja económica en Yucatán

Una encuesta realizada por Colegio de México demostró que la en la sociedad mexicana existe desigualdades a personas mayahablantes y autoadscritas como indígenas
lunes, 12 de julio de 2021 · 11:22

De acuerdo con los resultados de la Encuesta PRODER (Proyecto sobre Discriminación Étnico-Racial en México), 40 por ciento las personas que no tienen apellido maya, no hablan maya y no se adscriben culturalmente como indígenas se encuentran en el rango con mayor riqueza en México. Además, 42 por ciento de este conjunto accedió a la universidad.

En contraste, sólo el siete por ciento de las personas mayahablantes, con apellido maya y adscripción indígena, accedió a ese mismo nivel socioeconómico, y sólo uno de cada 10 tuvo acceso a la universidad.

Con base en dicho encuesta, realizada por los investigadores Braulio Güémez y Patricio Solís, publicada este mes como el “Reporte número 5 de la Encuesta PRODER 2019”, se arroja que vivir en Mérida y tener características etnoraciales asociadas a lo indígena es sinónimo de tener una posición de desventaja socioeconómica, además de haber sufrido algún tipo de discriminación en la vida cotidiana que afecta la posibilidad de conseguir trabajo o tener un ascenso ocupacional e, incluso, mantener la salud física y mental.

De manera general, se distinguen en la capital del estado, dos conjuntos de personas en función de sus características etnoraciales: una mayoría, el 59 por ciento, que tiene al menos una característica socialmente vinculada a lo “indígena” o a lo “maya”, como el apellido, ser mayahablante o la autoadscripción, mientras el restante 41 por ciento no declaró tener ninguna de estas características.

Se expone que, a pesar de ser mayoría, existe heterogeneidad interna en el grupo que se identifica con rasgos “mayas” o “indígenas”. Así, por ejemplo, si bien hay un “núcleo” importante de personas que comparte las tres características (14 por ciento del total), un número parecido (10 por ciento del total) declaró solamente tener apellido maya, sin ser mayahablante o adscrito a la categoría de “indígena”.

De igual manera, un porcentaje similar (11 por ciento) de personas se considera “indígena”, sin ser mayahablante o tener apellido maya.

Por tanto, si bien las características etnoraciales están relacionadas entre sí, identificarse con alguna, como hablar maya o tener apellido maya, no necesariamente implica identificarse con otra, por ejemplo, con la adscripción “indígena".

Asimismo, el documento menciona que, del grupo de personas que no se autoclasifica como indígena, existen otras adscripciones etnoraciales. De hecho, 77 por ciento del total de este subconjunto se autoclasifica como personas “mestizas”, seis por ciento como “blancas” y cinco por ciento como “mestizas y blancas”.

El documento observa que las características etnoraciales están fuertemente relacionadas a los niveles de escolaridad y socioeconómico alcanzados. En la medida en que una persona declara menos características etnoraciales asociadas a la pertenencia “indígena”, tendrá mayores probabilidades de estar en niveles socioeconómicos y educativos más altos, y viceversa.

Por su parte, quienes reportaron sólo autoadscripción indígena o apellido maya suelen encontrarse en niveles intermedios de la distribución socioeconómica. Así, aunque la población en Mérida con al menos una característica asociada a lo indígena represente más de la mitad de la población total, se encuentran en una posición de mayor desventaja frente a quienes no exhiben ninguna de esas características.

“A partir de los análisis previos, notamos que la composición etnoracial en Mérida no es solamente diversa, sino que también está profundamente estratificada en términos socioeconómicos: las personas con características asociadas a los grupos indígenas se encuentran estructuralmente en una posición de desventaja en sus destinos socioeconómicos”, resalta la encuesta.

“Estas desigualdades son, en parte, explicadas porque las personas con esas características usualmente provienen de familias que se encuentran en desventaja socioeconómica, o bien, porque las personas que experimentaron movilidad social ascendente y que provenían de orígenes indígenas dejan de reportar características vinculadas a la cultura maya, por el estigma asociado a ellas”, menciona el reporte, llevado a cabo en el Colegio de México con financiamiento de la W. Kellogg Foundation y Oxfam.

La reproducción de la desigualdad se refleja también en la discriminación y, en este sentido, el texto menciona que, en la medida en que una persona tenga mayores características etnoraciales asociadas a la pertenencia indígena, aumenta su probabilidad de reportar haber sido víctima de actos discriminatorios en la vida cotidiana.

Por lo tanto, en Mérida, las personas con características etnoraciales asociadas a la adscripción indígena no solamente se ven en una desventaja socioeconómica, sino que también reportan haber sido víctimas de mayor discriminación. Las personas con apellidos mayas, que sean mayahablantes y autoadscritas como indígenas se encuentran a más de una desviación estándar del promedio nacional en el índice de discriminación percibida.

La encuesta tiene muestras de aproximadamente 800 casos en cada una de cuatro zonas metropolitanas del país: Mérida, Ciudad de México, Monterrey, Oaxaca, y en la zona Sur de la Península de Yucatán.

Se aplicó en un universo de personas de 25 a 64 años de edad residentes en viviendas particulares, del 30 julio al 11 de octubre del 2019. Fueron entrevistas cara a cara en domicilios particulares, con dominios de estudio específicos para la Zonas Metropolitanas del Valle de México, Monterrey, Oaxaca, Mérida, y un grupo selecto de municipios de la Península de Yucatán. El nivel de confianza es del 95 por ciento, con un margen de error del 2.45 por ciento.

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GH